Mtra. Marcela Aldrete Saldívar • Directora del Plantel UNIVA Querétaro
El escritor Alvin Toffler en su obra El shock del futuro, tal vez nunca imaginó lo que nos está tocando vivir y el hecho de que muchas de las ideas escritas en su obra se harían realidad. En 1965, hizo suyo el término shock del futuro, al visualizar un panorama desastroso provocado por las exigencias de cambio en muy corto tiempo.
En las primeras líneas indica que: este libro, trata de lo que le pasa a la gente que se siente abrumada por el cambio. Trata del modo en que nos adaptamos -o dejamos de adaptarnos- al futuro.
Esta breve sentencia con la que inicia el libro nos hace desarrollar una visión del futuro en la que experimentaremos la enfermedad del cambio, así como de la preparación y apertura que necesitamos para enfrentar los nuevos requerimientos.
La vida como se nos ha planteado en los últimos años y la lucha por encontrar mejores oportunidades ha exacerbado el fenómeno de la migración, la transformación de los sistemas productivos en la agricultura, así como los medios masivos y mecánicos de la industria y la tecnología.
Específicamente hablando de la migración, esta se ha vuelto un rasgo característico de grupos con un alto grado de movilidad geográfica, que no depende o está sujeta solamente a factores como la pobreza, el desempleo o la ignorancia, y que se advierte más en la población profesionista y de formación técnica.
Si tan solo la migración fuera para nosotros un punto de análisis, estaríamos confirmando en ciudades pujantes (adalides nacionales en muchos aspectos), como destinos atractivos para empleadores y empleados de las más diversas áreas, logrando así el ritmo ascendente y sostenido del progreso.
La abundancia de talentos en las grandes élites y las plantillas laborales que demandan servicios y bienes de consumo, generan consigo actividades que derraman beneficios a otros sectores sociales. Sin embargo, con dicho incremento poblacional estarán cada vez más cercanos los problemas de recursos vitales como es el caso del agua, que en pocos años por la alta demanda que se tiene se vivirá la escasez de este recurso.
Ahora bien, de las condiciones que la pandemia nos ha hecho vivir, hemos aprendido nuevos hábitos de sana convivencia, de respeto, apoyo solidario y primordialmente, de romper barreras por origen y regionalismo, para sumar voluntades y crear juntos una sociedad enriquecida, multicultural y con un entorno agradable, aportando un mayor esfuerzo al cuidado de nuestra casa común, llamada así por el papa Francisco en su encíclica Laudato si´.
Considero que es posible contribuir con este cambio de consciencia desde nuestras actividades y capacidades, formando profesionistas preparados ante la incertidumbre, actores que le abonen al futuro. Es momento de unirnos y aportar para hacer de nuestro México un mejor país, pues todos somos actores de esta transformación; valoremos la oportunidad de ser parte del proceso de una nueva sociedad.