
Sor Raquel Coss Negrete OP · Estudiante de la Licenciatura en Teología, UNIVA Online
Contacto humano; necesitamos tocar a los que amamos tanto como el aire que respiramos.
Stella Grant
¿Qué es el contacto? Sino el mayor y profundo encuentro de tu ser con el de otro ser. Hay una necesidad de contacto físico, de abrazos, de caricias, palmadas o roces, por el hecho de ser personas con sentidos activos y atentos a las conexiones. Pero el encuentro va más allá que el de un simple contacto físico. Es un encuentro de ser a ser donde necesitamos que nos digan sin palabras; Me quedaré, me quedaré contigo, donde nos digan Está bien, te comprendo y te acepto y estamos juntos en esto. Donde el contacto sea de presencia, tocando con urgencia a aquellos que amamos y con quien compartimos nuestra vida. Tocando a quienes nos necesitan y de quienes necesitamos.
Necesidad; algo que muy pocas veces expresamos, por nuestras enfermedades emocionales y espirituales que han tocado nuestras heridas de vida. Necesidad que frenamos con la dureza de un miedo agrietado, seco, frío, un miedo de volver a ser lastimados. Necesidad de contacto que ahogamos en el mar de lo ordinario de nuestra apatía. ¡Contacto humano! Necesitamos del otro para ser. Tocar a los que amamos, no solo es una expresión enteramente romántica, es la necesidad expresada de ser acogidos, amados y esperados por el otro. Aun en medios de mis y de sus miedos e imposibilidades.
Vivir en un convento y haber entregado cada parte de mi vida, no me hace estéril ni me ciega, no me enmudece, ni tampoco me paraliza ni mucho menos mata el sentimiento de afectividad. Ser esposos no te ata a una realidad marital que se conserva en la monotonía de estar solo haciendo cosas, ser sacerdote tampoco es una elección que le lleve al hombre consagrado a asesinar todos sus anhelos de amar y ser amado. Y finalmente, el laico-soltero no es una experiencia de soledad porque se le fue el tren… Cada estilo de vida es diferente, con sus logros, pero también con sus derrotas. Siempre con el deseo de ser vistos, amados y tocados por el otro, aun en nuestra miseria.
¿Realmente tengo la necesidad de tocar a los que amo? Tocar no solo de forma corpórea, es más bien un tocamiento de sentimientos, de historias, de ilusiones y desilusiones, del ser entero. Finalmente…, el ¿qué?
¿Qué toco de ellos, más bien que debería tocar? Lo bueno, lo malo, su simpatía, su buen humor, sus alegrías, sus heridas, sus lágrimas, sus miedos, sus enojos e irritaciones… Su presencia entera. Todo lo que él es. Pero a su vez, yo también necesito dejarme tocar.
Toca, hazlo, física, emocional y espiritualmente. Siempre será una gran manifestación de un verdadero y profundo amor. Estando, escuchando, dándote.