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La Singla, una gitana sorda que llevó el flamenco a la escala del arte

Elizabeth Alvarado · Socióloga. Codirectora de Ediciones Arlequín

 

En la actualidad, el consumidor del séptimo arte ha generado un nivel de exigencias y expectativas mayores, gracias a la diversidad de opciones a las que tiene acceso a través de plataformas por suscripción o streaming. La puerta se abre a producciones de cualquier tipo, con sus improntas ideológicas y culturales, según el país de origen o quien dirija, pero, sobre todo, es la posibilidad de conocer apreciaciones estéticas e intenciones diversas. Quien se encarga de dirigir o escribir un guion, lo hace siguiendo los cánones establecidos de cada género, como es el caso del cine que se aleja de la ficción y que cada vez genera mayor interés. Citando a Estrella Araiza, directora del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), «el documental en la pandemia explotó, es un fenómeno mundial…».

Teniendo en cuenta esto, no podría ser un fracaso programar una función al aire libre y gratuita en la Rambla Cataluña del documental La Singla, incluido en la selección del FICG. La función llenó de orgullo y alegría a dos comunidades de nuestra ciudad: la cinéfila y la flamenca, ambas unidas por el arte.

La Singla se estrenó en febrero de este año en Tesalónica (Grecia), pero tenemos que hacer una retrospectiva y ver qué sucedió antes para que la directora Paloma Zapata concretara el proyecto y pudiéramos ser espectadores de tan magnífico resultado en la pantalla.

El punto de partida de su investigación comienza en 2019, motivada por la curiosidad que le provocó el comentario de una conocida: le quedó la espinita después de escuchar que alguna vez hubo una bailadora muy joven, de nombre Antonia Singla, que tuvo un ascenso meteórico y fue reconocida internacionalmente. Antonia convivió con la fotógrafa Isabel Esteva, Colita, quien por fortuna aún estaba viva y conservaba muchas fotografías de la pequeña gitana bailando en su propio contexto de vida cotidiana.

Los datos biográficos de los que tira Paloma en la investigación para darnos a conocer la circunstancia de vida de esta virtuosa del baile, son esenciales, pues nos permiten entender el momento del descubrimiento de una chica gitana, morena, de ojos grandes y expresivos, nacida a finales de los cuarenta del siglo XX en el barrio del Somorrostro, en el mismo que nació Carmen Anaya, otra bailadora que está en el olimpo de las flamencas. Esta niña vivía en pobreza total, en unas barracas a las orillas de la playa, en Barcelona, con su madre y sus hermanos. Vivía sin padre, porque se fue a Francia y las abandonó, pues allá formó otra familia. Pero, además, siendo muy pequeña sufrió una enfermedad que la dejó sorda y solo sería capaz de percibir vibraciones. Este es el momento de hacernos la pregunta, ¿cómo pudo aprender a bailar sin oír? Su madre se afanó en enseñarle los palos flamencos con los chasquidos de los dedos, se percató de que la niña entendía y los asimilaba, después bailaba y lograba transmitir la emoción requerida en cada caso. La documentalista administra muy bien las emociones que transmite a los espectadores y las va dando de a poco: pistas que nos provocan sorpresa, admiración o asombro, pero también tristeza, como la escena en la que Antonia le dice a su madre, con señas, que tiene hambre. En ese momento, la madre la lleva a una taberna y le dice: «¿Tienes hambre? ¡Baila!» Y de esta manera, Antonia comienza a tener sus primeras experiencias fuera de su comunidad, en las barracas, para generar un ingreso económico, que a su madre le permitirá alimentarla a ella y a sus hermanos. De ahí en adelante, la niña y su arte serán difundidos poco a poco, de boca en boca, porque causa sorpresa, pero también admiración, que tenga tanto talento a tan corta edad.

Este documental es peculiar porque el punto de partida no es la biografía de una bailaora, sino la búsqueda de información para dar con su paradero, cómo logró sobresalir en esta disciplina siendo sorda, viniendo de un nivel social tan precario y por qué —una vez que se consagró y estuvo en los cuernos de la Luna— no continúo. Incluso, en el documental aparecen fragmentos de algunas de sus presentaciones frente al público alemán, al que enamoró con su vertiginoso estilo para bailar.  Los datos biográficos finalmente se vuelven conectores que contribuyeron a armar este rompecabezas de manera exitosa.

La información que brinda la reconocida fotógrafa Colita lleva a otro nivel la investigación, directamente a quien fuera el representante de Antonia en aquellos tiempos, Francisco Banegas, cuando ya realizaba presentaciones a nivel profesional, en espacios privados de personalidades de la comunidad cultural del momento. Por ejemplo, compartió escenario con los grandes, como Camarón de la Isla o Paco de Lucía, cuando ella tenía dieciséis años; o la oportunidad de hacer gira con Ella Fitzgerald o convivir con Dalí y su esposa Gala. Su furia al bailar fue admirada también por artistas como Marcel Duchamp y el poeta Jean Cocteau.

Banegas contribuye en el documental con el vasto material de todas las giras, que había guardado celosamente durante décadas: desde recortes de periódicos, discos y posters, hasta varios álbumes de fotografías, lo cual resulta contundente para demostrar que, además de existir, dio mucho de qué hablar en esa época. Asimismo, resulta enigmático por qué llega un momento en que la secuencia de su carrera se termina sin dejar ningún rastro… En parte, porque el padre de Antonia, al enterarse de que su hija es un prodigio del flamenco, decide volver a España, dejar a un lado la familia que había formado y rescindir el contrato del representante para tomar las riendas en el momento más alto de la carrera de La Singla, lo cual traerá consecuencias negativas para la bailaora, como padecer el control absoluto del padre, restringiendo la convivencia con los artistas de la época y con cualquiera que compartiera cartel en sus presentaciones.

La pasión y el arrojo que Antonia Singla ponía en el escenario —con furia desbordante en cada soniquete de sus tacones—, hacía parecer que sus pies estaban gobernados solo por sus emociones y deseos, sin que ella los controlara, como tampoco pareciera que ninguno de los hemisferios de su cerebro pudiera someter semejante fuerza generadora de arte.

Paloma Zapata investigó y produjo el documental, mientras que en escena fuimos guiados por la cordobesa Helena Kaittani, actriz que, con sus expresiones, en cada descubrimiento y acercamiento con los personajes claves, nos provoca mayor empatía por la gran bailaora. Garantizo, a partir de mi experiencia, que quienquiera que vea este documental lo hará de manera muy íntima y armoniosa, al grado de inhibir la posibilidad de sentirse intrusos, todo lo contrario, serán parte activa de esa búsqueda y llevarán la grata experiencia cinematográfica de boca en boca, para que otros ponderen el genio de Antonia y nunca más se diga que no supimos cuál fue su suerte.

 

Pueden seguir la pista del documental y sus presentaciones en el perfil de Facebook: https://www.facebook.com/findinglasingla

o en el perfil de la productora: https://www.facebook.com/fabricanaranja

 

Documental: La Singla / Directora: Paloma Zapata / Año: 2023 / País: España / Alemania

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