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La indiferencia

José Trinidad Plascencia Corona · Estudiante de la Licenciatura en Teología, UNIVA Online

 

México es el país más violento entre todas las naciones de Centroamérica y el Caribe, (Zuckermann, 2016) y a la vez, es el segundo país más católico del mundo (protocolo, 2016). Discernamos, ¿cómo es posible que el segundo país con más católicos en el mundo sea uno de los más violentos? Un cuestionamiento duro pero realista, que gira en entorno a la indiferencia. Aquello que no nos afecta directamente, tendemos a no darle importancia.

Nuestra actitud como auténticos cristianos es renovar nuestra alegría en el Evangelio (Francisco, 2013), para saber discernir los signos de los tiempos que nos han tocado vivir (XXIII, 1963). Si creemos que en la Eucaristía se encuentra el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Cristo, entonces dejemos que la acción del Espíritu Santo consista en permitir que dicha sangre transcurra por nuestras venas; que el cuerpo de Cristo se encarne en nosotros y nos convierta en nuevos cristos, actualizados para vivir y actuar desde nuestra sensibilidad y autenticidad. La Eucaristía nos llena en un nivel de gracia donde las cosas no son fáciles, pero se hacen posibles. Con ser cristos nuevos me refiero a actuar, vivir y ver todas las cosas en Cristo, convirtiendo cada oportunidad en una ocasión para hacer el bien.

Nuestro país está lleno de ovejas diciéndole a Dios: “ayúdame, escúchame, cuídame”. Pero México, lo que necesita en realidad son leones, como el León de la Tribu de Judá, ser auténticos líderes que desde su humildad y sensibilidad actúen por el bien común; promoviendo los valores cristianos universales, viviendo santamente, que todo lo que se haga sea por amor, porque obras son amores y no buenas razones; que se aprenda a vivir bajo la medida del amor; amar sin medida y hacer misericordia, que consiste en hacer con las manos lo que sentimos con el corazón.

Los auténticos leones deben actuar como verdaderos siervos para educar bajo la medida de la educación, el amor y la comprensión, para de esta manera, evitar que nuestros corazones, como nuestro país, se conviertan en un desierto. Al contrario de esto, hay que trabajar a diario con toda fe, esperanza y amor para que nuestro territorio sea un paraíso, y si un día nos gana lo humano repetir esta pregunta: ¿Quién soy yo para juzgar? (Francisco).

 

 

Referencias

Francisco. (s.f.). ¿Quién soy yo para juzgar? . Origen.

Francisco. (2013). Evangelii Gaudium. protocolo. (26 de 01 de 2016). Obtenido de http://www.protocolo.com.mx/internacional/conoce-a-los-paises-con-mas-catolicos-en-el-mundo/

XXIII, P. J. (1963). Concilio Vaticano II.

Zuckermann, L. (31 de 08 de 2016). EXCELSIOR. Obtenido de https://www.excelsior.com.mx/node/702726

 

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