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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Del mar Báltico al mar Negro, Finlandia, Estonia, Letonia, Bielorrusia y Ucrania, constituyen una especie de franja de amortiguación entre Rusia y Europa occidental. Durante la era soviética esta franja se amplió incluyendo Polonia, Lituania, Checoeslovaquia, Alemania oriental, y la mayor parte de los países bacánicos, tal vez el presidente Putin aspira a recuperar ese vasto imperio comenzando por la parte que es más afín a Rusia que cualquier otra, Ucrania, así inició Hitler anexionandose los territorios de habla alemana de la antigua Bohemia que en su momento fueron parte del imperio alemán.

Es paradójico que en 1898 el zar Nicolás II convocara en la ciudad de la Haya un primer encuentro de naciones con el fin de crear un consejo mundial que hiciera del arbitraje y no de la guerra, la forma de resolver los problemas entre los países. Era el principio de lo que es hoy la “Organización de las Naciones Unidas”, asistieron 26 estados, mismos que se comprometieron a no arrojar bombas desde globos aerostáticos, ni sustancias químicas, ni balas expansivas, si bien estos acuerdos no eran vinculantes.

Más de cien años han pasado e infinidad de guerras por todo el planeta sin que los acuerdos de aquel tiempo ni los muchos posteriores se hayan jamás cumplido. Los estados, que nacen de la libre voluntad de los ciudadanos para asociarse, no pueden luego tener el derecho de disociarse, porque hay una entidad suprema que decide por ellos qué es lo que conviene y qué es lo que no conviene. Pero también es verdad que, en estos líos entre naciones, importan mucho los intereses económicos hasta el punto de ser determinantes de las acciones, haciendo que la actitud más permanente, decisiva y neurótica haya siempre sido la desconfianza, alimentada una y otra vez por el engaño y la perfidia de la cual el espíritu inglés ha ido siempre a la cabeza en su triple vertiente, británica, norteamericana, y australiana, así Inglaterra consuma su “brexit”, Francia es traicionada por Australia, y Estados Unidos se dedica a boicotear cuanto puede a la Unión Europea, lo cual incluye sabotear a Rusia en su relación con Alemania.

En este ajedrez de vida o muerte el atractivo de la Unión Europea se esparce sobre los países de la otrora órbita soviética, y Ucrania se divide en dos fracciones, la pro rusa, duramente reprimida por el gobierno ucraniano desde el 2014, y la pro europea, siendo ésta la más popular. Entre estos coqueteos y el ingreso a la OTAN la diferencia es sin embargo abismal. Si Ucrania fuese ya miembro de este organismo, tendríamos ahora mismo una tercera guerra mundial.

Lo que vemos es que el derecho a la “seguridad fronteriza” de las grandes potencias, está por encima de los derechos de los países menos favorecidos, y así, de la noche a la mañana, cientos de miles de mujeres, niños y ancianos se hayan en situación de calle, porque las carambolas entre los poderosos pegan siempre a la población civil.

A la seguridad fronteriza psicóticamente defendida por Rusia, se añaden, desde luego, intereses de monopolios económicos inimaginables, es el terror norteamericano de perder el control, el drama europeo al verse entre las tenazas sajonas y las eslavas, la angustia de los países libres ante la amenaza de volver a ser “sovietizados”. ¿Y la ONU?

 

Publicado en El Informador del domingo 06 de marzo de 2022

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