Salvador Vladimir Bautista Ponce · Director de Mercadotecnia en Wenova México
¿Quién soy?
Parece que la ciencia en varias de sus ramas mantiene un acelerado desarrollo, la tecnología y la investigación le han presentado al ser humano un variado conjunto de respuestas a esas cuestiones en algún tiempo incomprensibles, los seres humanos viajan al espacio e investigan por medio de las neurociencias ese universo que se aloja en el cerebro, el intento de desentrañar el funcionamiento de la mente, así como la idea de Dios, la sede del lenguaje, la memoria, la imaginación, y los resultados son tan demoledores que no por nada han dado pie a que el arte en su forma cinematográfica diera forma a Matrix, a la película española Abre los ojos, enfoques sobre el poder de manipular la percepción de la realidad. Ficción pero con bases científicas que lo hacen más atractivo para el consumo de las masas.
Por otra parte, la filosofía no sigue ese paso, la filosofía no tiene un método establecido que conduzca a la verdad, aunque irónicamente ese sea su objetivo desde antiguos tiempos. La filosofía es un cúmulo de ideas que básicamente proponen explicar las cuestiones que la ciencia y la religión dejan pasar. Y aunque la filosofía sea una mediadora entre ambas, debe quedar clara su diferencia pues no busca hechos y tampoco a Dios. La filosofía tiene el poder de responder a la pregunta sobre el yo por medio del autoconocimiento, ¿quién soy? Socialmente, se puede adoptar el rol que se prefiera, elegir determinada carrera, determinado trabajo, estilo de vida.
Un nombre te representa, físicamente determinadas cualidades te definen, al igual que las creencias, el ethos (carácter) enmarca tu personalidad y a la pregunta sobre quién eres, puedes presentar múltiples respuestas que posiblemente podrían ser falacias. Ortega mencionó: “yo soy yo y mi circunstancia…” pero qué es el Yo ¿Quién soy?, nada más cercano a la verdad que Heidegger cuando mencionó que el ser humano es un: ser para la muerte, aunque preferiría la bella disciplina estoica y del uso de la filosofía para aprender a morir. Para muchos un tema tabú e incomprensible, no se piensa en la muerte, sino en lo contrario, en la vida, en como disfrutarla, pero más allá de este encantador distractor nos espera el inevitable final.
Soy un ser que está aprendiendo a morir.
Es posible obtener seguridad contra otras cosas. Pero cuando se trata de la muerte, los seres humanos vivimos todos en una ciudad sin murallas.
Epicuro