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Crónica: Frank Sinatra

José Daniel Meza Real • Coordinador de Calidad Académica del Sistema UNIVA

 

Era 1963, una época marcada por la guerra de Vietnam y un año en el que el ánimo de la gente en Estados Unidos era de una unánime tristeza ante el reciente asesinato del presidente Kennedy. Lo mismo se sentía en aquel bar; eran cerca de las 12 de la noche, el silencio era interrumpido sólo por algunos murmullos de algunos hombres que se refugiaban del frío y de sus problemas en interminables vasos de whisky barato. El lugar era lúgubre y la luz se difuminaba tenue entre el humo de los cigarros. El camarero aunque se mantenía despierto y alerta, más por costumbre que por una verdadera necesidad, estaba aburrido y abruptamente se levantó y encendió un tocadiscos que acumulaba polvo en el fondo del lugar.

Comenzó a sonar “One for my baby” y la niebla comenzó a disiparse, algunos comenzaron a tararear y otros más simplemente sonrieron sin dejar de mirar sus copas de vino, era impresionante como una voz con una tristeza tan profunda pudiera levantar el ánimo de cualquier lugar. Todos inmediatamente reconocieron a aquel personaje, no podía ser ni más ni menos que la leyenda, Frank Sinatra.

Francis Albert Sinatra nació en Hooboken, New Yersey un 12 de diciembre de 1915. Era miembro de una familia de inmigrantes italianos que vivían del comercio y principalmente de una taberna de la que su padre era dueño.

Desde niño, Sinatra mostró un carácter fanfarrón y revoltoso que lo marcaría para toda la vida, aunadas a una fuerte afición y encanto por la música. La escuela y los maestros nunca fueron su gusto y siempre anhelaba poder salir de clases para correr al negocio de su padre y vestido tal y como su ídolo Bing Crosby, cantar algunas canciones acompañado de una pequeña pianola que habían comprado en el mercado de pulgas.

A sus 17 años conoció a Nancy Barbato y juntos un año más tarde asistieron al último concierto de Bing Crosby. Nunca se imaginó la trascendencia de ese momento y que en 6 años aquella adolescente de cabello ondulado y una sonrisa inigualable se convertiría en su primera esposa y que 5 años después conocería personalmente a su gran ídolo para después ser no sólo su sucesor, sino su propia competencia artística.

Aunque durante su vida desempeñó diversos oficios que iban desde camionero hasta cronista deportivo su verdadera pasión radicaba en cantar cada noche en alguno de los bares que abarrotaban la ciudad.

Justo en esa época se desarrollaba un programa de concursos en una estación radiofónica en el que se convocaba a los mejores cantantes con la promesa de ganarse el presupuesto y los medios para realizar una gira por todo el país. Frank se reunió con sus amigos los miembros del trío Three Flashes y se presentaron en la cabina del show con el nombre de Hoboken Four. Un par de semanas más tarde Sinatra se alejaba por la carretera para iniciar un camino sin retorno hacia el éxito y la fama mundial.

Aunque por unas desavenencias con sus compañeros de banda tuvo que dejar la gira en sus primeros 3 meses, sabía que su vida jamás volvería a ser igual y que una vez que probó los frutos del medio artístico era imposible que regresara.

Era una época en la que las grandes orquestas dominaban el medio de la música y Frank Sinatra no se quedó atrás por lo que en 1939 se convirtió en vocalista de la orquesta de Harry Arden y sus conciertos en poco tiempo comenzaron a ser transmitidos a diario en una estación de Nueva York que grababa todas sus presentaciones en bares y restaurantes de paso.

Una noche de ese mismo año, Harry James, el famoso trompetista de la orquesta de Benny Goodman estaba en la sala de su casa, su rostro se veía cansado, él estaba más que desesperado, desde hacía varias semanas había decidido dejar a Goodman y formar su propio grupo cosa que cada día era más y más difícil, principalmente por la incesante búsqueda de un vocalista decente. Decidió que era momento de relajarse y disfrutar sus “vacaciones temporales”, encendió la radio y como si alguien o algo tratara de darle alguna señal, escuchó de repente aquella voz profunda y llena de sentimiento, quería llorar y a la vez reír, estaba ansioso por escuchar más y más, pero a la vez algo en esa voz grave y melodiosa hacía callar el crujir de la leña en la chimenea y a cualquier otro sonido, para transportarlo a un lugar en el que la música dominaba cada uno de sus sentidos. Simplemente, encontró al vocalista que necesitaba.

Aunque formaron un gran grupo, la orquesta comenzó a tener dificultades económicas que la llevaron al borde de la separación, una cuestión que personalmente le hizo vivir a Frank una época de desesperante escases. Ambos tanto él como Nancy vivían del amor al arte del vocalista, viajando juntos en las giras y compartiendo cada minuto, sin embargo, venía ya un bebé en camino y desafortunadamente este amor no iba a ser suficiente para sacar adelante a la familia.

Como si hubiera sido rescatado por un ángel, Sinatra fue contratado por Tommy Dorsey quien buscaba un vocalista para sustituir a Jack Leonard. Para Frank, Dorsey fue más que sólo un jefe, sino que fue su maestro e inspiración, fue él quien le dio la guía para convertirse en un verdadero cantante profesional, ya que por sus comienzos de amateur nunca había podido tener la correcta instrucción en lo que a canto se refería.

Esta nueva enseñanza se vio rápidamente reflejada en las manos del cantante mientras sostenía incrédulo la revista Billboard de 1940 que mencionaba su canción “I´ll never smile again” en el número uno.

Aquel reconocimiento le dio la confianza suficiente para pensar en una carrera como solista y en 1942 decidió separarse de Dorsey. El trombonista estaba furioso y antes de que Frank pudiera lanzar su primer disco, decidió poner en marcha una recesión de contrato en el que obligaba al vocalista a pagarle un porcentaje de sus ganancias como solista de manera vitalicia. La ley falló a favor de Sinatra e inmediatamente salió a la venta su primer elepé “All or nothing at all”, que vendió cerca de un millón de copias. Su carrera oficialmente había tomado vuelo.

Su rostro se había hecho conocido y aclamado por cientos y miles de adolescentes que abarrotaban los teatros y aprovechando esto paralelamente a su carrera musical, debutó en el cine con la película “Higher and higher” que, aunque no fue un gran éxito para la crítica puso a Frank en los afiches de las habitaciones de las adolescentes de Norte América.

Los contratos millonarios comenzaron a caer del cielo, tanto los musicales como los cinematográficos y aunado a eso en 1944 comenzó su programa radiofónico “The Frank Sinatra Show”, que se mantuvo al aire por 14 años.

El golpe de fama llegó de forma violenta, tanto que el mismo Sinatra no pudo manejarlo. Los medios de comunicación lo seguían a sol y sombra y surgieron rumores escandalosos sobre sus supuestas aventuras amorosas con algunas estrellas del momento, cosa que molestó a toda su audiencia quienes desde el inicio de su carrera se formaron la idea de un hombre ideal, casado y con hijos.

De esta manera comenzó su estrepitoso declive y la gota que derramo el vaso llegó en 1950 cuando su asesor de prensa George Evans quién más que un simple asesor era un protector contra los medios de comunicación, murió de un infarto dejando al cantante totalmente vulnerable al asecho de los periodistas que buscaban revelar cada una de sus intimidades. Una de estas fue la confirmación de una relación extramatrimonial con la actriz Ava Gardner. El golpe fue mortal para su matrimonio e inmediatamente Nancy se separó de él.

El índice de popularidad de Sinatra cayó más allá del número 5 y como si eso no bastara una grave afección en su laringe lo obligó a cancelar una serie de galas y conciertos a lo largo del país. Por su parte Columbia Records lo limitaba a grabar sólo algunas canciones de dudosa calidad durante algunos años, debido a su contrato previamente establecido y el cual una vez terminado no se volvió a renovar dejándolo desempleado.

Después de un tiempo en la espera de algún nuevo proyecto, finalmente Sinatra se enteró de que se produciría una película llamada “From here to eternity”, en la cual uno de los personajes encajaba perfectamente con su personalidad y su talento, sin embargo, el director no estaba completamente convencido de querer tener al cantante dentro su filme. Nunca se supo la verdadera razón por la que el cineasta se convenció finalmente de incluirlo, la versión oficial dice que el cantante simplemente dedico un gran esfuerzo y dinero para demostrar al director su talento, sin embargo, existen versiones que rumoran que el cantante tuvo algunas relaciones con gente de la mafia y que fueron estos quienes amenazaron al director para que este pudiera estar en la producción.

Fuese de una u otra manera, la película fue todo un éxito al grado que a Frank Sinatra se le otorgó un Oscar como mejor actor secundario y mientras se paraba en el estrado sosteniendo la estatuilla sentía como el oxígeno llenaba sus pulmones y el aplauso de la gente lo revitalizaba, se aferraba con fuerza al galardón con sus manos, pero en realidad lo que hacía era aferrarse a esa sensación de éxito y esta vez bajo ninguna circunstancia estaba dispuesto a dejarlo ir.

Evidentemente, a partir de ese momento el teléfono no dejaba de sonar y los ofrecimientos de nuevos contratos llegaron uno tras otro sin descanso. Comenzó a realizar un sinfín de películas en las que actuaba, cantaba y bailaba, junto con estrellas de la talla de Marlon Brando.

Aunque la industria del cine era espléndidamente retribuida, su verdadera pasión era la música, sin embargo, los sellos discográficos y las productoras eran más quisquillosas y consideraban que su carrera musical estaba totalmente muerta. A pesar de esto y de la negativa de toda su directiva Alan Livingston de la joven productora Capitol Records anunció en una reunión que sería contratado; en el momento en que comenzaron las protestas en aquella sala de juntas, Livingston dijo que tenía la fórmula perfecta y esta incluía a Nelson Riddle un músico y arreglista que conocía perfectamente el estilo de Sinatra y que lo sacaría del retiro para darle nueva luz a su vieja estrella.

Naturalmente, este nuevo aire lo llevo de regreso al éxito y a encabezar las listas de popularidad y no sólo eso, sino también a ser el referente musical de la época.

Sinatra ya no era un novato, realmente conocía el mundo de la música con todo lo que eso implica y a pesar de que tenía un profundo respeto y agradecimiento con Capitol Records, llegó un punto en el que sintió que estaba siendo limitado artísticamente. Él, en ese momento, ya estaba consagrado como una gran leyenda viviente y lo sabía porque su propio orgullo y ego se lo recordaban cada mañana, por tanto, le era imposible concebir la idea de tener que seguir las reglas de una disquera, entonces después de algunas peleas legales se separó de Capitol y fundó su propia productora, Reprise, donde produciría todos sus próximos trabajos siguiendo sus propias normas.

Para finales de los años 60 la juventud comenzó a cambiar, aquellos adolescentes que desgarraban sus gargantas y sus corazones por Sinatra habían madurado y las nuevas generaciones marcadas por el nuevo rock´n roll y una revolución ideológica sin precedentes le daban poco a poco la corona de la música a un nuevo rey. Fue en ese momento en el que Frank decidió invitar a un programa de televisión a este muchacho por el que las niñas se desvivían y cantar a dueto; durante la trasmisión aquel chico llamado Elvis cantó primero una de sus canciones para después cantar a dueto una de las de Frank. Fue un momento histórico en el mundo de la música en el que Sinatra pudo decir al público: aunque yo soy el verdadero rey aquí pueden ver a mi sucesor.

Durante las siguientes dos décadas, Frank Sinatra siguió explotando al máximo su carrera con algunas giras mundiales con recaudación de más de 600 mil dólares y un sinfín de premios, algunos por su éxito otros por su trayectoria. Pero fue en 1984 cuando a los casi 70 años grabó su último disco con canciones originales “L.A. is my lady” producido por Quincy Jones, famoso por “Thriller” de Michael Jackson y con canciones que lo volvieron un gran éxito como la homónima al disco y obviamente “New York, New York”.

A partir de este disco comenzó lo que sería su última gira dado que por algunos problemas de cataratas y de la memoria era demasiado desgastante el estar viajando y dando tantos conciertos.

Sin embargo, no dejó de trabajar, ya que en 1993 se volvió a plantar en los primeros lugares de las listas con su nuevo disco “Duets”, en el cual cantaba a dueto 13 de sus canciones con artistas del momento como Bono, Julio Iglesias y Liza Minnelli. Al posicionarse en el número uno de la revista Billboard decidió repetir la fórmula en 1995 con “Duets II” en el que aparecieron colaboraciones con Steve Wonder y Luis Miguel, lo que le hizo ganar un Grammy por su legendaria trayectoria.

Ese mismo año dio su último concierto en el Desert Springs Resort and Spa del hotel Marriott, en una fiesta privada celebrada el último día del torneo de golf Frank Sinatra Desert Classic.

Aunque aún hizo algunas apariciones en público su salud se deterioraba cada vez más y después de varios problemas del corazón, falleció un 14 de mayo de 1998. Esa noche el mundo se puso de luto, las luces del Hotel Strip de Las Vegas se apagaron durante diez minutos en su honor y Nueva York se detuvo para que la gente susurrara sus canciones mientras veían como el Empire State se iluminaba totalmente de azul, dando el último adiós a la gran leyenda de la música.

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