
Ana Sofía Peña Barba · Estudiante del Bachillerato en Comunicación Bilingüe, UNIVA Guadalajara
Suena un timbre de llamada. Un momento tranquilo se convierte en uno que parte tu vida en dos. Sudo frío, se me corta la respiración, mis piernas se tambalean.
“Te llamo para despedirme, para decirte que ya no puedo más. He tomado la decisión.”
“No, espérame. Voy de camino…”
“Espérame, por favor, espérame. Solo déjame verte una vez más. Déjame decirte que te amo sobre tu hombro una vez más. Espérame, por favor, no lo hagas. Aunque no me veas, yo estoy; aunque no me sientas, aquí estoy; aunque creas que no hay nadie más, aquí estoy yo.
Siento un miedo escalofriante al imaginar que nunca más podré mirarte a los ojos y sacarte una sonrisa o dos, o tres. ¿Qué tal una carcajada?
Sé que solo ves un camino rocoso sin salida, un problema indefinido. Tiene cara de no terminar jamás, de condenarte hasta tu último aliento. Tal vez percibes que tampoco tiene solución, que nadie lo ha visto como tú. Y es verdad, es verdad, es verdad: nadie lo ha visto como tú. Pero por eso, por favor, espérame, porque sea lo que sea, si somos dos, será más fácil.
Sé que sientes que es insoportable, sé que por eso ya no puedes más. Sé que esto te está atrapando desde lo profundo de tus entrañas y te obliga a no mirar, a no sentir, a no vivir. Pero, por favor, espérame, porque si estamos los dos, lo podemos manejar. Lo podemos superar. Mientras tu corazón siga palpitando, tus pulmones inhalando y tu piel sintiendo, se puede poner mejor.
No pido que escuches un consejo, no quiero respuestas a preguntas que no importan. Solo pido estar. Sabiendo que no siento como tú, pero con la profunda certeza de que te quiero aquí. De que millones de cosas se quedarán desechas si no las haces tú, y solo tú. Que miles de lugares se quedarán sin tu mirada y que todas las personas que ibas a amar, aquellas que aún no conoces, aquellas que la vida te iba a presentar, se perderán en su propia existencia.
Solo quiero llenarme de tu presencia una vez más y pedir perdón por si alguna vez pensaste que podías llegar a ser un estorbo. Por sentir que no podías seguir, por pensar que no había otro camino. Perdón, porque aunque lo dijiste, aunque supe que lo pensaste, yo simplemente creí que nunca iba a pasar. Siempre creí que esa sería otra historia, un cuento de alguien extraño y lejano a mi corazón. Perdón, porque supe que pasó por tu mente, y yo juré que jamás serías capaz. Creí que nunca lo llegaste a planear.
Solo espérame, por favor. Llora, chilla, grita. Vive el dolor de lo que sientes, sabiendo que es lo peor que te va a pasar, sabiendo que en la vida nunca habrá algo más terrible. Siente cómo te desbaratas, mira dentro de tu historia y percibe cada momento en el que el mundo te fue desmoronando. ¡Pero vívelo!, por favor, vívelo. Vive el duelo, vive el abrazo, vive las lágrimas. Que no te importe lo que el mundo diga; tú llora las horas que tengas que llorar, porque te mereces sacar todo lo que llevas dentro. Porque nunca sentiste más de lo que debiste, porque nunca estuviste loca ni fuiste exagerada. Llora todo lo que tengas que llorar, porque cada lágrima tuya es de tu historia y de nadie más.
Espérame un segundo, por favor. No rechaces la vida. Porque sé que lo más probable es que no quieras hacerlo; sé que en realidad lo que quieres matar es el dolor, el sufrimiento, y no a nadie más. Entonces, por favor, solo espera un instante, vívelo un instante, siéntelo un instante. No te des por vencida, porque no eres tú contra el mundo, somos nosotros contra el dolor. Solo espera un segundo más y déjame estar; solo espera un segundo más y déjame amarte.
Lo hubiera hecho todo si hubiera sabido qué era lo que tenía que hacer.
Realidad silenciada: Solo en México, 21 personas mueren por suicidio cada día. 21 personas. No giremos la cabeza para no verlo.
Observa, escucha. actúa. Tú puedes salvar una vida.