El arte del trabajo colaborativo

Dra. María Cristina Martínez Arrona · Directora UNIVA Online

 El amor es paciente y bondadoso, no tiene envidia (1 Cor. 13,4)

Durante el mes de febrero se suele dar un espacio para la reflexión-celebración de dos valores esenciales que dan sentido a la vida: el amor y la amistad. Como dice la canción de Sara Brightman y Fernando Lima La Pasión; vivir con un amor que destierre la soledad, que sea libre, que nos ayude a enfrentar las dificultades sin miedo, que convierta los sueños en realidad, que nos permita contar con esa pasión que pone alas al corazón y es capaz de mover la creación.

Me detendré en este espacio en el tipo de amor que los griegos denominaban storge, el amor fraternal, un vínculo de afecto que nace de la valoración y la aceptación del otro. Desde la psicología social se refiere al amor que busca el compromiso, que tiene un interés común, que se basa en el cariño y la amistad.

En estos días vi una serie sobre cuatro amigos que luchan por cumplir sueños y logros profesionales en un mundo competitivo, con trabajos exigentes y contextos adversos, pero que son capaces de poner sus talentos, y el cariño, en función de apoyarse para que cada uno realice su deseo. Siempre he valorado la fuerza de la suma, el trabajo colaborativo, la riqueza de conformar equipos interdisciplinarios, reconozco que disfruto del proceso cuando participo en proyectos que implica la suma de talentos, el ver la evolución de lo planeado y el resultado.

Crear un equipo de trabajo colaborativo es un arte, y más cuando las personas que conforman la Institución y/o la empresa son tan distintas y variadas, en edad, personalidad, formación académica, competencias, pero que cuando se logra funcionan muy bien juntas, de ahí que sea una de las habilidades blandas más solicitadas en los reclutadores y buscadores de talento. Implica responsabilidad, esfuerzo y desempeño en el área que se le confía, su aporte es indispensable para el logro de los objetivos, pero no se pierde en el camino, es su huella y distintivo.

Entiendo por trabajo colaborativo al proceso por el cual dos o más personas, pueden ser de la misma área o incluso de diferentes departamentos y niveles dentro de la estructura organizacional, pero que, de forma coordinada, trabaja bajo los mismos lineamientos, propósitos y metas comunes. Es la forma creativa de unir el talento para lograr el resultado de una forma más eficiente y productiva, recrea y enriquece el amor, ya que en el camino se van compartiendo ideas, intercambiando opiniones, conocimientos, de forma que se va construyendo y perfeccionando con las aportaciones la calidad del producto final, superando así nuestras expectativas.

Tengo la certeza, como afirmó en su momento Maximiliano Kolbe que “sólo el amor crea”; o cómo dice Jesús a un padre ante la enfermedad de su hijo “para el que cree todo es posible” (Mc. 9,23). Considero que mejor manera de celebrar el amor, no solo en el mes de febrero, es fortaleciendo el trabajo colaborativo con nuestros equipos, en nuestra familia, con nuestras amistades, buscando que cada persona sea líder en aquello que es fuerte y tiene más habilidad. Esta dinámica promueve la iniciativa, desarrolla la capacidad para dar respuesta a las dificultades y los conflictos; la persona experimenta con ello su crecimiento personal y el logro de proyectos comunes.