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Mtra. Laura O. Robles Sahagún · Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo UNIVA Guadalajara

 

Pareciera que la palabra sororidad se suma a las palabras de moda que utilizamos constantemente, pero el término que proviene en primera instancia del inglés “sisterhood”, utilizado en los años 70 por la escritora y referente del feminismo, Kate Millet, no solo es un significado, sino que evoca una forma de ser.

En español, sororidad, fue un término acuñado por la mexicana Marcela Lagarde, etnóloga y doctora en antropología, multipremiada por su lucha feminista y autora de más de 100 artículos y de libros sobre el tema y quien después de escucharlo en inglés y en francés (sororité), lo tomó como una forma de explicar la dimensión ética, política y práctica en que las mujeres podemos lograr relaciones positivas, para eliminar cualquier forma de opresión y de apoyarse mutuamente logrando un poder genérico y un empoderamiento vital en cada una.

El término, pese a no ser religioso, si viene de la palabra latina “soror” o “sor” para nosotros, en donde hay relaciones de iguales entre las personas del género femenino. Es el simil de lo que para los hombres es la fraternidad y entre hombres y mujeres la solidaridad. Por ello podemos encontrar en el prólogo del libro “La Tía Tula” de Miguel de Unamuno, escrito en 1907 y publicado en 1921, que él por primera vez menciona que es extraño que no exista el término “sororal” o “sororidad”.

Es hasta 2018, que la RAE, lo agrega a su diccionario y lo define como: “amistad o afecto entre mujeres” y “relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento”.

Definitivamente, sororidad sí es una forma de ser, no es una acción de un momento o de una sola vez. Es tratarnos entre las mujeres como iguales, sin jerarquización, como nació su término, apoyándonos las unas a las otras, educarnos en el respeto a las demás mujeres, llevando con nosotras y entre nosotras una complicidad positiva, que construya y en donde nos demos la mano mutuamente.

No es la lucha de poder, esa lucha la tenemos contra las desigualdades, guardemos las energías para luchar por erradicar las injusticias, eliminar las brechas salariales, romper los techos de cristal, lograr la igualdad entre géneros. La lucha está ahí, no es entre las mujeres. Hagamos de la sororidad nuestra forma de vida y pongamos en práctica esos otros términos que tan de moda están como la empatía, la tolerancia y por supuesto, el empoderamiento en la más constructiva de las acepciones.

La sororidad pues, no se dice, se vive y se demuestra.

 

Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 25 de marzo de 2022.

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