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María Leticia Peregrino Ruíz · Estudiante de la maestría en medios creativos digitales

Recuerdo bien cómo era el marketing hace unos años. Lo que parecía una forma única de comunicar productos y servicios ha cambiado radicalmente. En aquellos tiempos, las herramientas de marketing se basaban principalmente en medios tradicionales: la televisión, la radio, los periódicos, los carteles publicitarios, y las vallas en las calles. Las marcas dependían de estos medios masivos para llegar a grandes audiencias, pero a la vez, la capacidad de personalizar o segmentar ese mensaje era limitada. Un comercial de televisión se transmitía en horario estelar, esperando que millones de personas lo vieran, aunque la mayoría de esas personas no estuvieran interesadas en lo que ofrecía el producto. Las ventas se realizaban principalmente en tiendas físicas, y si querías comprar algo, tenías que ir a un establecimiento. Era un proceso mucho más simple, pero también mucho más limitado.

Con la llegada de la Internet, y más aún con el auge de las redes sociales a partir de los años 2000, el marketing experimentó una transformación radical. Al principio, parecía que solo podías crear anuncios en un sitio web o enviar correos electrónicos masivos. Sin embargo, lo que parecía ser un cambio superficial pronto se convirtió en una verdadera revolución. Las marcas empezaron a darse cuenta de que podían interactuar con sus clientes de una manera nunca antes vista. Facebook, Twitter, Instagram y YouTube pasaron a convertirse en herramientas esenciales. Ya no se trataba solo de vender productos, sino de conectar con los consumidores de manera auténtica y personal, como nunca antes había sido posible. Esto también significó que las marcas ya no solo hablaban al público; también escuchaban. Los comentarios, los «me gusta», las interacciones directas con los consumidores se volvieron parte integral de las campañas.

Recuerdo cómo, en mis primeros trabajos, el marketing digital parecía algo opcional, casi una moda pasajera. Hoy, es el centro de todo. Las redes sociales no solo sirven para publicitar productos, sino también para crear comunidades en torno a las marcas. En lugar de depender de un comercial masivo que solo alcanzaba a algunos, ahora se puede llegar a segmentos específicos de la población. Gracias a los algoritmos de las plataformas, las marcas pueden diseñar anuncios personalizados que se dirigen a personas que probablemente estén interesadas en lo que tienen que ofrecer. Esto ha llevado la segmentación de mercado a un nivel completamente nuevo, haciendo mucho más eficaz cada campaña.

Los canales de venta también han experimentado una transformación impresionante. Antes, si querías vender algo, tenías que tener una tienda física o vender en mercados tradicionales. Hoy en día, los consumidores pueden comprar lo que deseen desde la comodidad de sus hogares a través de plataformas de comercio electrónico como Amazon, eBay, y tiendas propias en línea. Recuerdo cómo solíamos esperar en largas filas en las tiendas para conseguir productos de

temporada, y cómo las tiendas físicas eran un punto de encuentro crucial. Ahora, el comercio en línea ha tomado una gran parte de ese espacio. Las compras están a solo un clic de distancia, y las opciones de pago en línea han hecho que el proceso sea aún más ágil.

Pero no solo se trata de tener una tienda online. El modelo de ventas ha evolucionado hacia un enfoque omnicanal. Hoy, las empresas deben tener presencia tanto en el mundo físico como en el digital para llegar a una audiencia más amplia. Marcas como Nike han logrado integrar perfectamente ambos mundos. Ya no se trata solo de vender un producto, sino de ofrecer una experiencia. Las tiendas físicas se han convertido en espacios donde los consumidores pueden interactuar con la marca de manera que refuerce su experiencia en línea. Esto ha cambiado por completo la forma en que compramos y vendemos productos.

El aumento de la audiencia en diferentes plataformas ha sido otro factor clave en esta transformación. Antes, la televisión y la radio eran los principales medios para llegar a una audiencia masiva. Pero ahora, con el auge de las plataformas de streaming, como Netflix o Spotify, y el crecimiento continuo de redes sociales, las marcas han encontrado nuevas formas de hacer llegar sus mensajes. En lugar de depender solo de los comerciales interrumpiendo una serie, ahora se pueden colocar anuncios personalizados basados en el comportamiento y las preferencias de los usuarios. La publicidad se ha vuelto mucho más precisa y, en muchos casos, menos intrusiva, ya que llega en momentos específicos en los que el usuario está más receptivo.

En cuanto a las métricas, hoy tenemos la posibilidad de medir la efectividad de las campañas de manera casi instantánea. En tiempos anteriores, las empresas tenían que esperar semanas para ver si una campaña había tenido éxito, analizando solo ventas o encuestas. Ahora, podemos conocer el rendimiento de los anuncios en tiempo real, lo que nos permite optimizar las estrategias sobre la marcha. Esta capacidad de respuesta ha hecho que el marketing sea mucho más dinámico y eficiente.

Mirando atrás, es fascinante ver cómo hemos llegado hasta aquí. El marketing, antes limitado a unas pocas herramientas tradicionales, ha crecido hasta convertirse en una plataforma multifacética que abarca desde redes sociales hasta inteligencia artificial, pasando por ventas en línea y personalización en tiempo real. Lo que parecía una revolución hace unos años es ahora la norma. Y, lo más emocionante de todo es que estamos solo en el principio de una evolución que, sin duda, continuará sorprendiendo con nuevas tecnologías y formas de conectar con las audiencias. Lo que está claro es que el marketing ha cambiado, y yo, al igual que muchas otras personas, ya no podríamos imaginarlo de otra manera.

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