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La acción social de los artistas

Por 19 octubre, 2021Tendencias

Claudia Paola López Murillo • Alumni Plantel Guadalajara

En un principio debe entenderse un punto clave en los artistas: ellos buscan aprendizajes de la cotidianeidad. Su observación aguda, ya sea sobre las personas, las acciones, los sonidos, incluso la luz, se traduce en la preocupación por profundizar en los elementos simples y complejos de la vida como una genuina curiosidad del entorno y una habilidad de sorprenderse. El sujeto artístico es inquisitivo y detallista porque trata de ir más allá al cuestionar lo que se le presenta. Mientras nadie lo ve, el artista no deja de observarlo.

Indudablemente cuando hablamos del artista creador se está hablando de una subjetividad especial que es capaz de captar y expresar lo que el resto de las personas no son capaces ni tan siquiera de percibir” (Muñoz Martínez, 2006, pág. 244).

A este agente artístico le llamaríamos un agente consciente que tiene la facultad de darse cuenta de sí mismo y del entorno que siente, que piensa y quiere para obrar en él en una determinada manera. Tal como otras voces UNIVA lo han retomado, en el artículo Amor al arte del maestro Miguel Camarena Agudo, existen tres clases de seres humanos según Bertrand Russell; “los que no son conscientes de las condiciones de vida de ellos y mucho menos de los demás, los que son conscientes de las condiciones de vida de ellos y de los demás pero no hacen nada, y los últimos son quienes no sólo conocen las condiciones en ambos sentidos, sino actúan por modificarlas”.

De esa manera, frustrados por su limitada intervención sobre un asunto, ante la impotencia de no poder perfeccionar directamente el mundo, los artistas lo hacen a través de su obra, del perfeccionamiento de los escenarios que nos permiten observar, sentir, experimentar y reflexionar estos mundos. Por lo tanto, ellos tienen sus formas de comunicar y de repercutir en la realidad de forma diferente, pues podríamos decir con soltura que es causa de su naturaleza reservada o como afirman “el lenguaje no les es suficiente”, de tal manera su forma de incidir en la sociedad es a través de exhibir lo que para ellos es evidente y así hacer conscientes a otros acerca de estas ideas que les revolotean en la mente y en el corazón.

“Los artistas están tomando parte activa en nuestro despertar revolucionario; comienzan a pensar  y definir la necesidad de la evolución cultural”. (Juan Acha, 1970, pág. 11). La afirmación de Juan Acha es aplicable a cualquier movimiento social ya que este inicia con un cambio de mentalidad; un cambio en la sensibilidad, la manera en la sentimos y percibimos el mundo.

No digamos ahora únicamente artistas de museos y galerías, de teatros y salas de conciertos, sino de aquellos que contemplan la realidad y la exhiben en lenguajes más accesibles para la sociedad contemporánea, que está buscando estímulos y experiencias cada vez más impactantes. Hablamos por ejemplo, del cine, los videoclips, la música moderna, el arte digital, pues no se puede negar que la sociedad ha cambiado y su forma de contemplar, reflexionar y participar es distinta a otras épocas.

Más allá de una propia acción de protesta, la obra del artista es una genuina forma de permitirnos expresarnos, prestan sus manos, sus palabras, sus notas, sus pasos y sus expresividades a la sociedad para que esta también se sienta a sí misma, para que se reconozca y justamente esa es la acción social del artista, ser un receptor de su tiempo y un portavoz.

Gracias a las representaciones abstractas de los artistas, son visibles los problemas filosóficos, colectivos y pensamientos de una generación. El arte es una forma de exteriorizar el interior en figuras tan complejas como simples que invitan a la reflexión. En cierto sentido, ofrecen una mirada para creer algo acerca de nosotros mismos y del mundo, provocan o sugieren una contemplación acerca de nosotros y del mundo.

El buen Bourdieu dijo alguna vez, “Si hoy los artistas tienen problemas con la sociedad es porque le plantean problemas sobre su propia existencia, sobre los fundamentos sociales de su existencia –y en ese sentido están muy próximos a los sociólogos” (Pierre Bourdieu, 2010, p.37). Es decir, la capacidad de la obra de hacernos conscientes sobre una realidad enmarcada o destacada por el artista, una cualidad de experimentar nuestra propia expresión y sentimientos en la voz de un tercero. Uno no es capaz de hacerse consciente de lo que siente, pero sí es capaz de reconocerlo en una obra, es muy humano esa comprensión por parte del otro, de darnos a entender y a través de la obra y poder sentirse comprendido, y más allá de ello, de tomar estos productos culturales como las banderas de nuestros discursos. Los poderes éticos que funcionan en el ámbito de vida social del hombre, donde realmente el arte puede ser un catalizador de las reflexiones humanas.

 

Referencias

Bourdieu P. (2010). El sentido del gusto. Buenos Aires. Siglo XXI. Recuperado de: http://www.redmovimientos.mx/2016/wp-content/uploads/2016/10/Bourdieu-P.-2010.-El-sentido-social-del-gusto.-Elementos-para-una-sociología-de-la-cultura.-Editorial-Siglo-XXI.compressed.pdf

Muñoz Martínez, (2006). Una reflexión filosófica sobre el arte. THÉMATA. REVISTA DE FILOSOFÍA. Núm. 36. Recuperado de: institucional.us.es/revistas/themata/36/N4.pdf

Acha, J. (2017) EL arte de américa latina es la revolución. México. Editorial Andrés Bello. Recuperado de: http://www.proyectojuanacha.org/wp-content/uploads/2017/04/JUAN-ACHA.-DESPERTAR-LIBRO.pdf

 

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