Lic. Nayeli Casillas Barrera • Encargada de Innovación Curricular Plantel Guadalajara
“Hay un ser humano detrás de cada tweet, blog y correo electrónico. Recuérdalo”
– Chris Brogan.
La mayoría de las personas hemos sufrido de un caso de phubbing, y si no es así, entonces ese alguien es realmente afortunado. El phubbing es una palabra que surge de la combinación entre “phone” (teléfono) y “snubbing” (desairar), la cual hace referencia a la acción de estar presente en un ambiente social e ignorar a las personas con las que estás, por prestar atención al celular u otros aparatos tecnológicos.
En el marco de una plática, debate o ambiente social, el uso de la tecnología puede tener sentido y cabida en el lugar, pues muchas veces nos sirve para contextualizar o reafirmar la idea de la cual se está platicando.
Sin embargo, existen casos excesivos, cuando hablamos de un phubber, referimos a esa persona que está presente, pero sólo físicamente. Hoy no es raro tener el aula llena de alumnos con miradas perdidas en una pantalla, en donde buscan y leen una gran cantidad de información, menos lo relacionado a la clase.
Es importante que dentro de este marco se deje de culpar de la distracción y escasos o malos resultados a la dinámica que el docente lleva en el aula, al plan de estudios que opera o a las actividades de aprendizaje; la distracción surge por muchas causas y en numerosas ocasiones es resultado del sentimiento y la urgencia por mantener la identidad digital actualizada, ya que para algunos esto resulta tan importante como tomar el desayuno cada mañana.
No obstante, sobre todo en las instituciones de educación superior, los alumnos, quienes son adultos, deben tener el poder de la toma de decisiones de su vida personal y desarrollar las capacidades de autorregulación, hablando de espacios, fines y tiempos donde usan la tecnología.
El phubbing además, causa que las interacciones personales sean menos significativas. Es una angustia que suceda en el aula de clases, pues ese espacio es por excelencia un lugar para compartir y debatir conocimientos con otros, desarrollar, reflexionar y crear ideas, forjar relaciones sociales, y en muchos casos profesionales. De igual forma, si la dinámica del aula se vuelve tediosa, es también el momento para cuestionar y proponer el cambio a partir de la práctica personal o de la organización entre la comunidad escolar.
Cabe mencionar que en la era digital, lo anterior a veces se vuelve utopía, siendo el salón de clases un espacio poco aprovechado, donde incluso se puede perder el buen clima social y ¿cuándo se van a recuperar esas oportunidades?
En definitiva, el acceso a la información resulta ser una herramienta para el desarrollo del pensamiento crítico, entonces si vivimos en la sociedad de la información, ¿por qué no estamos viviendo entre una sociedad crítica?, aquella que sepa lo importante de valorar el tiempo y las palabras de las personas. Cristobal Cobo (2019) entre sus trabajos hace reflexiones acerca de que, si se piensa en que la información consume atención, entonces se puede deducir que el exceso de información se convierte en escasez de atención.
Vivimos pues, en una realidad en la que si logras una conversación sin phubbing, te sientes importante y valorado, hasta se lo adjudicamos como una cualidad a la persona, aquella que te presta atención y no ve el celular mientras está contigo, cuando debería ser una práctica normal.
En estos tiempos donde necesitamos fortalecer las relaciones humanas en la escuela y en los profesionistas, hay que atrevernos a recuperar el control, a veces basta con bloquear las pantallas y conectarse a la vida.
