Cristina González Martínez · Alumni de la Licenciatura en Filosofía, UNIVA Online
El término estructura circula con normalidad en nuestro vocabulario, es empleado en diversas disciplinas tanto en las ciencias naturales, como en matemáticas y en las ciencias histórico-sociales. Sin embargo, existe también un uso filosófico elaborado por pensadores como Lévi-Strauss, Althusser, Foucault, Lacan y Girard, por ejemplo, quienes se han enfrentado con el existencialismo, el subjetivismo idealista, el humanismo personalista, el historicismo y el empirismo crasamente factualista, dando así origen a un movimiento de pensamiento o mejor dicho a una actitud, precisamente la actitud estructuralista, que propone soluciones a los urgentes problemas filosóficos que hacen referencia al sujeto humano o Yo, muy distintas a las propuestas por las corrientes filosóficas antes mencionadas; el estructuralismo presenta un sujeto con su presunta libertad, su presunta responsabilidad y su presunto poder de hacer historia, así mismo trata del desarrollo de la historia humana y su presunto sentido.
En pocas palabras, los estructuralistas quisieron invertir la dirección de avance del saber acerca del hombre: quisieron despojar al sujeto (al Yo; la conciencia o el espíritu) y sus tan celebradas capacidades de libertad, autodeterminación, autotrascendencia y creatividad, a favor exclusivo de estructuras profundas y omnívoras en relación con el Yo. El objetivo perseguido consiste en convertir las ciencias humanas en científicas.
El estructuralismo, en efecto, no se presenta como un conjunto compacto de doctrinas (no existe una doctrina estructuralista); se caracteriza más bien por una polémica colectiva que los estructuralistas mantienen en contra del subjetivismo, el humanismo, el historicismo y el empirismo. Podríamos decir que el estructuralismo filosófico es un abanico de propuestas aisladas que hallan su unidad en una propuesta común contra la exaltación del Yo y la glorificación del finalismo de una historia humana llevada a cabo, guiada o concreada por el hombre y por su esfuerzo.
Destacan de entre los estructuralistas, las aportaciones de dos de ellos:
Claude Lévi-Strauss (1908-2009), para quien lo que capta su interés es la estructura de la mente humana, y entiende por estructura algo que, de entrada, no puede ser observado de manera directa, sino que es más bien un ordenamiento lógico, una serie de ecuaciones matemáticas que pueden ser demostradas como funcionalmente equivalentes para el fenómeno en discusión. (Cfr. Leach, E. Claude Lévi-Strauss. Anthropologist and Philosopher en Manner and Kaplan. Theory in Anthropology, Aldine, Chicago, 1968). El andamiaje en que se sostiene esta postura es la perspectiva y la metodología de la lingüística estructural.
Resulta por demás interesante la singularidad de esta teoría y su rechazo a la globalización que, en este Siglo XXI, se está viviendo de manera irremediable y propone una sociedad positiva que: elimina el conflicto eliminando los conceptos de verdad y de bondad; una sociedad transparente: no oculta nada, todo debe ser permitido; una sociedad flotante: se le cortan las raíces a causa de la movilidad laboral y comercial de los sujetos, dando lugar al mayor de los problemas que es el desarraigo de la propia naturaleza (ideología de género, por ejemplo); una sociedad dinámica: si no hay arraigo, el dinamismo aparece; una sociedad eminentemente global: todo se da en todas partes.
Por otro lado, es interesante y novedosa su visión antropológica, toda vez que entiende cada cultura como un modelo diferente, resultado de una distinta combinación y entramado de elementos primitivos, inconscientes e indefinidos: puras potencialidades. Expresando gran respeto por la originalidad de cada etnia, de ahí la validez de sus reservas respecto a la globalización.
René Girard (1923-2015), crítico literario, historiador y filósofo. Propone como problemas esenciales en la sociedad, la violencia que se genera por el mimetismo, por el deseo del mismo objeto, la paradoja de los modelos no como un simple espejo, sino como la respuesta mimética al actuar del otro que convierte a los rivales en mutuos modelos uno del otro, dando lugar a la actitud violenta en el seno de los grupos étnicos.
Su gran aportación es la tesis girardiana del amor como poseedor de la virtud capaz de desmantelar la violencia.
Los términos principales de la teoría girardiana es posible relacionarlos, inclusive, encontrarlos tanto en los Evangelios como en otros libros de la Biblia, de hecho en la obra de René Girard Aquél por el que llega el escándalo, se refiere el pasaje de la sabia decisión salomónica de partir en dos al niño que se disputaban dos mujeres, una de ellas decide ceder el niño a su rival para que el niño conserve la vida, y apunta para finalizar: Acertamos cuando decimos que la segunda mujer sacrifica la rivalidad a su hijo, mientras que la primera acepta sacrificar al niño a la rivalidad.
Podemos concluir que el estructuralismo aporta una visión novedosa al pensamiento filosófico sobre el hombre, que invita a la consideración de las características únicas de las diversas culturas, así como sus coincidencias y diferencias, sin embargo, lo verdaderamente enriquecedor es la propuesta de René Girard quien logra lo que Lévi-Strauss consideraba no posible: la autocrítica social y lo hace proponiendo además, por la vía del amor, la solución ante la escalada de violencia que reina en estos albores del Siglo XXI en prácticamente todo el mundo, pocos, muy pocos son los países que no la están padeciendo.
Referencias
Reale, G./Antiseri, D.; HISTORIA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO, III; Herder, Barcelona, 1992
Íbid, pp 824-825
https://es.slideshare.net/fflepuffs/repre-estructuralismo
Apuntes de conferencia dictada por el P. Armando González Escoto en el Club de Industriales, Guadalajara, Jal., octubre de 2016.
Girard, R.; AQUEL POR EL QUE LLEGA EL ESCÁNDALO; traducción de Ángel J. Barahona Plaza; Caparrós editores; Colección Esprit; Madrid, 2006
