
Mtro. Juan Pablo Ruíz Huerta · Profesor del Departamento de Ciencias Económico Administrativas, UNIVA Guadalajara

XarxaTIC
Profesaurio es un término que se dio a conocer en España hace poco más de una década, aunque la originalidad de este término en sus inicios se utilizaba despectivamente o como forma de insulto para los docentes que no se adecuaban a los nuevos modelos educativos, así como a las nuevas tecnologías de la información que suelen cambiar constantemente.
Es curioso que ahora, con la entrada de nuevas y poderosas herramientas como la inteligencia artificial, este término haya cambiado. Hoy día es motivo de honor y reconocimiento en un grupo cada vez más reducido, ya que son profesores que tienen conocimiento de su asignatura y no necesitan de una conexión a internet para explicar un tema. Muy al contrario de lo que se creía anteriormente, como que este grupo de docentes seguía el libro de texto al pie de la letra, podemos observar que, en realidad, es un colectivo que huye de los libros y de sus doctrinas, son pragmáticos y se dan a la tarea de elaborar sus propios materiales. No descargan presentaciones de internet ni tienen el descaro de mostrarla a sus alumnos. En diversas ocasiones no caen bien, sobre todo porque no siguen ninguna moda o tendencia por más popular que sea; se apoyan en cosas reales y evidencia científica que puedan trasladar a un contexto educativo-social.
Todos los profesores y profesoras con terminación –saurio- tienen mucha cultura, un hábito muy común es la lectura, están informados de lo que acontece en el mundo y cuentan con un gusto musical que va más allá de la última canción pegajosa (misma que seguramente solo será exitosa por tres meses). No hacen juicios a las y los estudiantes, más bien se enfocan en analizar sus acciones y tratar de ofrecer una educación integral en todo momento.
Al contrario de lo que muchas personas piensan, los profesaurios no son tecnófobos (que tienen miedo a la tecnología), hacen uso de ella solo cuando es necesario (no siempre y a toda hora). Son autónomos, no necesitan de la orden de su coordinador para trabajar, tienen iniciativa propia y poseen mucha inteligencia emocional, misma que los hace ser neutrales. No están a favor de ninguna ideología ni mucho menos de imponer alguna a la fuerza, toman la que se adapte y funcione para preparar mejor al estudiante ante cualquier contexto profesional. Les gusta apuntar todo y tienen una lista en físico por si las dudas. Son docentes que entran al aula con plan A, B y C, y si, aunque no lo creas, muchos profesaurios están en las redes sociales, nunca se les acaba el discurso y siempre están abiertos a generar buenos debates. Son muy puntuales, incluso llegan antes que los alumnos, no les interesa mucho calzar Air Max o usar jeans que se confunden con licras, son de imagen clásica, sencilla y pulcra. Su objetivo principal se basa en que el proceso de enseñanza – aprendizaje se complete y que el alumno tenga aprendizajes significativos.
En artículos anteriores mencioné cómo la sociedad se deja llevar por tendencias y modas banales, todo el contenido que se consume en redes sociales en su mayoría está vacío de conocimiento, y todos estos patrones se trasladan a un contexto educativo, en donde los alumnos prefieren al profesor o profesora que viste a la moda, gustan de aquellos que no les exigen, de los que llegan en blanco a sus clases y con una presentación que no realizaron.
En muchas escuelas privadas se puede observar que, en las evaluaciones docentes, el maestro o maestra popular y no los que tienen más conocimiento, son los que obtienen las mejores calificaciones.
Todo esto se puede observar en la vida cotidiana muy fácil, por ejemplo, un banquero que no sabe explicar una tasa de interés, un financiero que no conoce nada de bolsa de valores, un comerciante que utiliza la calculadora para darte una cuenta muy sencilla o confundir la Independencia con la Revolución. Cada vez más, se pueden observar a profesionales menos capacitados, pero recordando siempre como en las clases se la pasaban muy bien porque el profe o la profe cotorreaban y les contaban su vida, en vez de enseñarles.
No resta más que agradecer a los profesaurios, porque ustedes, una especie en peligro de extinción, sí se preocupan por la educación y la enseñanza, y pese a que sus métodos puedan ser considerados ortodoxos y fuera de contexto en la educación moderna, siguen siendo efectivos y resultan ser los mejores para formar estudiantes con las actitudes, aptitudes, capacidades y habilidades necesarias para su vida personal y profesional.