Emmanuel Langarica · Alumni UNIVA Guadalajara
Una cultura de inclusión, significa entender las relaciones que se pueden dar con personas con discapacidad, los resultados que se pueden obtener en sociedad con ellos y no negarles las oportunidades que se merecen. Darles la oportunidad de tener una vida plena y satisfactoria, generando las facilidades que necesitan. Reduciendo aún más la brecha, eliminando los prejuicios y estigmas que les envuelve, para integrarlos. Yo, que comparto dicha condición, debo reconocer que en la actualidad hay espacios para nosotros, más cultura, más conciencia, lo que no sucedía hace algunos años. Ya que en general te veían como “bicho raro”.
Retomando el tema relacionado con las oportunidades, antes aludido, me da la impresión de que nosotros valoramos más las oportunidades, que las personas que no tienen una discapacidad. Pero es una mera impresión, quizá fundamentada en aspectos visibles ante todos.
Por ejemplo, en el deporte, cuántas veces nos hemos enterado de que la delegación mexicana de personas que van a los Juegos Paralímpicos, regresan con muchas medallas, e incluso podríamos hablar de que México es potencia en ese rubro, a diferencia de los atletas que van a los Juegos Olímpicos, quienes están más preocupados por la “grilla” y ocupados en victimizarse, en lugar de dar mejores resultados y menos pretextos.
La integración familiar y los amigos son muy importantes para fomentar la confianza y la seguridad en cualquier persona, y sobre todo en casos de discapacidad, para que ellos no se sientan como una “carga” y con una buena actitud puedan lograr grandes cosas.
Todos estamos expuestos a una probable discapacidad, por lo que la empatía es muy importante. Empatía que debe permear en la comunidad laboral y universitaria, enfocándose en las cualidades de las personas con discapacidad, como la constancia, la disciplina y el trabajo duro, al momento de integrarlas.
Existen demasiadas personas sanas que no valoran lo que pueden lograr, por querer todo fácil, además de llenarse de frustración por lo que ven en redes sociales como Instagram, por citar un caso, donde las apariencias predominan y no así la verdad de las personas. Quizá dicho malestar sea resultado de una educación y entorno familiar proteccionistas, donde se fomenta el miedo a la vida real, en lugar de promover la libertad y la responsabilidad individual.
Las dificultades se enfrentan cara a cara, y sin miedo a la vida, si te caes te levantas y lo haces mejor, al respecto Nelson Mandela decía: “No es valiente aquel que no siente miedo, sino el que sabe conquistarlo”.
Agradezco a mi alma mater, la UNIVA, por brindar estos espacios de expresión, donde uno puede alzar la voz a favor de las personas con capacidades diferentes. Hasta la próxima.
