
Francisco Javier Leyva Ortiz · Profesor de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, UNIVA Guadalajara
Mayo y junio fueron meses relacionados con la lucha por la visibilidad de la diversidad sexual, asimismo, marzo, se ha vuelto un mes asociado con la lucha por lo propio, por parte de las mujeres. De ambos grupos, se ha escuchado bastante, pero un tema que considero importante de abordar, especialmente entre las escuelas, tanto entre la población estudiantil, como docente, administrativa y de cualquier persona que labore en dichas instituciones, es este debate del lenguaje incluyente, pero para poder abordarlo, necesitamos primeramente hacernos ciertas preguntas:
¿Por qué es necesario un lenguaje incluyente? ¿Lenguaje incluyente, para quién o quiénes? ¿Qué características debe tener un lenguaje, para que, efectivamente, sea incluyente? E incluso, preguntarse ¿Hay más de una forma de poder hacer incluyente el lenguaje?
Primero que nada, entender por qué surge esta necesidad de pensar en un lenguaje incluyente. Por ejemplo, en español, se da sobre todo la crítica a que si, por ejemplo, hay un grupo de 49 niñas y solo 1 niño, en automático, se debe de decir: los niños. Desde esta idea, se ha hecho mucha crítica de la poca visibilidad que se da a varios grupos, empecemos por el primero:
Las mujeres y la propuesta de ‘las y los’
Desde la postura feminista más ortodoxa, se empezó a abogar para que, al momento de hablar, se diga: las y los maestros o las maestras y los maestros para visibilizar la presencia femenina, pues recordemos que la lengua está muy vinculada a la cultura de cada población, por lo que el hablar todo el tiempo en masculino, nos hace pensar en masculino y nos aleja de la posibilidad de pensar que, en un grupo de personas, pueda haber mujeres. Siguiendo esta lógica, también se hace la crítica de que está muy marcado incluso el rol de género a la hora de hablar, por ejemplo, se dice: los niños, los doctores, los abogados; pero casi siempre se decía: las secretarias, las amas de casa, las enfermeras.
Sin embargo, esta opción podría estar rebasada y ser obsoleta dentro de poco tiempo, por dos razones principales: primero, porque, si optas por decir: las y los maestros, de todos modos, predomina el sustantivo masculino: maestros; y si se opta por escribir las maestras y los maestros a veces llega a ser muy largo de redactar y de hablar todo el tiempo, mencionando la terminación a y o al final. A la hora de escribir, esto se puede simplificar con la ya usada desde hace décadas: @ o as/os. Y la segunda razón, y tal vez, la más importante, porque, si bien le da visibilidad a un grupo, como son las mujeres, invisibiliza a otros grupos, y aquí es donde entraremos a la segunda etapa histórica de este lenguaje incluyente:
La identidad de género y las propuestas ‘les, lxs…’
Ahora bien, sin entrar en mucho detalle, porque daría para una explicación muy larga, se puede decir que hay muchos estudios sobre el género, específicamente, para diferenciar el género, del sexo. Sexos solamente hay dos: hombre y mujer. Es la cuestión biológica, el sexo con el que naces. Sin embargo, el tema del género, ya es diferente. Se puede decir que el sexo es: hombre y mujer; mientras que el género es masculino o femenino. Siguiendo esta lógica, se empezó a cuestionar si el género era más una cuestión social, que biológica, una cuestión más de identidad, es decir, con lo que identificas como: masculino o femenino. De ahí surgen, por ejemplo, los roles de género, es decir, esas normas sociales de lo que es considerado como femenino y masculino a través de las actividades, colores o ropa que son para mujeres y las que son para hombres, por ejemplo.
Entendiendo esto, se comprende que ha habido un hartazgo de varias personas de querer vincular lo que es ser hombre o ser mujer y que se quisiera crear una tercera alternativa: una identidad no binaria, es decir, que no está en el binomio: hombre/mujer, como si fueran las dos únicas opciones que tienes en la vida seguir esos roles de género, especialmente porque existen muchas personas que, desde muy temprana edad, nunca se han identificado con lo tradicionalmente ni con lo masculino, ni con lo femenino o, en su defecto, en identificarse con ambos, o incluso, con algo diferente.
A esto, se suman las personas intersexuales, es decir, las personas que nacen con los dos sexos biológicos, y las personas transgénero y transexuales, donde, la mayoría de las veces, desde muy tierna edad, no se sienten cómodas con su sexo de nacimiento y ya saben que su identidad de género, es la del otro binomio, por ejemplo, una persona que nace con los genitales masculinos y que se identifica como mujer.
Comprendiendo esta diversidad de identidades de género, se intenta dar visibilidad a todas ellas, quitando el sistema binario de las y los, para sustituirlo por uno donde consideren que sí se les incluye, por ello, se han hecho propuestas de sustituir los sustantivos con terminación a/o por una letra e o incluso, por una letra x.
Sin embargo, hay varios problemas: por un lado, la poca aceptación por parte de varias personas de esta alternativa, muchas veces usando argumentos de que la lengua española, no es así y de que la están deformando; por otro lado, si se opta por escribir con la letra x, es difícil saber cómo se pronuncia verbalmente, y finalmente, que a veces ni siquiera la gente que propone esta alternativa, consigue hablar todo el tiempo con su propio lenguaje, ya que el subconsciente traiciona y terminan usando pronombres masculinos o femeninos en más de alguna ocasión, por lo que usar la x y la e, parece más propaganda al inicio de una oración, pero que conforme van hablando más, se vuelve más difícil mantener la misma coherencia.
Entonces ¿Qué opción u opciones tenemos?
Es importante no minimizar las luchas de estos grupos, la idea de visibilizar, a través del lenguaje tiene mucho peso. Si bien es cierto que la lengua española va cambiando conforme pasa el tiempo, no podemos argumentar que ya en automático, va a cambiar y que todo el mundo va a empezar a hablar con terminaciones e o x. Si bien es cuestión de tiempo, tendrán que pasar décadas o siglos para ver si, efectivamente, cambio la lengua y se consiguió sustituir por completo los sustantivos o si fue simplemente, una moda pasajera.
Lo importante es encontrar un punto medio, donde todas las personas de nuestra sociedad, se sientan incluidas y sus ideas, reconocidas y validadas. Primeramente, (y esto, va dirigido a todos los grupos mencionados anteriormente) se debe saber que el español es un idioma muy rico, tiene muchísimas palabras y sí, existen ya muchas palabras, sin género.
Por ejemplo: sustantivos con terminación e, ya existen, como: estudiantes, docentes, ponentes, clientes, presidentes, etc. Todas ellas, son sin género. Por alguna extraña razón, se empezó a pensar que eran palabras masculinas y se empezaron a crear las opciones de: presidenta o clienta, sin embargo, sigue sin existir: ponenta o estudianta; y es que, en realidad, no es necesario ponerle una terminación a a los sustantivos que terminan en letra e, ya son sin género, lo cual, permite que cualquier persona pueda sentirse identificada con estas palabras.
Otro caso, son los sustantivos que hacen alusión a una persona o a un grupo de personas, donde no hay un género evidente, por ejemplo: persona, sociedad, población, ciudadanía, grupo, gente, alumnado, cuerpo docente, personal administrativo, etc. Esto es importante, ya que finalmente, la lucha de estas personas, sobre todo, de las personas no binarias, es justamente eso: que no se les vea como un hombre o como una mujer, sino como una persona.
En conclusión, el punto del lenguaje incluyente es justamente eso: encontrar palabras donde puedan sentir que se incluye a todas las personas, de todo tipo. ¿Es necesario el lenguaje incluyente? Sí. ¿Tenemos que hablar diciendo: las/les/lxs para que sea lenguaje incluyente? No necesariamente, como se pudo observar, existe más de una forma de comunicar con un lenguaje incluyente, ya existen palabras incluyentes en la lengua española, sin necesidad de modificarla, y se deberían de empezar a usar estos sustantivos sin género ya existentes en el español, para sustituir los sustantivos con terminaciones masculinas, por ejemplo: decir docentes, en lugar de maestros; estudiantes o alumnado, por no decir alumnos, etc. Esta alternativa funciona para quienes no estén a favor de utilizar las terminaciones e o x. Por otro lado, el uso de las y los, si bien todavía se usa, sobre todo, por mujeres, tal vez en un futuro próximo, quede en desuso, puesto que este lenguaje incluyente, ya se está volviendo excluyente, al ser un sistema binario e, irónicamente, la misma lengua española, cuenta con sustantivos más incluyentes que las terminaciones as/os.
Muchas veces se argumenta que, si realmente se quiere un lenguaje incluyente, mejor se debería enseñar lenguas de señas, lenguas indígenas, implementar Sistema Braille y demás. Muchas personas que apoyan el uso de las, les, lxs, entre otras opciones, consideran que son temas diferentes. Sean o no sean dos luchas diferentes, es verdad que no podremos hablar de inclusión, si no pensamos también en que cada vez se vuelva más accesible para todo mundo el aprender estas lenguas, el que haya un verdadero y profundo interés por aprenderlas, exigir que todos los servicios tengan mínimo una persona o la tecnología que sepa cómo comunicar para las personas con discapacidad visual, auditiva o cuya lengua materna sea una lengua indígena, para poder, verdaderamente, construir una cultura de la inclusión. Así que, de la misma forma en la que enoja y molesta cuando una persona habla o no habla con lenguaje incluyente, esa misma molestia se debería generar, cuando veamos que no existe accesibilidad e inclusión hacia estas personas.