Dr. Fabián Acosta Rico • Docente Investigador, UNIVA Guadalajara
Ser irreverente con la religión se ha convertido casi en un deporte en esta postmodernidad. Recientemente, salió un comercial de la marca de frituras italiana Amica Chips, en el que unas religiosas recibían papas fritas en lugar de hostias durante la comunión. La publicidad y la mercadotecnia a menudo carecen de respeto cuando intentan ser originales y provocadoras.
La religiosidad está perdiendo su otrora solemnidad, y hay numerosos ejemplos en la vitrina mundial de la cultura pop (o del esoterismo de masas). Un ejemplo es el anime Las vacaciones de Jesús y Buda. En esta caricatura japonesa, Buda y Cristo regresan a la Tierra no con una misión redentora, sino de esparcimiento. Son retratados sin aureolas ni mudras, vistiendo de forma moderna y con actitudes mundanas y estereotipadas propias de los hípsters del siglo XXI y los hippies de los años sesenta.
La revolución cultural y tecnológica, insistimos, está impactando fuertemente a la religión, desacralizándola y transformándola; se ve obligada a superar viejas prácticas y convencionalismos que son innecesarios y contrarios a las nuevas dinámicas culturales y sociales de esta modernidad líquida. ¿Dónde se ganan más adeptos, en un púlpito de madera o en un estudio de televisión con transmisión en multiplataformas? Esta es una realidad difícil de negar. Hoy, con toda la simulación y recreación que ofrecen las inteligencias artificiales, puedo comunicarme con un Jesús digital y chatear con él utilizando la aplicación Text With Jesus.
Hay que estar preparados para un futuro en el que la enseñanza de la religión estará cada vez más mediada por la tecnología. Quizás ese futuro ya está aquí. Estamos dando pasos modestos pero consistentes hacia lo que podríamos denominar una ciber-religiosidad. El nuevo creyente, por sus predisposiciones cognitivas, psicológicas y hasta emocionales, posiblemente aprenda mejor acerca de las enseñanzas de Jesús a través de un videojuego que leyendo directamente los sagrados Evangelios.
En 2014, los realizadores de la película Once Upon a Time in Jerusalem, los españoles David Muñoz y Adrián Cardona, para conseguir los fondos necesarios para su proyecto, comercializaron un videojuego llamado Fist of Jesus: The Bloody Gospel of Judas, exclusivo de la plataforma Steam. En el juego, los jugadores encarnan al mismísimo Jesucristo. Con una estética de píxeles muy básica, el juego no ofrece una historia ni una dinámica complejas. Jesús, bajo el comando del jugador, lanza peces-shuriken, pelea a palos y arranca, con cierto sadismo, el corazón a soldados romanos zombis.
Un videojuego más elaborado e igual de irreverente salió en 2017, llamado Fight of Gods. Creado en Taiwán por la compañía Digital Crafter, en este título de peleas, Jesús no es el protagonista, pero se puede elegir como combatiente. Desciende de la cruz y usa parte de los maderos como manoplas. Otros personajes disponibles son Buda, Odín, Zeus, Atenea, Amaterasu, Anubis, entre otros. Además de dioses, hay santos y profetas como Moisés, quien pelea con las tablas de la Ley, empleándolas tanto para golpear como para generar maremotos (este ataque es una alusión, obvia e irreverente, al pasaje bíblico que narra cómo separó las aguas del Mar Rojo durante la huida de los hebreos de Egipto).
¿Qué hacen Jesús o Buda repartiendo golpes si enseñaron exactamente lo contrario? ¿Qué tan controvertidos quisieron ser los desarrolladores al realizar este plagio de seres sagrados, corriendo el riesgo de suscitar el enojo y la reprobación de creyentes y devotos? Sin embargo, sabían con quién meterse y con quién no en su casi sacrílego juego de peleas: que Jesús aparezca armado con girones de su cruz está bien; los cristianos podrán quejarse y hasta allí, no pasa nada. Pero, de Odín y Anubis, ¿qué neopagano saldrá en su defensa y desagravio? Obvio, nadie. Pero, ¿qué tal Mahoma o Alá? No faltan dientes punitivos a los yihadistas para exigir que se les trate con respeto. Pues, en efecto, estas dos figuras sagradas del Islam no fueron incluidas en el catálogo de peleadores del videojuego.
Creado con una intención no solo lúdica sino también formativa en la fe, el videojuego I Am Jesus Christ recorre la historia de Jesús y recrea muchos de sus más emblemáticos milagros. Anunciado desde 2019 pero lanzado finalmente el 1 de diciembre de 2023 para PC a través de Steam, sus desarrolladores, el equipo SimulaM, entregaron un videojuego respetuoso que recrea la antigua Nazaret y el estilo de vida de aquella época. Nada de matar zombis o peleas entre dioses. Su historia cubre la vida de Jesús desde su nacimiento en Belén, pasando por sus años de predicación y milagros, hasta su resurrección.
Lo que hoy es visto como novedoso o incluso ofensivo, con toda probabilidad mañana será tolerado o aceptado como normal. No podemos detener el tiempo ni evitar que las sociedades cambien, ya sea acorde o en sentido contrario a nuestras creencias, sentimientos y pensamientos. Si hay una constante que domina las sociedades postmodernas, es la creciente dependencia y necesidad de la tecnología. Es ya imposible un mundo sin computadoras o celulares. Haciéndole al Nostradamus, imaginemos a los padres del mañana empleando un videojuego de realidad virtual para que sus hijos conozcan, con cercanía, la vida y obras del Mesías, del Salvador del Mundo. ¿Se opondría la Iglesia Católica y las demás iglesias cristianas al empleo de estas tecnologías en la catequesis de niños y en la instrucción de los más grandes? Posiblemente no. Y, de hacerlo, ¿qué tan perjudicial sería para ellas? Al tren del “progreso” ya nadie lo para, ni la religión.