
Pbro. Lic. Armando González Escoto ∙ Dirección de Publicaciones, Sistema UNIVA
Como ya se ha señalado, el talón de Aquiles del estado mexicano, sea cual sea el partido en el gobierno, es la delincuencia organizada, incluso si las propias autoridades de los tres niveles, estatales y federales, estuvieran plenamente involucradas, ya que eso puede ayudar al gobierno y a los partidos, de hecho, bien que lo hace, pero no salva al estado, lo hunde más.
Pero el estado resulta una noción difícil de entender para los políticos de hoy que invariablemente se van siempre a lo concreto, a lo que produce beneficios inmediatos de poder y capitales. No obstante, la fuerza manifiesta una y otra vez de la delincuencia les hace pasar muy malos ratos, pues llega el punto en que la sociedad, fuente del estado, ya no podrá seguir fingiendo que no se da cuenta de lo que políticos y delincuentes están haciendo con el estado, con o sin acuerdo previo.
Que las autoridades están rebasadas y traicionadas por la delincuencia se advierte en el manejo que hacen de las tragedias que ocurren, así, declarar que el extinto alcalde de Uruapan tenía protección abundante, si aun así lo asesinaron, eso revela que los protectores fueron ineptos o cómplices. ¿Qué es más vergonzoso? Capturar al autor material es lo común y obligado en estos casos, lo imposible hasta ahora ha sido desmantelar las organizaciones que los envían.
Michoacán lleva ya casi lo que va del siglo hundido en la inseguridad, ningún partido, ningún gobierno, ha sido capaz de devolverles la paz, la delincuencia robó ranchos y plantaciones, impuso precios a los principales productos, cobró aduanas en las carreteras, y no pocos de los que se dicen afectados, han sido igualmente colaboradores de esta espesa trama de extorsión que ha afectado recurrentemente los recursos hídricos, devastado los bosques y dejado en el abandono innumerables huertas productivas, ha hecho cerrar negocios ante la amenaza del cobro de piso, y sometido a muchos más a este robo descarado, justo porque tiene poder para ejercer su autoridad con una violencia sin límites; en sus territorios ya no hay estado, lo hubo, y le llamaban estado de derecho, ahora lo que domina es una dictadura explotadora y salvaje, ante la cual, quienes hacían visible al estado mexicano,
han doblado las manos, desde luego sin decirlo, el discurso sigue siendo lo contrario.
El desbarajuste nacional se prueba de nuevo cuando los partidos dichos de oposición aprovechan las desgracias de la gente para sacar raja política, y el partido en el gobierno aprovecha esa deshonestidad para desestimar las tragedias sociales con la excusa de que se han politizado. Por lo mismo, lo que pasó en Morelia, lo hayan hecho o no infiltrados, es un signo preocupante de los riesgos cada vez mayores que corre el estado en manos de políticos como los que tenemos, y debieran preocuparse, porque el enardecimiento popular se lanza contra objetivos visibles, no en contra de manejadores ocultos que nadie conoce.
Los norteamericanos, aleccionados por la historia, saben que solamente una cosa falta para poder proceder a una nueva intervención armada en nuestro país, esta vez mucho más exitosa: el apoyo de la gente, y ese apoyo no está lejos, corre en sentido inverso a la perpetuación de la inseguridad nacional, y las consecuencias serían desde luego muy lamentables ¿estarán nuestros vecinos alentando nuestros problemas para luego venir de supermanes a resolverlos? ¿En esta maquiavélica operación estarán siendo apoyados por connacionales resentidos? ¿Es presentable una Cámara legislativa dedicada a su guerra torpe de pancartas de todos los tamaños imaginables? ¿Qué partido podría deslindarse de lo que le sucede al país, si todos, antes o después han hecho lo mismo?
Armando González Escoto
armando.gon@univa.mx
Publicado en El Informador del domingo 9 de noviembre de 2025.