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No es suficiente un cuarto propio

Mtra. Tania Yanina Arias Castro · Docente UNIVA Online. Doctorante en Ciencias del Desarrollo Humano

 

Virginia Woolf hablaba de un cuarto propio, un lugar donde la mujer puede abandonar el papel de esposa y madre para dedicarse a lo intelectual, al ocio o a lo que le plazca. Es un buen inicio para la conquista de la libertad, más no suficiente. La mujer independiente del siglo XXI puede ser una superwoman, una mujer empoderada, pero sentirse incompleta o insatisfecha con los mandatos sociales de lo que se espera de ella como género. Frida Kahlo, tenía una habitación propia, era independiente económicamente, fue reconocida como artista de talla internacional y conserva la imagen de icono feminista, pero a nivel sentimental dejó mucho que desear. Su fama ha facilitado conocer su historia personal y la tormentosa relación que llevó con el artista Diego Rivera. Se han publicado las cartas que le envío a su marido, en 1953; Frida escribió al pintor justo antes de entrar al quirófano: Sr. Mío Don Diego ¿Qué buscabas?, ¿qué buscas, ¿qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? porque no nos hagamos pendejos Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos (…) Se despide quien le ama con vehemente locura, Su Frida. El sometimiento, la incondicionalidad del “amor” de la mujer hacia el hombre impedirá que la mujer se ame a sí misma. Frida y todas las Fridas con un cuarto propio pueden aún estar limitadas bajo el estigma patriarcal de la completud en pareja. La mujer libre no está exenta de la presión social, familiar o institucional.

Para romper con los amores sufridos es necesario trabajar empeñosamente por la autoestima. Si se es “para otro” el sentido del amor se corroe y la mujer se limita, pero ¿Cómo vivir “para sí” cuando se niega la libertad, la autonomía, la independencia, la soledad? Es necesario derribar los estigmas del amor platónico, de los ideales sociales que van contra la dignidad personal. Se derriban poco a poco con el diálogo racional, con el cuestionamiento socrático que apela a la lógica de valores instaurados que no tienen fundamento y se evidencian en la funcionalidad de la práctica.

La mujer “para sí” puede estar sola o en pareja, ser independiente con o sin esposo, ser o no madre. Para ello hay que reivindicar la imagen de la solterona, la “quedada”; la de la mujer abandonada y hasta la mujer viuda. Reducir la presión y el estigma es la intención de una filosofía feminista. Sola y no solterona, sola y no separada, sola y no viuda. Al dejar de tenerle miedo a los arquetipos, a las etiquetas se enfrenta una nueva axiología de valores, y con suerte, eventualmente se desvanece el estigma. La mujer puede ser “para sí”, al definir y construir la existencia con una identidad propia, elegida, y con amor propio. Que la valía de la mujer no se reduzca a lo que tiene o quienes la acompañan.

Uno de los retos no solo de la filosofía feminista, sino de la práctica cotidiana de cualquier miembro de la sociedad es consolidar una visión de la persona libre capaz de construir una vida como le plazca, una ética del placer, que no hedonista. Así como hay legítimas luchas por respetar la alteridad, las mujeres necesitan nuevos esquemas. Si se construye la identidad de la mujer “para sí”, la joven michoacana que vive en la zona del narcotráfico evitará que su propósito sea ser la novia, amante o esposa de un narco, y podrá pensar en qué quiere estudiar. Así, la joven veinteañera no recibirá presión familiar por tener novio y casarse, la empresaria podrá elegir ser madre o no serlo. Al apelar a la libertad se promueve el desarrollo personal y se consolida una sociedad más sana. Baja la apuesta de que la felicidad o la respuesta a los problemas propios está en el otro.

 

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