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Mtro. Miguel Camarena Agudo • Encargado de corrección y estilo del Sistema UNIVA

 

Es bueno mantener un pie dentro de la literatura, puesto que en las novelas,

e incluso en los ensayos mundanos, uno no aprende más que a estar allí dentro,

como quien mira hacia la calle en espera de que algo fuera de lo normal acontezca.

                                                                                                                                            Guillermo Fadanelli

 

La biografía de los individuos cada vez se empobrece más, reduciéndose el consumo de productos culturales de poco valor, en su mayoría. No obstante que todo eso les hace perder densidad, además, los distrae de lo más importante, que es la vida. Bukowski dijo alguna vez que le gustaba pasar el tiempo en las cantinas porque en esos lugares, además del alcohol, se encontraba con gente real y siempre sucedía algo susceptible de recordar. Por su parte William Faulkner (Premio Nobel de Literatura) en una entrevista que le hizo la Partisan Review dijo que el trabajo ideal para él, sería en un burdel; porque en la noche sucedían muchas cosas y en el día había mucho tiempo para escribir; yo me pregunto, ¿si el tango nació en un burdel por qué la buena literatura no podría hacerlo?

Pero bueno, lo que estos escritores, incluyendo a Fadanelli, han tratado de decir es, que para escribir hay que vivir, hay que aventurarse en ese arriesgado oficio de vivir, sea en el lugar que sea, lo importante es hacerlo. Y para ello no sirven las pantallas, porque la vida está en otra parte. Está en el contacto con el mundo, con la naturaleza, con el otro. Pero, desgraciadamente la relación de muchas personas con la realidad, hoy en día, ha sido mediatizada por pantallas, sin dejar de decir que, la relación con las cosas se ha vuelto algo más importante que su relación con las personas y el entorno. Sospecho que de ahí viene en parte, el anquilosamiento y la podredumbre del espíritu humano.

Per se la vida es un vuelo de ave con muy pocos momentos memorables. Ginsberg calculó en tan sólo un 10% esos sucesos de extrema felicidad, alegría y gozo. No por algo él y la generación beat anduvieron de aquí para allá llenándose los bolsillos de historias. Desde luego, no todos tienen la posibilidad de andar por todos lados, pero esto se debe principalmente a una ergonómica abulia, muy bien publicitada. En un tiempo no muy lejano muchas de las personas hablarán solamente de series o películas que vieron en Netflix, encerrados todo el fin de semana; alejados de toda autenticidad u originalidad empírica y totalmente homogeneizados. Una verdadera tragedia griega.

Por eso considero que la literatura y la filosofía son grandes alicientes para vivir. Porque, precisamente en esos momentos en que no le sucede nada a la vida, se puede uno meter a hurgar entre las páginas de un libro y encontrarse historias e ideas sorprendentes o por lo menos, diferentes. Los libros son un remedio efectivo para curarnos de la monotonía y alejarnos del reino de lo igual, además de que pueden provocar el libre pensamiento. Desgraciadamente para leer se necesita de silencio (no necesariamente), soledad, e imaginación; tres condiciones cuasi imposibles en un mundo conectado 24 por 7 y lleno de productos ya acabados.

Pero, como bien dice Michael Duane donde haya necesidad de leer, los hombres leerán. Leer es un placer y como todo buen placer, a nadie se le debe obligar a ello. Los libros llegarán a las personas tarde o temprano y tendrán una función en sus vidas, de eso no hay ninguna duda. Y si no llegan, no importa, hay que dedicarse a vivir. Al final de todo, la vida es más grande y no cabe en ningún producto humano, llámese literatura, ciencia, filosofía, tecnología, etc., porque la vida es la condición y necesidad de toda la creatividad humana. No por nada, Pablo Neruda tituló a su libro autobiográfico Confieso que he vivido y Gabriel García Márquez al suyo, Vivir para contarla.

 

Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida

que la muerte tiemble al recibirnos.

                                                                                                                                            Charles Bukowski

 

P.D. Hoy que se celebra el Día Internacional del Libro y aprovechando que estamos en cuarentena, no quisiera dejar pasar la oportunidad de compartir algunos títulos de libros y otras piezas literarias sueltas:

Figuras humanas de Luis Jorge Boone. (Cuentos)

Andar una filosofía de Frédéric Gros. (Ensayo)

De repente un toquido en la puerta de Etgar Keret. (Cuentos)

Entonces sólo la noche de Enrique Ferrari. (Cuentos)

Cazador de historias de Eduardo Galeano. (Indefinido)

Pedro Páramo de Juan Rulfo. (Novela)

Lodo de Guillermo Fadanelli. (Novela)

La resistencia de Ernesto Sabato. (Ensayo)

El genio de la multitud de Charles Bukowski. (Poema)

Tengo de Nicolás Guillén. (Poema)

Sobre la poesía de Juan Gelman. (Poema)

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