Dra. Jazmín Velasco Casas, Profesora UNIVA Online
De la inconformidad por las cuadraturas y rigideces de los cursos y libros de metodología –los clásicos de siempre y también los actuales–, nace un texto, Metodología para inconformes : producción resistente a llamarse manual, que se contenta con ser texto, pues en su indefinición apela a lo múltiple y diferente.
Asociada a calificativos como híbrido, mixto y plural, su planteamiento no se pierde en utopías o ingenuidades del relativismo; sus páginas avanzan con estructura lógica –aunque no positivista– y proponen, con conciencia de lo inacabado y lo contingente, pensar de otro modo problemas y fenómenos.
Obra altamente recomendada para todos aquellos investigadores –con título oficial, tesistas o curiosos–, que han experimentado insatisfacción con los métodos y técnicas existentes, y que se han descubierto a sí mismos estructurando trabajos para rúbricas y visiones unívocas de paradigmas de ciencias empíricas, con las cuales se “pelea” la cientificidad y validez del proyecto, no se diga su valor y utilidad en el sistema capitalista.
El texto también se sugiere para quienes reconocen las complejas realidades del ser humano –que no se resuelven con la teoría de la complejidad– y la imposible tarea de medir lo subjetivo; en particular, si se sospecha de la generalización equívoca de pruebas estandarizadas y del truco de explicar lo Uno.
Notificada que no sería la obra más popular y posible única edición, la Metodología para inconformes es comúnmente colocada en los estantes más recónditos de los puntos de venta. Entre los libreros se comenta: qué difícil clasificarla, parece filosofía, incluso poesía, pero no es ninguna de ellas. Entre los editores se escucha: se asemeja a un estilo bizantino y barroco, pero su prosa es clara y está bien escrita, ¡que la lea quien le entienda! De ahí que el texto se acostumbró pronto al no lugar, a la incomodidad de la comunidad científica o, en el mejor de los casos, al cambio de nombre o disfraz para poder ser estudiada gracias a la osadía de algún académico que se atreve a explorar su inquietud, o bien, a reformar su tradicional didáctica para obtener una mejor evaluación.
En cuanto a su estructura lógica no positivista, en la hoja legal se despliega la advertencia de los riesgos de pensar el mundo y las cosas con lógicas no clásicas, no sintácticas; sino paraconsistentes, difusas y ontológicas. Por lo que la paradoja, la analogía, el símbolo, la metáfora y la metonimia, exigirán llevar al límite el lenguaje, inventar nuevas palabras y aceptar el reto de construir sentidos en razonamientos y problemas que han sido tildados como callejones sin salida.
Sobre su lenguaje, que no es filosófico ni poético, habría que decir que lo más apropiado sería definirlo como libre y creativo. Sus enunciados no se reducen a la tercera del singular, presente indicativo o pasado simple, ni al tono serio y solemne, propio de toda investigación de instituto. Por el contrario, su lectura puede producir risa sin ser chiste, mueca sin ser tragedia, esperanza sin considerarse ciencia ficción. Y, sin embargo, el lector irá trazando camino y crítica, tal vez incluso innovación en su área de conocimiento.
No hubo eventos para presentar el texto, la publicación fue independiente y la autora prefirió el anonimato. Pero se rumora que se le ha visto en jardines y aulas, en soledad y en grupos, entre batas blancas, pasillos de humanidades y con artistas. Otros aseguran que son varias personas y que preparan una segunda edición, para la cual la convocatoria sigue abierta.