Daniela Díaz Cárdenas · Estudiante de Preparatoria, UNIVA Guadalajara
Somos desechos de personalidades pasadas, intoxicadas por almas atormentadas, torrente que desencadena emociones tejidas por papel que se desangra al contacto del viento que sopla en direcciones opuestas.
Aquella prometedora visión del paraíso se convierte en cenizas al abrirse la puerta de la prisión que encadena los sentimientos a miedos. La debilidad emocional se ve envuelta en cristal, ciclo indestructible de una herencia no sanguínea.
Vidas recicladas, cortadas y pegadas en mentes sometidas. Espacios en blanco de historias por contarse, pequeño mundo sofocado a causa de contaminantes que duelen como espinas.
Voces en tinieblas que atraen al espectador que desea libertad del yugo de una tiranía, escondite momentáneo para el dolor, aparente alivio de un sufrimiento prolongado.
Generación de cristal: caminantes en una cuerda floja, espejo manchado de sombras, pequeños recuerdos que se convierten en suspiros punzantes. Raíces que crecen con base en la rebeldía que fortalece a una madurez sin frutos.
Escaleras que conducen a la ventana del ser, comenzamos la batalla por descubrir la imagen fuera del espejo. Me convierto en presa fácil del enemigo y con energía desgastada disipo los fantasmas que mantuve dentro de mí.
Dejo de perseguir lo que el mundo ofrece y luego arrebata, para que mis manos puedan tocar momentáneamente el cielo y experimentar la felicidad no adquirida en sueños que no me pertenecieron.
Quedan pedazos de cristales que volverán a lastimar a alguien más, pero ya no encadenarán a su víctima.
