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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Cuando deseamos un feliz año 2021 para todos, lo hacemos recordando que la verdadera felicidad es incondicional, no depende de factores externos a nosotros mismos, ya que la felicidad, en parte, es efecto de nuestra forma de pensar y, en parte, es una decisión que tomamos.

Si nuestra felicidad depende de otros, sea como afecto o reconocimiento, o de obtener cosas, condiciones o estados determinados, esa felicidad jamás llegará, porque para quien se pone en ese plan nunca es suficiente nada. La felicidad es el efecto inmediato de aceptar la realidad tal como es. Asumir y hacer vida esta aceptación cotidiana es una decisión.

Desear un año próspero en las actuales circunstancias puede sonar a demasiado optimismo, y lo es, siempre y cuando recordemos que el optimismo no es una creencia: “creo que el próximo año será mejor”, ni un buen deseo: “espero que el próximo año sea mejor”. El optimismo es fundamentalmente una actitud: haré que el próximo año sea mejor, decisión que camina sobre tres ejes: inteligencia, creatividad y fuerza de voluntad, todo alentado por un poderoso motor que se llama “ideal”.

La inteligencia nos ayuda a identificar objetivamente la realidad sin caer en temores paralizantes o torpes ingenuidades. El próximo año nos plantea retos aún mayores que el actual, sobre todo en materia económica y social, toda vez que la cuestión sanitaria va encontrando caminos de solución, mientras que la económica exigirá un esfuerzo más prolongado, con efectos serios en la dinámica de la sociedad y en la manera en que nos relacionamos.

La misma inteligencia es lo que nos permitirá identificar las vetas grandes donde hay que invertir, dejar las improductivas, cambiar los giros caducos, aprender siempre nuevas formas de trabajar, descubrir nuevas áreas, nuevos campos y nichos de oportunidad.

La creatividad, por su parte, es la capacidad para ver lo que todo mundo ve, pero verlo de distinta manera, armar el mismo rompecabezas con formas que a nadie se le habían ocurrido, pero que también estaban ahí. Esto supone saberse apoyar en las personas que ven oportunidades y soluciones donde otros solamente ven obstáculos y problemas.

La fuerza de voluntad es una energía interior, un músculo que se debe ejercitar día tras día, venciendo una y otra vez nuestra tendencia a lo más fácil, lo más cómodo o placentero, lo rutinario, aquello a lo que estamos acostumbrados. La voluntad es lo que nos impulsa a volver a empezar cuantas veces sea necesario sin importar la fatiga y el costo.

El ideal es lo que anima y estimula el esfuerzo, es el propósito fijado, la meta establecida, lo que deseamos aprender, ser, o lograr, porque sabemos que es positivo y nos integra, además, si nuestra meta es noble, ennoblecerá nuestro empeño y dará abundante fruto. Por otra parte, nuestras metas no pueden seguir siendo egoístas, debemos aprender a pensar, trabajar y ganar en primera persona de plural, pues este es el único medio por el cual acabamos en verdad ganando todos. Construyamos pues un año que sea verdaderamente nuevo y mejore la condición de todos.

 

Publicado en El Informador del domingo 3 de enero de 2021

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