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La identidad del sentir

Mtro. Miguel Camarena Agudo • Encargado de Corrección y Estilo UNIVA

 

La consciencia está determinada por el contexto socioeconómico. La influencia de este es en mayor o menor medida irrefutable. Mucho de lo aprendido proviene de nuestras interacciones familiares, barriales, escolares, laborales, etc., y obviamente cada clase social tiene un conjunto de valores, tradiciones, prácticas e ideas distintivas; aunque bueno, hoy en día pareciera que éstas se han disipado, de alguna u otra manera. Pero siempre habrá ciertas características distintivas entre clases sociales, así como entre los individuos que las componen.

Los contextos definen de alguna u otra manera nuestras biografías. No es lo mismo nacer en el en el barrio, que en un fraccionamiento de prestigio. No es lo mismo crecer en la colonia Jalisco, Loma Dorada, El Colli, que en Chapalita, Bugambilias o Providencia. Las interacciones son distintas. Galeano en su libro de Patas arriba hizo una distinción al respecto, hablando en específico de los niños:

Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños.

Esto no es una ley que deba cumplirse irremediablemente. Dado que las combinaciones de comportamientos en relación a una condición de clase, se pueden dar y no se limitan ni a los niños ni a un estrato social; por ejemplo, puede haber personas ricas que no se comportan como dinero sino como basura. Silvio Rodríguez en una canción lo plantea del siguiente modo:

Unos festejan sus millones,

otros la camisita limpia

y hay quien no sabe qué es brindar…

Tener no es signo de malvado

y no tener tampoco es prueba

de que acompañe la virtud;

pero el que nace bien parado,

en procurarse lo que anhela

no tiene que invertir salud

La condición económica y social no determina la calidad moral o el nivel intelectual y cultural de una persona. Así como, poseer un amplio conocimiento cultural no exime a nadie de hacer el mal o ser un imbécil; la tildada “ignorancia intelectual” no priva a las personas de poder amar o contemplar la belleza. Ni la gran lectura, ni la música, ni el arte han podido impedir la barbarie total. Han llegado a ser el ornamento de esa barbarie… A menudo han proporcionado el decorado, una fioritura, un hermoso marco para el horror, dijo al respecto George Steiner. De la misma manera la riqueza y la pobreza de vivencias no dependen en absoluto de la riqueza y la pobreza económica; dependen de la sensibilidad que uno logre desarrollar. Para Sartre, somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Y tiene razón, porque lo más importante de nuestras vidas gira en torno de lo que nos han hecho sentir, sentimos y hacemos con ello. Pues el peso de sentimiento radica en su congruencia y en su imposibilidad falsearse. El pensamiento y las ideas, en cambio, no necesariamente coinciden con el ser. El pensamiento se atora en el pasado o se lanza como un anzuelo atado a un cáñamo hacia un futuro inexistente. Las ideas se traicionan según el postor. El sentimiento es presente puro, incluso cuando se le recuerde, es un presente continuo en el sentido bergsoniano de la duración, pues ésta, nunca deja de ser mientras vivimos; es una, del útero a la tumba.

Y en gran medida el arte está hecho de sentimientos y presiento que en el caso de la literatura en específico, hay una clara intención de contar algo memorable. Porque tenemos una disposición natural a guardar lo significativo. El arte es un medio para compartir e incubar en los otros un sentimiento; el arte crea identidad con el otro y ayuda a superar los moldes sociales, familiares, culturales y educativos. Más allá de clases, colores, géneros y credos. Si bien, este puede ser manipulado para fines ideológicos o de clase, cuando una obra toca la condición humana, no tiene otra ideología que la de lo humano. Pues es ahí, en esa región, en la del arte y el sentimiento, donde se suspenden los condicionamientos socioeconómicos, como sucede en un concierto de rock cuando todos cantan una misma canción.

Sentir significa estar implicado, anudar lazos con la exterioridad, fundir la intención con el afecto. Sentir no ciega, agranda la mirada sobre las cosas, las conecta y aproxima de manera original, sin hacer caso a métodos y sistemas. Sentir es comprender el mundo desde la intimidad, tener consciencia de existir aquí y ahora, explorar el sentido adecuado para cada circunstancia.

 

                                                                                                                                              -Elide Pitarello

 

 

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