Mtro. Óscar Jiménez Mayorga • Docente UNIVA Plantel Guadalajara
Importante pregunta que cada uno de los que nos decimos cristianos deberíamos de hacernos; más en esta época en la cual se conmemora la navidad. San Mateo nos narra en su evangelio lo siguiente:
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas». «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?». Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. (Mt 16, 13-19).
Citado el pasaje anterior me permitiría de nuevo cuestionar quién es y qué representa Jesús para el mundo, para nuestra sociedad actual… para ti; porque vivimos en una época en la que todo se discute, pero sin argumentos y cuando los hay, no se aceptan porque la verdad no siempre es agradable y/o digerible.
La navidad tiene un sentido plenamente religioso y no como se nos presenta hoy con tintes meramente mercadológicos y materialistas que basan el valor de las personas, en el costo y marcas de los bienes que se obsequian entre unos y otros, más que en lo que origina esta festividad. Más caóticas y vanales se vuelven estas celebraciones cuando se pretende eliminar de las mismas al festejado, poniendo en tela de juicio hasta su existencia, sin embargo, podemos ver que muchos escritores y sabios antiguos que hablan de la existencia de Jesús entre los que podemos mencionar a:
Flavio Josefo (37 – 100) quien describió a Jesús “como un hombre sabio, si era lícito llamarlo hombre. Pues fue un hacedor de prodigios y maestro de los hombres que recibían la verdad con placer. Atrajo a muchos judíos y gentiles; y Pilato, a sugestión de nuestros principales hombres lo condenó a la cruz. Los que lo seguían (no dejaron de hacerlo) y se les apareció al tercer día, según los profetas divinos habían predicho ésta y otras diez mil cosas maravillosas concernientes a él; y la casta de los cristianos, no se han extinguido hasta el momento.
Tácito (56 – 120) Describe en sus anales (115 – 117) a un tal Christus, de quien deriva el nombre (de cristianos); que fue condenado a muerte durante el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato.
Si gracias a estos autores (fuera del cristianismo) tenemos evidencia de la existencia de ese Mesías prometido al pueblo judío ¿con qué seguridad se pone en entre dicho?
El nacimiento de Jesucristo no sólo impacta la historia y la divide en antes y después de Él, viene a revelarnos el plan de salvación y de cómo podemos acceder a la vida futura y eterna; a la contemplación de la gloria de Dios y que sólo acceden los que lo han seguido hasta el final, permaneciendo fieles, inclusive poniendo de por medio su vida. De igual forma nos da vivo testimonio de que el hombre no necesita tener abundantes recursos económicos y materiales en la vida, puesto que Él mismo nació en una humilde cueva y fue recostado en un pesebre, en la mayor de las incomodidades y sin lujos, como lo siguió haciendo en su vida pública. Su ejemplo congruente de vida le da sentido a nuestra existencia que a veces se muestra sombría y sin valor como lo menciona el Papa Francisco en su carta apostólica Admirabile signum:
“Pensemos en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas. Pues bien, incluso en esos instantes, Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento (cf. Lc 1,79)”.
Redescubramos el sentido de la venida de Cristo y de la verdadera navidad, celebrémosla en familia y compartamos la felicidad.