Mtra. Kathia Georgina Téllez Pimienta • Docente UNIVA Querétaro
Durante los procesos de aprendizaje, nuestro cerebro necesita adquirir especialmente ácidos grasos omega 3 y 6, además de vitaminas, minerales y antoxidantes. Gracias a éstos, se modula con mayor facilidad la señal eléctrica que permite la comunicación interneuronal, favoreciendo la toma de decisiones y la memoria. Sin embargo, es importante evitar la ingesta excesiva de alimentos hipercalóricos, pues son altamente adictivos por su componente hedónico y se están conociendo los daños que las dietas ricas en carbohidratos y grasas causan sobre el Sistema Nervioso Central (SNC).
Nuestro cerebro demanda alrededor del 30% de la ingesta energética diaria, por lo que es necesario obtener glucosa de nuestros alimentos. Dentro de nuestro cerebro tenemos el hipocampo, que es la estructura implicada en los aspectos de la memoria. El tamaño del hipocampo se ve relacionado con la cantidad de glucosa ingerida durante el día, el cual disminuye ante el consumo excesivo o deficiente de ésta, por lo que es indispensable asegurar una ingesta adecuada a través de los alimentos, especialmente frutas y verduras. Otro efecto importante y peligroso que acelera la neuroinflamación y el envejecimiento celular es el aumento de especies reactivas de oxígeno (ROS) que permean la barrera hematoencefálica y provoca el aumento de depósitos de grasa, lo que conduce a aumentar las citocinas proinflamatorias, manteniendo un estado crónico de neuroinflamación. El resultado a mediano plazo es la infiltración de macrófagos (microglía) y su inherente destrucción tisular. Así, la activación de la microglía en la obesidad dada por la dieta hipercalórica es capaz de destruir neuronas vivas, y a largo plazo disminuye la función hipocampal, especialmente la memoria espacial (Reichetl et al., 2018). Aunado a lo anterior, las tendencias mundiales exhiben que el aumento de colesterol, triglicéridos y lipoproteínas de alta densidad en la sangre derivados de la dieta hipercalórica, disminuye el desempeño cognitivo. Lo mismo se ha observado en episodios de hiperglucemia, en los que la resistencia a la insulina impide la degradación de la proteína β-mieloide, cuya acumulación induce la muerte neuronal (Hernández-Ledesma et al., 2020).
¿Cómo podríamos evitar o disminuir estos efectos? Se ha visto que diversos alimentos como la curcumina (ya sea en polvo o té), disminuye no sólo el estado de inflamación sistémica y neuronal, sino también la activación de la microglía, factor de necrosis tumoral y prostaglandinas, bloqueando factores transcripcionales de inflamación por citocinas proinflamatorias y manteniendo el tejido libre de daños por neuroinflamación (Yu et al., 2018). También el consumo regular de vegetales frescos bajo el modelo de la dieta mediterránea, contribuye a la disminución de ROS y posee efectos antiinflamatorios y cardioprotectores.
Bajo las consideraciones anteriores, es necesario remover el ambiente obesogénico que la pandemia trajo consigo. Explicar a los niños el motivo por el cual deben escoger alimentos frescos como frutas y verduras crudos o salteados, carne asada, huevos y lácteos, y eliminar el consumo de dulces, caramelos, galletas y bebidas azucaradas. Para los mayores de tres años, el consumo regular de chocolate con poco azúcar contribuye a la secreción de dopamina, triptófano y serotonina; el problema real es la cantidad y frecuencia de consumo de chocolate con azúcar y grasa. En niños diagnosticados con TDAH funciona muy bien eliminar las bebidas azucaradas, minimizar el consumo de alimentos hipercalóricos, y favorecer el consumo de semillas oleaginosas como nueces, almendras y cacahuates, ricos en ácidos grasos poliinsaturados que también están disponibles en los alimentos de origen vegetal, como el aceite de oliva. Además de cuidar la alimentación, una estrategia infalible para reducir el estrés, la ansiedad y la consecuente necesidad de buscar placer en los alimentos es tener demostraciones afectivas, y permitiendo en casa un ambiente de comunicación, tolerancia y armonía.
Si al lector le interesa profundizar en la temática de esta columna, comparto las siguientes bibliografías:
· Álvarez HE, Kahl S, Seelig A, Begovatz A, Irmler M, Kupriyanova Y, Nowotny B, Nowotny P, Herder C, Barosa C, Carvalho F, Rozman J, Neschen S, Jones JG, Beckers J, Hrabe Dam, Roden M (2017). La ingesta aguda de grasas en la dieta inicia alteraciones en el metabolismo energético y la resistencia a la insulina. DOI: 10.1172 / JCI89444
· Hernández-Ledesma AL, Rodríguez-Méndez AJ, Galalrdo-Vidal LS, García-Gasca T, Alatorre-Cruz JM, García-Solís P, López-Reyes J, Solís-Saínz JC. (2020). Perfil lipídico: ¿relación causal sobre el rendimiento cognitivo en la esclerosis múltiple? DOI: 10.1007 / s11033-020-06011-3
· Reichelt AC, Stoeckel LE, Reagan LP, Winstanley CA, Página KA (2018). Influencias de la dieta en la cognición. DOI: 10.1016 / j.physbeh.2018.02.052
· Yu Y, Shen Q, Lai Y, Park S, Ou X, Lin D, Jin M, Zhang W (2018). Efectos antiinflamatorios de la curcumina en las células microgliales. Doi: 10.3389 / fphar.2018.00386