
Miguel Angel Cocula Uribe – Coordinador del Psicopedagógico
El pasado 10 de octubre se conmemoró, a nivel mundial, el Día de la Salud Mental. Llevamos 33 años conmemorando el Día Mundial de la Salud Mental, un tema que claramente es relevante y necesario abordar en todos los ámbitos del quehacer humano. Este año se enfocó en la salud mental en el trabajo, una tarea pendiente para todas las empresas, que deben poner un mayor foco de atención en los factores laborales que afectan a sus colaboradores y en la manera en que se cuida la salud mental de estos en cada uno de los sectores empresariales.
El tema de la salud mental es muy amplio y abarca todos los ámbitos de la actividad humana y todas las etapas de la vida. Aunque hace varios años se utiliza el término salud mental, este sigue reconfigurándose. Fue a partir de la pandemia por la COVID-19 cuando se mantuvo un mayor foco de atención en el tema y, si bien esa atención se ha sostenido con el tiempo, ya no es constante para la mayoría de las personas.
Sin embargo, podríamos decir que, para la población en general, ha despertado una mayor inquietud, así como un reconocimiento del impacto de su bienestar mental por las actividades de la vida cotidiana; por tanto, se observa una mayor apertura y flexibilidad para abordar las problemáticas que conlleva este tópico.
Pero ¿qué es aquello que llamamos salud mental?
En un principio se entendía la salud mental como un estado que podíamos alcanzar como personas, en el cual, mediante el uso de nuestros recursos y habilidades, podíamos afrontar las diferentes problemáticas de la vida y ser productivos en la sociedad. Sin embargo, actualmente —y a raíz de lo comentado anteriormente, desencadenado por la pandemia— varios expertos sostienen que ya no se concibe solamente como un estado de la persona, sino como un proceso por el que transaccionamos como individuos y que nos permite (o no) tener salud mental.
¿Qué quiere decir esto? Que la salud mental no es algo que podamos lograr y ya, como si fuera una meta alcanzada, sino que los contextos en los que nos movemos influyen directamente en sí
podemos hacer uso de esas herramientas y recursos personales; si los espacios donde convivimos son validantes y flexibles, nos ayudan a desarrollar estas herramientas y las maneras de afrontamiento para seguir siendo productivos en nuestra sociedad.
Resultaba fácil pensar que todo dependía de uno mismo, o que todo está dentro de nosotros para hacer frente a las dificultades; que, si una persona consume alguna sustancia nociva, se siente deprimida, ansiosa o no duerme bien por las noches, por su deseo y fuerza de voluntad puede resolver dichas problemáticas y dejar de afectar su salud. Pues no es así. Nuestro contexto nos define, facilita o dificulta nuestro desarrollo y cómo afrontamos las adversidades que se presentan en nuestro día a día.
Y entonces, ¿qué estamos haciendo en cada uno de nuestros contextos para promover la salud mental? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué lecciones estamos mostrando a las nuevas generaciones sobre cómo cuidarnos y autocuidarnos? Las respuestas no son sencillas, pero encontramos más valor en las preguntas que en tratar de responderlas deprisa, como si fuera una necesidad tener una respuesta para todo. Miremos hacia nuestra comunidad: miremos a nuestros jóvenes, a las personas adultas mayores, a las mujeres, a los hombres, a la infancia y a las personas con alguna condición de vida; ahí podemos encontrar respuestas, pues en cada comunidad, en cada cultura, ambiente y contexto se identifican claramente las necesidades que intentan enfrentar las personas. Analicemos y pensemos bien las estrategias a implementar, basémonos en la evidencia y repliquemos aquellas ideas que han funcionado de manera efectiva y eficiente en otros lugares, adecuándolas a nuestros contextos.
Dejemos de lado los prejuicios y la desinformación acerca de lo mismo, vale más tener tiempo para dormir que mil horas de cursos donde nos digan cómo dormir mejor. Hagamos que realmente nos importe la salud del otro, cómo nos importa la nuestra. Mostrémonos compasivos con aquellos que están pasando por una situación difícil o que viven con un trastorno mental; vivamos nuestra comunidad todos los días, para no sobrevivir cada día.