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Del otro lenguaje

Por 19 octubre, 2021Líderes de Opinión

Mtra. Jazmín Velasco Casas • Docente UNIVA Plantel Guadalajara

 

La sociedad actual está muy lejos de ser una como la Grecia Clásica, que consideraba a los poetas como los verdaderos representantes de la educación; igualmente está distante de comprender que el trabajo de los escritores es mostrar la búsqueda de lo humano y la veracidad íntima de la vida.

Claudio Magris en Utopía y desencanto nos recuerda que la literatura defiende lo individual, la excepción, y siempre constata -cuando está libre de todo compromiso ideológico- por qué los hombres experimentan los acontecimientos de su época y urden su existencia bajo ciertas verdades, deseos y temores.

No obstante, la mayoría de las veces, el lugar de los poetas en la sociedad se ha caracterizado por ser problemático. A lo largo de la historia se encuentran un sinfín de casos donde regímenes políticos y religiosos, destinaron libros a la hoguera, y en ocasiones, también a sus autores. Platón, el más importante pensador de la Antigüedad, condenó a los poetas al destierro, pues estos, lejos de ofrecer un conocimiento cercano a la Verdad y al Bien, denuncian la justicia y la violencia del mundo, su subjetividad y estados de ánimo, que impregnaron sus historias fantásticas e imaginativas, conduciendo a los ciudadanos hacia la discordancia con su sistema de valores, su lógica, su interpretación de la realidad y del hombre mismo.

Escribir es el resultado de abrazar la soledad y el mundo interior, de haberse encontrado en él y decir algo que posea otro sentido, especialmente en la poesía, escribir es un acto que exige transfigurar las palabras para inventar otro lenguaje, otro orden, pero que, al mismo tiempo, funciona como un espejo que refleja la realidad -la cual sabemos ahora es múltiple y equívoca-. En este aspecto, diversos profesionistas que se han dedicado a comprender la naturaleza del hombre reconocen que la literatura puede ser más psicológica que la misma psicología, y más filosófica que la filosofía.

En el oficio, el escritor conoce bien la diferencia entre lo autobiográfico que expresa la postura sobre algún tema, con aquello que se dice a través de los personajes y paisajes, que probablemente hasta ese momento desconocía tener dentro de sí. Escribir, para muchos artistas como Hélène Cixous, es escribir lo que no se sabe, o como define Clarice Lispector, escribir es como lanzar una piedra a lo hondo del pozo.

Tal vez esta apertura para comprender el lenguaje otro es de los principales desafíos culturales que enfrenta nuestra época acostumbrada a la literalidad, a la imagen concreta, al mero entretenimiento con forma, pero sin fondo y a las respuestas dadas. Siguiendo a Magris, la literatura, hoy más que nunca, debe decir las verdades más radicales acerca de la condición humana; y el escritor, en la soledad de su estancia y en sus peripecias de vida interior, debe seguir formulando exhaustivamente preguntas más amplias que cualquier posible respuesta.

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