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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Tal vez ninguna institución humana se salve del grave delito de manipular conciencias a lo largo y ancho de nuestra historia conocida, pero es evidente que mientras mayor es el nivel de desarrollo de una persona o de una sociedad, menor es su riesgo de ser manipulada.

En este mes de junio se cumplen doscientos años de la proclamación de la Independencia de la entonces Intendencia de Guadalajara, con la entrada a esta capital del Ejército Trigarante. Recordarlo, celebrarlo, enseñarlo, nos dejaría una estupenda lección, pero es el caso, que para que estas cosas sucedan, se requiere de la participación de las instituciones tanto públicas como privadas, particularmente las gubernamentales y las educativas, que al parecer decidieron, con el poder que les da su alto estatus, no tomar en cuenta una efeméride tan significativa.

Para gobiernos manipuladores, la historia es una especie de “bufet” del cual ellos seleccionan de acuerdo a su particular gusto, qué sí y qué no se debe celebrar, y así mismo lo imponen a la sociedad, a la cual mantienen, por este recurso, en la ignorancia de su pasado y de su misma identidad.

Para este tipo de gobiernos es más importante festejar el inicio incierto de un movimiento turbulento y confuso, al que llaman “Grito de Dolores”, que la consumación final y exitosa de aquellos caóticos inicios, tan estériles en su momento.

Desde luego que en 1810 la enorme mayoría de los habitantes de la Nueva España ni querían ni esperaban una independencia, y enemigos de semejante causa lo fueron en primer sitio la mayor parte de las comunidades indígenas. ¿Debían quedarse en esa actitud? o ¿tenían derecho de evolucionar?

Es un hecho histórico admirable que tanto la sociedad como sus líderes, inicialmente opuestos a la independencia, a lo largo de once años evolucionaron, advirtieron con mayor calma los beneficios de una emancipación, y así decidieron unir esfuerzos y voluntades para que, en efecto, la Nueva España fuera independiente.

Pionera en este proceso fue la Intendencia de Guadalajara, bajo el liderazgo del obispo español Juan Cruz Ruiz de Cabañas, quien originalmente se había opuesto al movimiento de Hidalgo, pero que igualmente evolucionó hasta convertirse en una de las piezas clave para el logro de esta causa, acción decisiva que sin embargo jamás se le ha tomado en cuenta, paradójicamente, los políticos y sus historiadores a sueldo, no le han perdonado el que evolucionara, el que cambiara de opinión, aún si justamente ese cambio, favoreció el ideal que se perseguía.

Queda claramente evidenciado el poder manipulador del Estado cuando simplemente ignora y borra de la conciencia jalisciense estos memorables acontecimientos, si en cambio decide celebrar otros posteriores, demuestra de nuevo ese afán de manipular la historia como si se tratara de un bufet puesto a su elección. Con la continuidad de estas actitudes lo que se logra es mantener a la comunidad en la ignorancia de su verdadero pasado, en el desconocimiento de lo que es capaz de hacer cuando logra unir voluntades y acciones en aras de una meta común valiosa. Bien se ve que mientras que aquellos antepasados nuestros fueron capaces de evolucionar, nuestros políticos y sus “historiadores” nomás no lo pueden hacer, y ya han pasado ¡doscientos años!

 

Publicado en El Informador del domingo 6 de junio de 2021

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