Cristina González Martínez · Alumni de la Licenciatura en Filosofía, UNIVA Online
San Juan Crisóstomo fue uno de los más grandes padres apologetas griegos, nacido en torno al año 349 en Antioquía de Siria (actualmente Antakya en el sur de Turquía), fue presbítero ahí mismo durante casi once años; en 397 fue nombrado obispo de Constantinopla, desterrado en los años 403 y 407, sin que dejara de escribir en su destierro, grandes e importantes cartas que siguen alimentando la teología de nuestra época.
De su madre recibió una profunda fe cristiana, así como una exquisita sensibilidad humana; luego de su educación básica estudió filosofía y retórica, convirtiéndose en un gran orador.
Dentro de su carrera eclesiástica, tuvo entre otros maestros al famoso exégeta Diodoro de Tarso, quien lo encaminó a la exégesis histórico-literal, característica de la tradición antioquena.
Durante seis años aproximadamente, tuvo un retiro durante el cual se dedicó a meditar “las leyes de Cristo”, los evangelios y especialmente las cartas de San Pablo. A causa de una enfermedad que requería de atención, volvió a Antioquía y fue cuando Juan reconoció su verdadera vocación, que era el servicio pastoral y no la vida monástica, fue así como se convirtió en pastor de almas a tiempo completo.
De su prolífica obra nos han llegado 17 tratados, más de 700 homilías auténticas, los comentarios a san Mateo y a san Pablo (cartas a los Romanos, a los Corintios, a los Efesios y a los Hebreos) y 241 cartas. No fue un teólogo especulativo, sin embargo, transmitió la doctrina tradicional y segura de la Iglesia en una época de controversias teológicas suscitadas sobre todo por el arrianismo, es decir, por la negación de la divinidad de Cristo. Por ello, es un testigo fiable del desarrollo dogmático alcanzado por la Iglesia en los siglos IV y V. Su teología es delicadamente pastoral; su gran preocupación es la coherencia de pensamiento y la vivencia existencial, escribió “el valor del hombre está en el conocimiento exacto de la verdadera doctrina y en la rectitud de vida” (Carta desde el destierro). (Benedicto XVI 2009).
Por lo anteriormente expuesto, dada la crisis de la familia hoy en día, cuando los padres se preocupan más por la formación académica de sus hijos que del conocimiento de su fe católica, cuando la posmodernidad ha dado lugar a un pensamiento líquido, sin los valores de los grandes relatos religiosos ni históricos, cuando la globalización ha generado una sociedad flotante, sin raíces y los jóvenes ya no quieren casarse ni tener hijos, el pensamiento y las enseñanzas de San Juan Crisóstomo en torno a la Iglesia doméstica, que es la familia, son de vital importancia y actualidad.
A continuación se comentan algunas de sus enseñanzas en torno al conocimiento y vivencia de la fe en las diferentes edades de la persona y su papel con respecto a la Iglesia, para lo cual el “Boca de oro”, hace una comparación de las etapas de la vida con mares de un inmenso océano.
“El primero de estos mares es la infancia (Homilía 81,5 sobre el evangelio de san Mateo)”, dice que es la época en la que se manifiestan las inclinaciones a la virtud o al vicio, por tal motivo será de suma importancia imprimir en el alma “como en una tablilla de cera” las grandes orientaciones para una vida con la debida perspectiva: “Desde la más tierna edad proporcionen a los niños armas espirituales y enséñenles a persignarse la frente con la mano” (Homilía 12, 7 sobre la primera carta a los Corintios), esta enseñanza de San Juan Crisóstomo valdría la pena como base para la educación de los hijos, que sin descuidar la formación académica, recibieran a la par una rica formación cristiana.
En cuanto a la adolescencia y la juventud, nos dice: “A la infancia le sigue el mar de la adolescencia, donde los vientos soplan con fuerza…, porque en nosotros crece… la concupiscencia. A la juventud le sucede la edad de la persona madura, en la que sobrevienen los compromisos de familia: es el tiempo de buscar esposa” (Homilía 81,5 sobre el evangelio de san Mateo); en esta carta aprovecha para recordar los fines del matrimonio, enriqueciéndolos, mediante comentarios acerca de la virtud de la templanza, con una rica trama de las relaciones interpersonales, enfatizando en que de esta forma los esposos perseveran en la vida matrimonial y evitan el divorcio, habla asimismo de la alegría con la llegada de los hijos, constituyéndose así la familia en una pequeña Iglesia (Homilías 12,5 sobre la carta a los Colosenses y 20,6 sobre la carta a los Efesios) (Benedicto XVI 2009); en un momento en el que la Iglesia contempla con tristeza la crisis familiar, una enorme cantidad de divorcios, reducción de la tasa de natalidad, parejas que ya no se casan y viven en unión libre, etc., son de gran actualidad las homilías de San Juan Crisóstomo en las cuales se da una predicación que, desarrollada habitualmente durante la liturgia, toca aquellos temas que hoy en día preocupan prioritariamente a la Iglesia como Madre y Maestra de un pueblo católico que ha olvidado tanto su ser como vocación de bautizado, al mismo tiempo que su misión evangelizadora en medio del mundo, misión que se ha de cumplir tanto con la palabra como con el ejemplo.
Desde luego que también la unidad de la Iglesia era una de sus preocupaciones y que lo sigue siendo para el papa hoy en día, al respecto hablaba de cómo la liturgia es el lugar en el que la comunidad se construye con la Palabra y la eucaristía, tristemente después de la pandemia a causa del covid-19, las Iglesias no han vuelto a tener la misma asistencia de fieles que tenían antes, tal pareciera que al perder el hábito de ir a misa los domingos, hubieran perdido la fe y se conforman con la “asistencia a misa” por televisión.
San Juan Crisóstomo insiste en que la asamblea reunida expresa la única Iglesia (Homilía 8,7 sobre la carta a los Romanos), ya que en todo lugar se dirige la misma Palabra a todos (Homilía 24,2 sobre la Primera Carta a los Corintios), siendo la comunión eucarística el mayor signo eficaz de unidad (Homilía 32,7 sobre el evangelio de san Mateo).
Como podemos ver la obra de San Juan Crisóstomo sigue siendo de plena actualidad y abrevadero doctrinal para la vigente Teología católica, los puntos aquí tocados son sólo algunos, ya que la extensión y riqueza de su legado no es posible agotarlo, no obstante, en cuanto a la preocupación del papa Francisco acerca de la familia como Iglesia doméstica, los comentarios aquí presentados son una muestra de cuánto se puede acudir a las enseñanzas de este gran Padre de la Iglesia.
Referencias:
BENEDICTO XVI; (2009); Los Padres de la Iglesia; Ed. Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C.; México