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Noreth Guajardo Olivera · Estudiante del Bachillerato Técnico en Diseño Gráfico Digital UNIVA Guadalajara

 

Muchas veces hemos escuchado a los mayores quejarse de la generación de cristal. Suelen referirse a ellos como personas consentidas, tan delicadas que se ofenden ante cualquier comentario. “Los hombres ya no son como antes y las mujeres ya no son tan femeninas o modestas como deberían”. “Cualquier cosa los incomoda y no son capaces de lidiar con la presión”. “Estas generaciones no pueden lidiar ni consigo mismos, dependen de una pastilla para controlar su vida”. “Al parecer, el arte de hacer las cosas sin electrónicos se perdió con ellos”.

Es común escuchar estos comentarios entre adultos, algunos están configurados de formas más discretas que otros, pero todos tienen un tono similar. Sin embargo, cuando la gente nace con esos cambios en el mundo, es fácil cuestionarse diferentes situaciones sociales. Se dice que las generaciones de ahora ya no respetan a nadie, pero, ¿no será que su criterio de respeto ha cambiado? Los jóvenes de hoy no pueden sobrevivir sin un electrónico en la mano, o ¿no será que ahora la tecnología no es solo para los ricos? Los jóvenes de hoy no se quedan callados y ya no se puede decir nada de nadie, o ¿o no será que esas cosas no se debieron de haber comentado en primer lugar? La moral se ha perdido en el momento en que una bandera de arcoíris se levanta, o ¿no será que la heterosexualidad fue impuesta todos estos años? Callar y mentir ya no es el molde perfecto que la generación de cristal quiere adoptar, por eso lo está rompiendo.

La generación de cristal no es una generación frágil, es una generación de personas auténticas y fieles a sí mismas. La exposición a las redes sociales permite una mayor visibilidad y comunicación que en otras épocas. A estos jóvenes se les ha enseñado desde pequeños que su opinión cuenta sin importar si va en contra de sus padres o sus mayores. Antes, solía existir la idea de no pedir ayuda, aguantar el dolor y el sufrimiento, ahora, es mayormente aceptado pedir ayuda, decir qué te duele y controlar el estrés, la ansiedad, o la depresión con una pastilla y terapia.

La filósofa Montserrat Nebrera adoptó el término “generación de cristal” para identificar a los hijos de una generación trabajadora y luchadora, la Generación X, que, además, vivió en una época de carencia. La generación X decidió cambiar su estilo de crianza y deshacerse de la imposición, la intolerancia y la falta de comunicación con la que ellos crecieron. Esto dio pie a una generación con un ambiente abierto al intercambio de ideas que, junto con la exposición a la tecnología, construyeron una red de conexión mundial para compartir ideas que permitió a las personas identificarse con otros que vivían la misma situación y darse cuenta de que no eran los únicos que sufrían, vivían o amaban como ellos lo hacían. Sin embargo, la mayoría de la gente habla de esta generación de forma despectiva.

Si bien el avance de la tecnología ha traído problemáticas de carácter social, también nos ha llevado a un mundo de mucha comodidad. En vez de pasar la tarde buscando entre diferentes enciclopedias la primera respuesta de la tarea, ahora, en pocos minutos, podemos encontrar esa respuesta en distintas fuentes. Este fue un breve ejemplo en el ámbito académico, pero esa es solo una pequeña parte de lo que engloba el uso de los avances tecnológicos. Por otro lado, la tecnología generó dependencia tanto en jóvenes como adultos. Esta dependencia ha sido satanizada por los mayores. Pero, en caso de que estos avances tecnológicos hubieran existido y estado al alcance de todos hace años, tal vez para esta época esa dependencia estaría normalizada.

En las generaciones anteriores se acostumbraba que el respeto a los mayores era un valor primordial en la familia, sin tomar en consideración que un mayor tenía derecho a criticar, juzgar, y faltar el respeto a cualquiera. El resto debía sufrir en silencio “respetuosamente”. En la actualidad, el respeto de un joven hacia el exterior se gana independientemente de su edad, etnia u orientación sexual. Las personas son solo eso, seres humanos.

Se solía premiar el juzgar, etiquetar y criticar. Era una clave importante para pertenecer a tu grupo social. Con el tiempo, esta clave fue hiriendo a niños en crecimiento más y más hasta que perjudicó a toda una generación, a la generación X, en su autoestima y seguridad personal. Una vez más, los afectó tanto que decidieron hacer un cambio con sus hijos.

Se ha estigmatizado a la generación de cristal como aquella que perdió la moral o la ha flexibilizado debido a la apertura y diversidad que hoy podemos encontrar en ciertos ámbitos en la vida cotidiana, como la diferencia en los roles de género o en la apertura de preferencias sexuales. La cuestión es que la moral no se ha flexibilizado o perdido, la verdad es que estas diferencias siempre han existido. Solo que, hasta hace unos años, muchas personas se han escondido por el temor de enfrentar a la sociedad, temor a ser negado o incluso lastimado, por no encajar en el estándar establecido.

Actualmente, gracias a la constante comunicación de las redes sociales, las personas se pueden identificar con un nombre, una definición, o una bandera. Ahora pueden encontrar su comunidad.

En conclusión, la generación de cristal es una generación de conciencia y cambios, aunque muchos hombres y mujeres los usen en tono despectivo. En tiempos de globalización y cambios vertiginosos de tecnología, comunicación y ciencia, no podemos esperar que la sociedad se siga rigiendo por las mismas reglas que hace siglos. Así como algunos cambios en otras áreas han venido a mejorar nuestra calidad de vida, debemos estar abiertos al cambio, al aprendizaje y al crecimiento. Cada día los estereotipos están perdiendo más el valor que alguna vez tuvieron y dejan a las personas ser auténticas y fieles a quienes ellas realmente son.

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