Skip to main content

¿QUÉ VIENE? Coincidencia

Sean Osmid Hamud Ruiz · Egresado de Maestría en Fiscal, campus Colima

Local e internacionalmente, has logrado construir una reputación que, según se opina, va de buena a excelente.

Tus últimos eventos no solo fueron satisfactorios para los involucrados, sino que también se llevaron a cabo de manera eficiente, a pesar de algunas circunstancias fuera de tu control (como siempre, nunca falta el violento, el impertinente, el insatisfecho, o el “changoleón” echador y brabucón).

La especialidad de la casa es organizar fiestas complejas y multitudinarias, con una variedad de aristas logísticas y técnicas que nadie más tiene la capacidad de manejar. Estas habilidades, obviamente, se han ido perfeccionando a lo largo de los años, modificando tus propias reglas y buscando siempre la vanguardia, eficiencia y los resultados que tanto los participantes como los observadores pueden revisar libremente.

Como todo en la vida, existen áreas de oportunidad para mejorar, pero, en términos generales, el modelo operativo funciona, y funciona muy bien. Sin embargo, ahora el cliente te solicita algo sumamente peculiar: un número de participantes en el show absolutamente inusual.

Una celebración que no aparece en calendario alguno, y que es tan nueva y atípica que las pocas experiencias que pudieras consultar realmente no te ayudan a obtener el conocimiento necesario. Una lista enorme de invitados, para los cuales debes estar preparado para atender, aunque no tengas confirmaciones. Pueden llegar 10, pueden llegar 1,000, pero debes tener servicio para todos.

Además de lo anterior, el motivo y el programa de actividades parecen aburridos, engorrosos y muy complejos. La impresión generalizada es que no generará mucho entusiasmo, y por lo tanto, el ánimo de los convocados no será el más festivo. De hecho, se sospecha que algunos se aprovecharán de la ocasión para llevarse a sus primos, abuelos, compadres, vecinos, perros, gatos y pericos, simplemente porque tienen cómo hacerlo. Profesionalmente, no te queda otra opción que seguir adelante. Comienzas a planear, idear y preparar presupuestos.

Llega el momento de presentar todo al contratante. Entregas tus informes para su revisión y, como en un sueño, sucede lo impensable. Lo conoces bien y sabes que ha tenido una actitud más bien tacaña, pero jamás esperaste que te tratara de esa forma.

El nivel de exigencia se mantiene alto. Quieren cena, bebida, meseros, iluminación, mobiliario, música, incluso centros de mesa coquetos. Todo eso cuesta, pero no importa. El encargado del presupuesto, de manera simple y llana, te dice que apenas te dará la mitad de lo que necesitas. Coloquialmente te instruye: “échale más agua a los frijoles”. Y, por si fuera poco, te advierte que no se te ocurra regatear ni hacer berrinche.

Te quedas sin alternativa; estás obligado a trabajar en esas condiciones. Intentar razonar no tiene sentido, quejarse mucho menos. No hay con quién hablar.

Ni hablar, sabe Dios qué tipo de fiesta terminará saliendo. Y cualquier semejanza con el INE es pura coincidencia.

Microcuento:

Ser objeto de maledicencia duele. Me resulta inverosímil haber sufrido esta cantidad de maldad. Me lo advirtieron, pero no lo creí posible. Absorto, miraba sin dar crédito. Desapareció, simplemente. simplemente.advirtieron, pero no lo creí posible. Absorto, miraba sin dar crédito. Desapareció, simplemente.

Comunicación Sistema UNIVA

Author Comunicación Sistema UNIVA

More posts by Comunicación Sistema UNIVA