Mtra. Laura O. Robles Sahagún • Coordinadora de ALUMNI y Bolsa de Trabajo
Día a día nos damos cuenta de sucesos delictivos lamentables, desde los imprudenciales (que no por eso dejan de ser lastimosos para la sociedad), hasta los más dolosos generados por la delincuencia organizada y aquellos llamados “de cuello blanco”. Llámense como se llamen, a fin de cuentas, son situaciones que generan desestabilidad en los ámbitos de la sociedad, frenando e impidiendo el desarrollo de las familias y por ende el de las ciudades.
Día a día nos damos cuenta de asaltos, homicidios, privación de la libertad, violaciones a los derechos humanos y la respuesta que hemos llegado a escuchar: ¿Y ahora en dónde? ¿Y ahora a quién? ¿Uno más? ¡Ahí siempre sucede! Y así es como cada vez lo vemos más normal, más cotidiano y ya no solo el tipo de delito, sino la forma en que se comete, que, no sobra decirlo, vemos más dolo y más saña. ¿Qué implica que veamos estos sucesos como normalizados? En primer lugar, que se pierda la dimensión y la perspectiva de que existe un problema y que tiene que ser atendido.
Cuando una dificultad se sale de control, es cuando se entra en crisis y una de las características de esto es que genera estrés y pánico; sucede en lo personal, en lo empresarial, en lo social y en lo gubernamental, ninguno se escapa. Tomar decisiones en tiempo y forma, asumiendo responsabilidades, es lo que puede permitir que un problema no se convierta en crisis. En Jalisco no se actuó a tiempo y la situación ya se salió de control.
Si para nosotros los jaliscienses, esta situación de inseguridad ya está siendo normalizada ante nuestros ojos y hasta para los medios de comunicación, en el exterior no es así y es como los inversionistas se alejan; los empresarios cambian de ciudad para proteger sus intereses; hay familias que tienen la posibilidad de cambiar su lugar de residencia; profesionales buscan desarrollarse en otros países y la primera crisis a la que nos enfrentamos es la financiera.
Al hablar de lo económico no quiero minimizar la crisis emocional y psicológica que sufren las víctimas de estos delitos que, en primera instancia paraliza a los propios individuos y a su familia que es el entorno más cercano que ellos tienen.
Dejemos pues de normalizar la delincuencia y la problemática de nuestra sociedad. Asumamos que estamos en crisis y cada quien, con sus conocimientos, su experiencia y sus habilidades, llevemos a cabo acciones conjuntas y organizadas, que frenen la problemática y contribuyan a que el desarrollo de nuestro estado pueda darse en beneficio de nosotros mismos.
Publicado en Crónica Jalisco el 02 de agosto de 2019.