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¿El dolor sana con el olvido?

Daniela Díaz · Estudiante de bachillerato, UNIVA Guadalajara

Lo más humano es querer evitar lo que podemos decir que es peligroso o que puede ser ocasiónate del sufrimiento, es un mecanismo de defensa y sobrevivencia, pero a pesar de ello no deja de ser algo inevitable, de ahí la importancia de tener un adecuado control de los recuerdos, con esto quiero referirme al cómo se trabaja con aquellos sucesos traumáticos que pueden desencadenar efectos secundarios de salud, tanto emocionales como físicos.

Los pedazos mortales que se encajan en el alma, dejan pequeños vidrios que se reconstruyen en la imagen de nosotros mismos, somos lo que superamos, no lo que vivimos.

A veces las personas que experimentan este tipo de impactos, suelen buscar al olvido como la herramienta que les puede dar la esperanza de dejar oculto en el pasado las secuelas de dichas experiencias, pero ¿ realmente esto puede representar una solución a largo plazo?

Como un sombrío regalo, en donde se guardan los recuerdos más corrosivos, y donde la memoria se oculta bajo las tinieblas, es aquel lugar que se denomina como “olvido”. Es un espacio vacío de algún sentimiento, carece de las emociones que abundan en los recuerdos, y, sin embargo, el olvido es el refugio más reconfortante, para que el dolor no sea una sensación abrumadora en los provenientes días.

Dicen que el tiempo es el perfecto acompañante para llegar a este punto, es el peor engaño que se divulga entre las personas, porque solo nosotros tenemos el dominio de esta herramienta, decidimos hacerlo y no es imposición del tiempo. Como humanos divagamos en el razonamiento para satisfacernos, pero cuando este representa una amenaza para lo que nos puede traer la felicidad esperada, simplemente lo ignoramos. Es así con la memoria, hace la selección de lo indispensable y lo innecesario, y de aquí parte mi pregunta principal ¿El dolor sana con el olvido?

Decimos constantemente que el perdón implica olvidar, pero ¿realmente se olvida? O es que simplemente nos deja de importar el hecho que en algún momento nos hirió. Pero incluso cuando el perdón llega al punto en donde ya no se manifiesta dolor por lo acontecido en el pasado, aun así, no somos capaces por voluntad propia borrar de la memoria aquel momento que se percibe como dañino. Es contradictorio decir que somos los dueños de nuestros recuerdos y no poder manipularlos para olvidar aquellos que sean tormentosos, el padecimiento emocional es tan inevitable como el físico, en ambos nos quedan cicatrices de un sufrimiento, van tan de la mano que no podemos pensar en uno sin que conlleve al otro, es un malestar con el cual se aprende a vivir, no desaparece, pero esto no debe de ser el enfoque principal de nuestras vidas.

Podemos decir que el olvido solo es la idea errónea de lo que implica sanar, porque la trayectoria de la vida nos suele regresar lo que no se concluye, lo que queremos dejar sin resolver, evitar el dolor solo es aplazar la curación y prolongar la tristeza que esto conlleva.

Lo cierto es que nada es para siempre, por ello se debe aprovechar el tiempo que se nos brinda y no gastarlo con la acumulación de las aflicciones.

Enfrentarse con esos sucesos traumáticos puede llegar a ser desgastante para las personas, pero el mejor tratamiento para poder conllevarlos es no negar que existieron, si no que se deben de afrontar, pero no de la misma manera como se ataca a un enemigo, es platearnos como idea principal de no ceder el dominio de nosotros, a estos sucesos que son tan destructivos para la persona.

El olvido es la paz del cobarde y el miedo del valiente, porque el miedo es más grande cuando peleas contigo mismo.

Ser libres depende de no ser tu propio verdugo. Es cierto que la felicidad se esconde debajo de los momentos difíciles de la vida, por lo tanto, es fundamental la búsqueda de la misma, lo que a veces resulta ser un impedimento para esto, son los obstáculos que vamos dejando y que generalmente son el resultado de la infelicidad provocada por experiencias pasadas.

Por último, debo de mencionar algo importante, todas las personas tenemos la fortaleza para afrontar el dolor, solo que algunas no supieron cómo y muchas otras no se les ha puesto a prueba.

Para el dolor no hay cura, pero sí tratamiento.

Comunicación Sistema UNIVA

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