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Isabel Ojeda Garza · Estudiante del Bachillerato, UNIVA Guadalajara

 

Sé que todos hemos estado allí, dibujando cualquier cosa en las orillas del cuaderno en lugar de intentar resolver esa tarea de matemáticas, o dejando para el final la entrega de un proyecto. Pero ¿alguna vez te has preguntado por qué procrastinamos?

Bueno, según investigaciones, la procrastinación es cuando retrasamos el inicio o la finalización de una tarea sin que nos importe si va a hacer que las cosas se compliquen a futuro. Según numerosos estudios, la procrastinación es un problema que se da más entre los estudiantes. Sin embargo, no se trata solo de ser perezoso o ignorante. La procrastinación es en realidad una forma de lidiar con la ansiedad e incomodidad que conlleva comenzar o completar una tarea, por más «sencilla» que esta le pueda parecer a otra persona.

Piénsalo así: cuando tenemos una tarea frente a nosotros que se siente abrumadora o intimidante, nuestra respuesta natural es evitarla. Esperamos que, si posponemos la tarea, la ansiedad y el estrés que están ahí también desaparecerán. Pero aquí está la cosa: la procrastinación es una solución temporal que solo conduce a más problemas, como cuando te das cuenta de que faltan diez minutos para entregar el proyecto y tú ni siquiera llevas el título hecho, lo que hace que te estreses aún más y tus niveles de ansiedad se vayan por los cielos.

«Pero ¿y fuera de la escuela en qué me afecta?» tú dirás. Bueno, la procrastinación constante puede tener efectos negativos en nuestra salud física y mental.

Estudios han demostrado que las personas que procrastinan frecuentemente tienen más probabilidades de experimentar mucho más estrés y tener una salud general más deficiente que una persona que no suele hacerlo. Esto se debe a que el estrés causado por la procrastinación puede llevar a una variedad de problemas de salud.

Por ejemplo, cuando posponemos tareas importantes, también podemos retrasar el cuidado de nuestra salud de otras maneras, como no hacer ejercicio o dejar de comer saludablemente. Esto puede tener consecuencias muy graves para nuestro bienestar a largo plazo.

¿Y qué podemos hacer para evitarla? Te podrías preguntar. Bueno, una forma de combatir la procrastinación es mejorar nuestra autorregulación y autoestima. Si hacemos estrategias efectivas para administrar nuestro tiempo y priorizar tareas, podemos romper el ciclo de la procrastinación de una buena vez.

Pero otro factor importante para superarla es desarrollar un fuerte sentido de autoeficacia. La autoeficacia significa creer que seremos lo suficientemente capaces como para hacer algo bien. En otras palabras, mejorar la confianza que te tienes a ti mismo. Cuando tenemos una alta autoeficacia, es más probable que nos sintamos seguros en nuestras capacidades y motivados para abordar las tareas de frente, en lugar de seguirlas evitando. Así que ahora, antes de que vayas y te recuestes en tu cama después de leer todo esto y digas «va, ahora sí que mañana me pongo a hacer todo lo pendiente que tengo», ¿por qué no lo haces de una vez?

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