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Mtro. Francisco Meza Estrada · Alumni UNIVA León

 

Es la expresión coloquial que emplea el exboxeador Julio César Chávez cuando alguna pelea pugilística se torna atractiva. Se retoma en esta columna con motivo de la batalla por la Reforma Electoral, tratando de buscarle algo de humor cuando la situación es más bien tensa.

La semana anterior se concluía que con la marcha del 13 de noviembre podríamos hacer un corte para evaluar la prospectiva de la reforma y al día de hoy nos podemos dar cuenta, con azoro, que la polarización sigue escalando.

Así que, la batalla campal por la Reforma Electoral se alargará en el tiempo y todavía tendrá mucho por mostrar, pero vayamos por partes:

EL ÉXITO DE LA MARCHA

Existen muchas lecturas sobre la marcha realizada el pasado domingo 13 de noviembre, pero hay dos formas de evaluar su éxito: por la participación y la reacción de los adversarios políticos.

Respecto a la primera, las imágenes muestran una copiosa participación en la Ciudad de México y en varias ciudades del país. Entrar a la guerra de números sería estéril porque no hay criterios aceptados por todos; sin embargo, cualquier movimiento, partido u organización que muestre imágenes como las del domingo puede precisarse de que ha tenido una convocatoria exitosa.

En relación a la reacción de los adversarios políticos, pues solamente hay que ver los señalamientos en redes sociales y el tiempo que le han dedicado. Prácticamente todos estos días han realizado diferentes cuestionamientos sobre la marcha y no han bajado de intensidad. Si la marcha no hubiera significado nada, simplemente no la tomarían en cuenta.

LA RESPUESTA DEL PRESIDENTE

Como era de esperarse, todos los medios estuvieron atentos a la conferencia mañanera del presidente del lunes para recoger sus impresiones. El ejecutivo federal mantuvo su discurso duro contra los organizadores y participantes; además, consideró que la marcha se trató de un “striptease político”.

Como parte de su respuesta aparecieron dos novedades: el anuncio de un plan B sobre la reforma y una marcha con motivo de su cuarto informe de gobierno.

El presidente explicó que al no contar con la mayoría calificada propondría una reforma a la ley secundaria que pasaría sin problema por tener la mayoría simple. Los análisis posteriores muestran que no alcanzaría a proponer una iniciativa con la magnitud de la reforma constitucional, pero podría traer cambios importantes en el INE.

También convoca a una marcha para el día 27 de noviembre del Ángel al zócalo para pronunciar su discurso del cuarto informe en competencia con la marcha de la oposición. El presidente señala que es el pueblo el que le ha pedido marchar.

LAS CONSECUENCIAS DE LA POLARIZACIÓN

Con todo lo anterior, la polarización política en el país se mantiene, más aún, se aviva y ahora se analizan sus posibles consecuencias.

Es un hecho que no habrá acuerdo para una Reforma Electoral, las posiciones se han radicalizado y no se observa en el corto plazo la apertura al diálogo y el acuerdo. Cada bando tendrá su proyecto y esto se volverá una discusión de sordos.

La competencia en las marchas acarreará otra en las redes sociales para mostrar su músculo político, pero en definitiva profundizará la confrontación. En dicha confrontación podrían aparecer los radicalismos extremos que suelen provocar mucho daño.

Si el presidente consigue un plan B, la oposición lo rechazará y buscarán impedir a toda costa su implementación. Se vendría una batalla jurídica en donde podría aparecer la Suprema Corte de Justicia. La guerra política se intensificará señalando al presidente de antidemocrático; mientras que, sus simpatizantes acusarán a sus detractores de defender los intereses de unos pocos.

No parece haber vuelta atrás, pero el presidente tendrá que evaluar, por mucho respaldo que tenga, si desea sumir al país en la polarización en el último tercio de su gobierno. Simpatizantes y analistas afines al presidente, lo catalogan de genio político porque suele mantener su agenda y sacar siempre provecho de la competencia política, pero llevarlo al extremo implica mayor riesgo y es que puede perder el control de la situación. Su genio político, termina donde comienza su responsabilidad como gobernante.

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