Elizabeth Alvarado · Socióloga. Codirectora de Ediciones Arlequín
En 2021, el país invitado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara fue Perú y tuve curiosidad por conocer a los editores que venían en la delegación de este país hermanado con México en muchos aspectos, comenzando por el español, sin dejar de lado su múltiple etnografía y la convivencia entre sus grupos originarios. Con la finalidad de que las entrevistas fueran óptimas, la encargada de vincular a los editores peruanos con editores mexicanos me preguntó si tenía en mente algún requerimiento que tuvieran que cubrir los candidatos. Yo únicamente solicité conocer a editores independientes de literatura para adultos en general, nada de corte infantil ni de otro tipo; un momento después, me entrevisté con mi colega Franky Flores Apaza, un joven editor de Ediciones Baluarte. Intercambiamos puntos de vista y coincidimos en lo evidente: las dificultades para difundir el catálogo físico en todo el territorio nacional, tanto en México como en Perú, y en algunos atajos que hemos tomado para solucionar este problema, como, por ejemplo, la venta de libros en formato digital o la opción de impresión bajo demanda a través de portales internacionales.
Al final de nuestro grato encuentro me dio a elegir de su muestrario de publicaciones un ejemplar y, en correspondencia, hice lo mismo al ofrecer mi catálogo y brindarle algún norte de mis autores. El libro que elegí fue 18 poemas de fake love para Keanu Revees de Julia Wong, por tres razones: el nombre del actor, quien cuenta, desde hace tiempo, con mi simpatía y admiración; el esbozo que hizo el colega editor respecto a la escritora Julia Wong, de quien había escuchado alguna referencia, antes pero no había leído su obra; y, por último, porque se trataba de un libro de poesía, un género reconocido, pero difícil de vender.
Al terminar la feria, leí el libro y me pareció deslumbrante, así que lo agregué a mi librero como una lectura para revisitar y complementar. Después de una pausa de tres años llegó el momento adecuado, junto con la oportunidad de compartir con otros lectores que están ávidos de propuestas que orbitan fuera del circuito comercial, sin importar si se trata de autores nacionales o internacionales, como lo es la poeta, narradora y gestora cultural Julia Wong, escritora peruana con más de veinte libros editados; el primero, Historia de una gorda, se publicó en 1992 en una editorial independiente. Además, ella es impulsora de diversos proyectos dedicados a la promoción de la lectura, haciendo alianzas con instituciones; su mayor preocupación ha sido difundir la literatura de la diáspora asiática, tanto china como japonesa, vinculada con su experiencia como hija de una peruana tusán y un chino migrante. El término tusán es recurrente en Perú para denominar a las personas peruanas de ascendencia china en cualquier generación, lo que es parecido a decir que se trata de alguien con un origen híbrido. Por lo tanto, Julia también se asume tusán. Refuerza su condición el hecho de vivir temporalmente en otros países (Argentina, Asia y Europa).
Wong nos abre una ventana a su cosmovisión, en la que compagina elementos identitarios, reflexiones vinculadas al lugar de origen con sentencias nacionalistas encaminadas a la defensa de los derechos por la integración total de los coterráneos por genética, nacimiento o estancia obligatoria después de migrar. Ella es ciudadana de su propio mundo, compaginado con un mosaico cultural al que nunca ha ignorado al grado de ser la punta del iceberg en esta publicación, sus poemas delatan inquietudes individuales sumadas a las colectivas. Por eso leemos en El chifa-Nación. Una pequeña casa de la cultura, con sabor multivitamínico.
Esos andamios nos sitúan en la categoría de ciudadanos; ahí, coexistimos con la acusación de come-perros. Ahí no hay etiqueta ni orden de cubiertos para el disfrute de las papilas gustativas porque en la boca, comienza donde, todo lo demás, termina…
¿Qué pinta en todo esto el actor Keanu Reeves? Yo creo que, a estas alturas, ya lo intuyen.
Está de por medio la empatía que siente Julia por este actor multicultural nacido en Beirut, de madre essexiana y padre hawaiano, con ascendencia nativo-hawaiana, china y europea. Keanu Reeves creció en Toronto y fue educado con modales ingleses por su madre; después se iría a Los Ángeles para hacer carrera como actor, sacando ventaja de su fisionomía asiática. Este proceso de asimilación de muchas culturas, combinado con sus logros profesionales, sin complejos multirraciales, fueron elementos seductores para la poeta.
Además, se suma una anécdota que Julia ha compartido en muchas entrevistas cuando habla del proceso creativo para este poemario: durante año y medio, a través de una red social, la contactó una persona que usó el nombre de Keanu Revees y mantuvo largas conversaciones con él —personaje del que no hay certeza que sea o no el actor—. Todo lo anterior sucedió en tiempo de pandemia, cuando tuvimos nuestra encerrona involuntaria, como bien la define la poeta tapatía Guadalupe Morfín.
Entre la inquietante duda que también compartió con Franky, su editor, se instala una doble fase dentro de la creación del poemario, que puede interpretarse como la decodificación de la otredad multirracial para volverla a codificar desde su paradigma personal y su estilo poético, sin dejar de lado la quimera romántica, evidente en el siguiente fragmento del poema Exvoto, para que llueva. Exvoto por desear a Keanu Reeves.
Te deseo dentro de mí, Keanu, como Robert Mapplethorpe deseaba a Ken Melody — confiesa….
En alguno de sus poemas, la escritora nos cuenta historias en las que Keanu Reeves pasa de ser su muso inspirador a un personaje y por momentos vuelve a encarnar a Neo interactuando con Trinity, como en su memorable filme Matrix. Un personaje ficticio que le provoca un amor fake, a través del universo creado dentro de la trama de esta película con una historia tan fake como la literatura misma, que entre letras nos exige a los lectores venir armados con nuestro pacto ambiguo actualizado, para no ponernos en jaque y darnos por vencidos al leer el primer poema. Y por si queda alguna duda, aquí un fragmento de Fake love.
Cada ficción coqueta de Netflix, explora una artista sobre la falsedad del amor…
En paralelo, Julia Wong completa el cuadro con referencias al lenguaje y costumbres peruanas. Así, cumple a pie juntillas al ofrecernos una muestra intelectual de lo que es para ella su país, asuntos de fondo, pero también de forma, costumbres populares y referencias gastronómicas, bien ejemplificadas en los fragmentos del poema El chifa-Nación. Una pequeña casa de la cultura, con sabor multivitamínico.
—Keanu , my love, have you ever tried chinese-peruvian food?
Los platos repetitivos, chaufa, sopa wan tan, en Perú, no se dice chop suey, se dice saltau, saltau de verduras, chancho, pollo, gallina, camarones, langostinos, champignones, con cashew, sin cashew, con ton ku, sin ton ku, con tausi, sin tausi…
La poeta se manifiesta en contra del racismo desde otro nivel, evidenciando por momentos contradicciones y abusos, pero sin superioridad; brinda argumentos contundentes, porque Perú es un país racista con mucha cholitud —rasgos indígenas—, esto no es solo para que nos enteremos, sino para dejar un registro de su denuncia. Keanu hace algo parecido en la industria del cine; dice Julia que él ha vuelto Hollywood un poco cholly, como la conquista de una posición en el cine de rubios que se traduce en una tajada para un grupo indígena. De ahí que en el poema Fake love diga: ¡Sal de Chollywood, Ken!.
Pero Julia Wong no es la única escritora preocupada por estos temas, su paisano, el poeta Juan Watanabe, tiene, más o menos, una historia parental parecida, con madre peruana que contrajo matrimonio con un chino migrante, pero él nunca conoció China, a diferencia de Wong; además, ella se identifica mucho con esta cultura porque, dice, que en todos lados a los que va siempre hay chinos, y eso le ha facilitado la integración en los países que ha vivido.
Hace unos días yo también creí que tendría una experiencia fake semejante a la de Wong. En una de las redes sociales, después de manifestar mi admiración permanente por el actor israelí Lior Raz, recibí cerca de cuatro propuestas de perfiles distintos como compensación a mi entusiasmo como fan del actor. Me decían que él estaba muy contento de que yo fuera tan buena seguidora y que tendrían un espacio VIP para mí. En el último perfil aparecían fotos del actor y se hacían pasar por él, haciendo énfasis en lo feliz que le hacía mi apoyo incondicional. Semanas después vi que Lior publicó en su perfil que él no estaba premiando a las fans de ninguna manera y que estos eran unos charlatanes. Así que no llegué a tener mi experiencia fake completa y tampoco logré escribir un solo poema dedicado a este magnífico actor israelí, de padre nacido en Irak y madre argelina. Aun así, mi admiración por su trabajo se mantiene intacta y es real.
Queda decir que la escritora ejerce un género que, creemos, está dedicado para lectores de altos niveles de cultura o gente que no disfruta de placeres mundanos o tan populares como el cine, que, no obstante, nos logra atrapar. Así que te invito a descubrir y disfrutar esos poemas en los que Julia Wong hace un homenaje a nuestro país y nuestra cultura porque ahí no hay nada fake.
18 poemas de fake love para Keanu Reeves. Julia Wong · Editorial Baluarte
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