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La oposición como negación

Dr. Fernando Sánchez Martínez • Docente de Ciencias Sociales y Humanidades UNIVA

 

La oposición, a partir de este día es lo que Jesús va a encontrar a lo largo de esta semana, ya que, así como es celebrado, vitoreado el domingo, enseguida se cierne un manto de oscuridad, de silencio, de abandono. Jesús al presentarse a las puertas de Jerusalén es consciente de lo que viene, el sufrimiento, la muerte. Sabe que se quedará solo, abandonado por los que le aman, por sus amigos temerosos también de sufrir la misma suerte. Este sufrimiento es el mismo ayer y hoy, el de los que padecen injusticias, aquellos que tienen que migrar de su lugar de origen por diversas causas, falta de oportunidades, delincuencia organizada, pobreza, los abandonados, los que “no son como nosotros”. Saben que no serán bien vistos, mucho menos aceptados o recibidos, porque les hemos abandonado, les hemos hecho a un lado, marginado, sin darnos cuenta de que es al mismo Jesús al que rechazamos. Pero, adquieren tal reto, conscientes que es necesario luchar por un lugar donde puedan desarrollarse, vivir como personas, con dignidad, como hijos de Dios.

Esta dignidad recibida nos es dada gracias al Hijo, pero además, debe ser interpretada desde el diálogo con la cultura, un diálogo centrado en la verdad que se revela en Cristo Jesús, donde si “quien me escucha no conoce, o no acepta mi lenguaje, deberé traducirlo en otros términos, o apoyarme en los valores más admitidos como puedan ser la dignidad de la persona… con sus implicaciones racionales y éticas” (Villar, 2007, p.220), este dialogar desde la fe para poder mostrar lo más fundamental del mensaje cristiano, podrá incluso interpelar al ámbito cultural, mostrando y haciendo frente a los retos globales desde la forma de vida e identidad cristiana, para lograr ser luz y guía al mismo tiempo, en cualquier situación en la que se encuentre inmerso el hombre y la naturaleza a la que está llamado a cuidar de manera especial.

Esta relación con Cristo, hace al creyente constituirse en una nueva connotación ontológica, es decir, gracias al Hijo hemos sido hechos hijos para Dios, hijos en el Hijo por lo tanto hermanos, llamados a la santidad desde la situación específica de cada creyente, independientemente de la condición de cada uno, tomando como punto de partida la solidaridad, haciendo frente y luchando en contra de la negación del otro, del diferente, del homosexual, del marginado, del drogodependiente, porque todos somos hijos, todos somos hermanos.

De esta manera es que, con el inicio de la semana santa y al igual que Jesús, es necesario hacer frente a la oposición que trata de negar los derechos de los demás, hacer frente a la oposición de nuestra propia ignorancia y ceguera tanto espiritual, como humana, porque solo al reconocer y luchar por los derechos de los demás, -con lo que particularmente se caracterizó este mes de marzo- es como podremos resucitar con Cristo a una concepción más humana de lo que es ser persona.

Referencias

Villar, J. (2007). Identidad cristiana y formación teológica. En Identidad cristiana. Coloquios universitarios. Ed EUNSA. España

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