Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA
No es la primera vez que México ayuda con dinero o en especie (especie llamada petróleo) a Centroamérica. Ya desde los tiempos en que administrábamos la abundancia, es decir en el docenio Echeverría-López Portillo, y también después, el gobierno mexicano ha apoyado, con o sin crisis migratoria, a dichos países. ¿Resultados? Los observables.
Al igual que muchos otros países latinoamericanos, el primer y principal problema de casi todas las naciones centroamericanas ha sido su sistema político. Costa Rica es en este aspecto un ejemplo de lo que puede ocurrir a una sociedad cuando ésta decide virar de la política tropical, de las dictaduras plataneras, de los países fallidos, a un estilo de gobierno responsable.
No ignoro que su posición geográfica los condenó casi desde el inicio de su vida independiente a ser la manzana de la discordia entre las grandes potencias occidentales. La colonización norteamericana no solamente solapó a dictadores de toda marca en estos sufridos países, también los sembró de sectas de todo tipo, mientras más numerosas mejor, al menos por aquellos años se pensaba que quebrantar la unidad religiosa de una sociedad conllevaba a las fracturas culturales, cuyos vacíos serían llenados por los empedernidos emisarios de “Jesús salva”, poco interesados en modificar las condiciones reales de la gente, pero sí empeñados en hacérselas olvidar. Mientras los aleluyas infestaban el viento centroamericano, las grandes trasnacionales estadounidenses saqueaban los países sin dejar nada a cambio, sino la desolación permanente que conocemos.
La endémica miseria en naciones como Honduras, segundo país más pobre de América, o de la república del Salvador, los graves contrastes sociales de Guatemala y Nicaragua, y la desesperanza compartida por todos produjo en algunas de estas sociedades la opción por la guerrilla comunista, que aún donde triunfó, no generó el cambio educativo que tanto urgía, por lo mismo, a la vuelta de los años, hasta los grandes líderes de izquierda, ya en el gobierno, acabaron siendo los dictadores de siempre, en este punto el caso más emblemático es Nicaragua.
Los salvadoreños se han hecho famosos por otras añadiduras, amén de las tradicionales corruptelas de sus gobiernos, y así surge desde hace ya décadas un fenómeno delincuencial poderoso y subyugante, los “maras salvatruchas”, bandas criminales constituidas principalmente por jóvenes, que asolan de día y de noche la vida del país sin que nadie hasta el presente haya podido poner remedio, tampoco se ha podido evitar su expansión hacia otras naciones.
El donativo mexicano es de cien millones de dólares en favor de un programa de reforestación que daría trabajo a personas en tres países. Por lo pronto, treinta se han etiquetado para El Salvador, que en materia de donativos tiene ya una historia, recordemos el caso de los diez millones de dólares que el presidente Flores recibió de Taiwán en su momento, y que fueron luego materia de una grave acusación por desvío.
Después de enviar a la guardia nacional a “contener” migrantes, había que suavizar el golpe, aún a costa del erario, pues el orgullo mexicano se estaba viendo muy deteriorado, eso de arrodillarse ante el poderoso, traicionando caros ideales, la verdad, no era fácil de sufrir.
Publicado en El Informador del domingo 30 de junio de 2019