Jorge Luis Padilla Zamora · Jefe de Mercadotecnia y Comunicación Institucional, UNIVA La Piedad
Pan y Espectáculos de Circo, proveniente del latín Panem et circenses. Una frase que tiene más de 2 mil años de haberse usado y contextualizado en un momento de la historia, donde el pueblo romano obvió su derecho a participar de los eventos relevantes de su política; abstractos en dos vertientes, lo necesario para comer y lo necesario para entretenerse. Políticos de la talla de Julio César, buscaron mantener controlado y contento a su pueblo por medio de espectáculos inhumanos, dónde los gladiadores peleaban a muerte entre sí, teniendo como casa un coliseo repleto de ciudadanos absortos en ver violencia desmedida para su entretenimiento. Aunado a la simbólica paga que se tenía en ese tiempo por el comercio que daba los suministros necesarios para vivir. De esta forma, se podían pasar por alto, muchos sucesos de relevancia para su pueblo, o al menos se minimizaba el impacto de decisiones militares, sociales o políticas tomadas por los altos mandos, incluso creando festividades que podían durar días, semanas o incluso un par de meses. Así entonces, se manipulaba el pensamiento y actuar de las masas.
Habiendo contextualizado esto; nosotros podríamos pensar: Sí, eso fue hace más de 2 mil años. Ahora las personas somos pensantes y decimos lo que opinamos. Ya no estamos en coliseos viendo como se mata la gente entre sí, ciegos a los problemas actuales. Falso… ahora, no estamos en coliseos; ahora estamos parados en conciertos de más 5 mil personas para ver a un artista. Ahora estamos sentados en una transmisión en vivo con otras 10 mil personas para ver a un creador de contenido hablar de lo que para ambos es importante o al menos llama nuestra atención. Hoy se hacen largas filas que pueden durar horas para poder acceder a un beneficio alimentario donde se nos ayude con una despensa o algo qué comer. Digamos que sí, en efecto, sí hay cambios respecto a lo vívido hace 2 mil años, pero ahora el Pan y el Circo es más discreto y permisivo que hace un tiempo.
Pero, el real problema no es que un gobierno, una empresa, un grupo social o un líder de opinión haga actividades que creen una pantalla de humo para minimizar los problemas a su alrededor; al fin y al cabo, son estrategias de comunicación y posicionamiento. El problema no son ellos. El problema real es la pobre capacidad de autocrítica al consumo desmedido de eventos o situaciones a nuestro alrededor, que no suman en nada a nuestro acervo y que, por el contrario, nos alejan del propio conocimiento por consecuencia.
Nosotros mismos, somos los que provocamos que exista un filtro tan pobre en nuestro consumo de contenido y entretenimiento; que, con una facilidad increíble, cualquier persona puede hacer lo que sea y siempre que tenga connotaciones de morbo, violencia o temas de moda llamará nuestra atención y dejaremos pasar momentos que realmente son trascendentes para nosotros.
Enciendes cualquier canal de televisión abierta y solo tenemos programas cómicos, reality shows o novelas con argumentos muy pobres. Nuestros noticiaros nacionales limitados en tiempo de por sí, centran su información en contenidos más de entretenimiento que informativos. No se digan los canales de subscripción, que por una paga moderada accedemos a cualquier tipo de contenido basura que atrofia nuestra manera de ser críticos.
Y no quiero entrar al tema del Internet… donde encontramos cosas tan aberrantes como la famosa Deep Web, donde llegamos a una postura sádica y hasta cierto punto insana de entretenimiento. Habrá quien diga… sí, pero es lo que hay y por ende es lo que consumimos. Falso. Hay muchos canales, programas y páginas con contenido de valor. Temas de salud, sociales, políticos, económicos, naturales, de todo en realidad. Pero siempre se ven doblegadas por estos grandes fantasmas de consumo mediático que nos obligan a dejar de pensar y nos fomentan el solo observar. El conocimiento y la autocrítica no está peleada con un grado académico; hay personas que con una corta escolaridad son pensantes y críticos ante los temas actuales y, por el contrario, existen individuos hasta con doble doctorado que no son capaces de ver más allá de su nariz. El conocimiento es infinito y es tan basto que jamás podríamos saber el todo. Bien dijo Sócrates: yo solo sé, que no sé nada, al aceptar la capacidad tan pobre que tenemos los humanos para poder aprender todo lo que nos rodea. Sin embargo, nuestra responsabilidad es intentar avanzar cada día en nuestro filtro de contenido; donde busquemos material que fomente nuestro desarrollo intelectual y por ende sepamos ser asertivos hacia un cambio positivo en nuestra sociedad actual.
Nosotros somos los principales culpables de ser una sociedad manipulada por las grandes cúpulas de poder, al minimizar nuestros estándares de necesidades. Nosotros nos hemos convertido en los payasos de nuestro propio circo, pensando que la gente se ríe con nosotros, y no de nosotros. Somos los principales actores de que la información veraz se haya vuelto obsoleta y que la pobre capacidad de análisis que tenemos nos lleve a esta nueva era donde la he denominado Pan y Circo Versión Siglo XXI.