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Comunicación Sistema UNIVA

¿Por qué es tan importante tener una microbiota intestinal saludable?

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Karen Guadalupe Medina Ochoa · Pasante de la Licenciatura en Nutrición

 

Tener una salud óptima y disfrutar del bienestar es el objetivo de muchas personas para tener una buena calidad de vida. El comer de manera saludable, realizar ejercicio y cultivar nuestro estado emocional son algunas de las claves para mantenerse sano. En este sentido, es muy importante mantener las defensas altas frente amenazas de bacterias, virus o enfermedades. ¿Y cómo se puede lograr esto? Ayudando al buen funcionamiento del sistema digestivo e impulsando la producción de vitaminas y absorción de minerales por el organismo. Es decir, cuidando de nuestra microbiota intestinal, ya que tiene un papel fundamental en nuestro estado de salud.

Para hablar sobre la importancia de la microbiota intestinal o flora, debemos saber que ésta es el conjunto de bacterias que viven en nuestro tracto digestivo, las cuales tienen una función vital para el ser humano. La gran mayoría de éstas no son dañinas para la salud, y muchas beneficiosas; gracias a estas bacterias podemos digerir y asimilar los alimentos que comemos. Y su importancia es única para cada persona, pues estriba en qué tanto sus genes como sus actividades biológicas pueden contribuir a la salud o al desarrollo de enfermedades.

¿Y qué altera nuestra microbiota? Bueno existen situaciones que pueden desequilibrar nuestra microbiota y por lo tanto provocar alteraciones en nuestra salud como: edad avanzada, fundamentalmente a partir de los 60 años, hay un descenso del número de bacterias beneficiosas. Infecciones: de origen vírico y/o bacteriano. Antibióticos: también disminuyen el número de bacterias beneficiosas de nuestra flora. Hábitos pocos saludables: (sedentarismo, malos hábitos alimenticios, insomnio, tabaco, alcohol, estrés, contaminación, etc.). Y algunas enfermedades como colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, etc.

Entonces para mejorar y ayudar a nuestra microbiota podemos hacer lo siguiente: una alimentación adecuada y un estilo de vida saludable, la incorporación de probióticos y prebióticos en nuestros hábitos, esta es una medida de prevención que ayuda a mejorar, restaurar y mantener la composición de la microbiota. Una buena hidratación, actividad física regular, dormir y evitar todos los tóxicos conocidos (el alcohol, tabaco) y evitar estrés.

En fin, manteniendo un equilibrio y siguiendo las recomendaciones podremos prevenir enfermedades y vivir sanamente. Recuerden que comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente es un arte.

 

Hoy te cambio las noticias por una caricatura

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José Daniel Meza Real · Coordinador de Calidad Académica UNIVA Plantel Guadalajara

 

Carlitos está sentado frente al televisor, ha sido una mañana lluviosa y está tan atento a las caricaturas, que ni siquiera ha tocado el tazón de cereal, que a cada minuto que pasa va perdiendo su consistencia original.

Hace 4 meses que Carlitos no sale de su casa, pero está feliz porque llegaron las vacaciones y por fin podrá disfrutar de sus caricaturas sin que lo estén llamando para sentarse durante largas horas frente a un monitor, solo para ver a su maestra hablar de cosas que no entiende mientras su mamá se dedica a las labores del hogar o se sienta junto a él a trabajar en su propio monitor, absorta del mundo o por lo menos de la realidad dentro de estas 4 paredes.

Hoy veo a Carlitos y sus sonoras carcajadas me invitan a sentarme junto a él para compartir esa caricatura. Cuando menos lo pienso me doy cuenta de que sin planearlo tengo una sonrisa dibujada en mi rostro, el cansancio desaparece y solo por unos momentos siento como recupero un poco de esa vitalidad que la catástrofe mundial me ha ido arrebatando cada día.

Entonces pienso de nuevo en Carlitos, ¿acaso está en mayor riesgo por estar sentado riéndose de una caricatura? No tiene ni la menor idea de lo que significa “el pico de la pandemia”, no conoce ni entiende sobre la cantidad de personas infectadas o que han muerto, solo sabe, por lo que le dijo su maestra, que no puede salir a jugar con sus amigos de la cuadra porque hay un bichito en las calles que lo puede hacer sentir enfermo pero esto no lo pone en mayor o menor riesgo.

Quizá seré criticado por pensarlo pero ¿y si por un momento fuéramos como Carlitos? Si tan solo por un día cambiáramos las noticias y los datos perturbadores por una caricatura, si apagáramos la radio para escuchar un disco de Billie Holliday o hasta de Bad Bunny (aprovechando su reconocimiento como autor) o si dejáramos el periódico para leer una emocionante novela de Irving Wallace, Dan Brown o John Katzenbach, una romántica de Mario Benedetti o una profunda de Saramago.

Es cierto, la información empodera y nos puede salvar, reconozco la importancia de saber que sucede en nuestro mundo para protegernos y cuidar a los que amamos; pero hace 4 meses que vivimos encerrados y aún en la seguridad de los muros que nos aíslan sentimos un temor avasallante por ese monstruo que ronda las calles y que no vemos a simple vista, solo sabemos que se esconde en un saludo, en una fila del mercado o hasta en una simple bolsa de alimentos entregada de mano a mano.

Estamos en casa protegidos físicamente pero ese monstruo está entrando a nuestras cabezas y nos mantiene en un estado constante de ansiedad, de miedo e incertidumbre. No sabemos de datos científicos, si habrá cura, si la economía podrá soportarlo, si podremos ver de nuevo a la gente que queremos pero reconocemos el temor y la frustración en nuestro pecho cada que encendemos el celular o la televisión y nos atiborramos de noticias, en general pesimistas, sobre el peor año que se ha vivido en la época moderna.

Y un día después de 4 meses nos damos cuenta de que estamos agotados y no del encierro, al que cada día nos vamos acostumbrando, sino de tener miedo, de vivir asustados, estresados e impotentes ante una situación en la que muy poco podemos aportar para solucionar.

¿Seguiré viendo la información sobre la pandemia? Claro que sí, como ciudadano del mundo es mi responsabilidad estar informado para cuidar de mí y de los que estén a mí alrededor. Sin embargo, hoy y quizá mañana por unas horas seré como Carlitos, apagaré las noticias, cerraré Facebook, Twitter y otras redes; quizá disfrute de un buen libro, quizá vea una película que me haga reír o enamorarme, quizá solo concentre mi atención de manera absoluta en el trabajo o ¿por qué no? quizá me voy a sentar a ver una caricatura para reírme mientras mi tazón de cereal pierde su consistencia, a fin de cuentas, igual que a Carlitos eso me puede regresar un poco la felicidad sin que aumente o disminuya el riesgo.

Confinamiento: ¿Físico o psicológico?

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Braulio Alejandro Bazán Delgado · Pasante de la Licenciatura en Psicología

 

En tiempos de pandemia, como en verdad, en cualquier tiempo de crisis, se abre ante nuestros ojos la paleta de colores del homo sapiens. De repente es muy clara la predominancia del instinto de supervivencia, y todos lo sabemos: no compartimos el destino del homo neanderthalensis porque nos encefalizamos primero; nuestra supervivencia siempre ha ido de la mano de nuestra inteligencia. Hoy más que nunca, cuando somos nuestros propios depredadores y la sociedad recae en información que pocas veces llega a ser conocimiento.

A estas alturas seguramente estás, igual que yo, pensando: ¿para dónde me hago? Hacia la izquierda, me pongo a quemar antenas de 5g, velo por la inmunidad colectiva (pues fallecen muy pocos infectados) y no acato a todo lo que se me pide porque el coronavirus es una herramienta de opresión: sale más caro acatar que enfermarse. O hacia la derecha, donde básicamente defiendo que hay que acatar las normas y tomar el ejemplo de los países que mejor están, porque el coronavirus no sólo es una amenaza, es un verdadero peligro que además en muchas partes del mundo apenas está en etapa crítica, sumado a los beneficios ecológicos.

Quizás, igual que yo, paralelo a tu confusión política tienes una confusión existencial, también se puede resumir en: ¿para dónde me hago? ¿Cómo puedo asegurar mi vida económica con tantos cambios? ¿Es mejor todo online? ¿Qué hago ahora que suena tonto decir “no tengo tiempo para seguir mis pasiones”? ¿Qué pasará cuando me harte de distraerme a todo coste y tenga que enfrentarme a mí mismo y a los que me rodean, vis a vis? “Tan valioso que es el tiempo, tan penoso que no sepa qué hacer con él”, quizás, como yo, reflexionaste.

Quizás fuiste alguno de los muchos afectados directamente por el coronavirus –puede incluso que tome o amenace con tomar la vida de tus seres queridos, o tu propia vida- y entiendes todo esto de una manera mucho menos superficial, en verdad, llevas todo este peso sobre tu vientre, tu corazón afligido.

Cualquiera que sea tu caso, con mucha empatía te comparto mi conclusión: Da igual el porqué. Qué más da si las cosas pasan por esto o por aquello, por los chinos, los gringos, o el azar, lo verdaderamente importante es: ¿Para qué? Eso, como yo, sólo lo puedes contestar tú.

¿Qué sentido tiene para ti la pandemia?

De nuevo China

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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Desde los tiempos más remotos, los pueblos occidentales se han sentido atraídos por una civilización situada allá, donde nace el sol. A esa región le llamaron el extremo oriente, y en torno a ella tejieron innumerables leyendas, destacando aquellas que hablaban de su infinita riqueza. Pero nunca fue fácil, en aquellos tiempos, llegar a ella.

China está naturalmente protegida por tres murallas naturales y una artificial. Al oeste la protege el inmenso desierto de Gobi y el desierto de Taklamakan, que en conjunto constituyen un área de 1,565,000 kilómetros cuadrados, al sur la imponente cordillera del Himalaya, con 2,400 kilómetros de extensión y las 100 cumbres más altas del mundo, al este se encuentra el Océano Pacífico y al norte la gran muralla de más de cinco mil kilómetros de longitud. Es la segunda civilización viva más antigua del mundo, después de la India. Los romanos tuvieron noticia de China desde antes de Cristo, y codiciaban su seda con la cual comerciaban denotando desde entonces la importancia de China en el campo del comercio.

Durante la Edad Media el comercio entre China y Europa se mantuvo vivo y constante, y pronto mercaderes europeos lograron llegar hasta ese remoto imperio trayendo a Europa abundantes noticias sobre la riqueza proverbial de lo que llamaban Sipan.

Estas noticias incluían informes sobre prodigiosos inventos que muchos europeos creyeron imaginarios, como la imprenta, el papel, los sismógrafos, la pólvora, las armas de fuego, la brújula, el timón, el compás, el horno industrial, y muchas cosas desconocidas en el occidente.

A fines del siglo XVI China se convirtió en uno de los principales compradores de la plata americana, con lo cual comenzó un comercio global de gran escala.

Con apego a estrictas normas China se abrió a este comercio estableciendo zonas de Mercado en Cantón y Macao, inicialmente con España y Portugal. Pronto Inglaterra quiso beneficiarse también de este gran mercado, apareciendo por primera vez en el cielo del oriente el fatídico emblema anglosajón que tantos crímenes habrá de perpetrar en el futuro contra esta importante civilización.

En efecto, ya desde mediados del siglo XVIII los ingleses impusieron su presencia en el oriente e incluso pretendieron romper las reglas establecidas por el gobierno chino, sin otro resultado que un castigo ejemplar para los infractores. Desde luego los ingleses no se rindieron, iniciando una lucha deshonesta, desleal y permanente que al final buscaba no sólo comerciar en condiciones desiguales favorables para Inglaterra, sino someter y colonizar a China. Durante todo el siglo XIX la política inglesa en China buscará por todos los medios socavar las estructuras del poder imperial, corromper a los funcionarios y degradar a la misma sociedad, todo en aras de obtener mayores beneficios de un imperio colosal.

El lenguaje privado de la psicología

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Mtra. Jazmín Velasco Casas · Docente de UNIVA Online y UNIVA Plantel Guadalajara

 

En la introducción al Tractatus Logico-Philosophicus de Wittgenstein, Russell señala que hay varios problemas en torno al lenguaje: el primero, de índole psicológico, consiste en describir lo que sucede en nuestras mentes cuando usamos el lenguaje con la intención de querer decir algo por medio de él; el segundo, que es epistemológico, estriba en determinar la relación que existe entre pensamientos, palabras u oraciones y aquello a lo que se refieren o significan; en tercer lugar el semántico, que se preocupa de usar oraciones, de manera que se transmita verdad antes que falsedad y, por último, el lógico, que revisa la relación que debe mantener un hecho con otro para que sea susceptible de ser símbolo para ese otro. Demarcando estos problemas, Wittgenstein afirma que si la filosofía tiene un propósito es la aclaración lógica del pensamiento, delimitar lo pensable y con ello lo impensable y, entre varios conocimientos en los que fundamenta su crítica, la psicología es uno de los principales.

En Las investigaciones filosóficas la psicología es catalogada como una disciplina estéril y confusa en la que existen métodos experimentales que desde su génesis aspiran a ser análogos a la física apegándose a un método científico que hace suponer que los problemas pueden ser resueltos generando teorías y leyes, cuando en realidad problemas y métodos van en caminos que nunca se encuentran, y si bien hay muchas teorías, no se han podido establecer leyes, por ejemplo para el alma, el inconsciente, la inteligencia o cualquier otra súper categoría que por fin revele la mecánica del alma.

Wittgenstein conoció a profundidad el psicoanálisis y advirtió que lo que Freud afirma sobre el inconsciente suena a ciencia, pero propiamente no es más que un medio de representación que no ofrece causas ni pruebas de la corrección de un determinado tipo de análisis. Lo único que ofrece son especulaciones, sí ingeniosas, pero oscuras conceptual y epistemológicamente.

A más de medio siglo de estas críticas, teóricos como David Chalmers y Mark Solms continúan la búsqueda de esa ley o principio último que explique la esencia de la mente. No obstante, Wittgenstein sigue teniendo potencia entre los que nos dedicamos a estas disciplinas para recordarnos que los hombres tenemos la capacidad de construirnos lenguajes que permiten expresar cualquier sentido sin tener ninguna idea de cómo y qué significa cada palabra; es decir, el lenguaje disfraza el pensamiento, y muchas de las proposiciones que constituyen las teorías psicológicas no son sino falsas o sinsentidos que no retratan la realidad y no alteran el armazón general del mundo.

Si bien la lógica permea el mundo de las ciencias duras, se debe considerar que la lógica también es un lenguaje creado y a la vez es un límite, pero éste ha sido el único estrictamente correcto de las proposiciones científicas.

La invitación que nos hace Wittgenstein es la de estudiar nuestro sentir de ese abismo insuperable entre la conciencia y los procesos en el cerebro identificando las proposiciones metafísicas y oscuras que carecen por completo de referencia y comprobación, así como a aprender a sortear las teorías psicológicas bajo innumerables juegos lingüísticos ideales que han constituido sus propias reglas y adiestrado la comprensión, pero que muchas de estas envejecerán, se olvidarán y seguirán naciendo.

Efectos del azúcar refinada en la dieta

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Grecia Stephanie Ríos Corral · Pasante de la Licenciatura en Nutrición

 

El azúcar es un tipo de carbohidrato que se genera a través de la eliminación de la fibra y las proteínas del jugo de la caña de azúcar. A finales del siglo XIX su producción mundial se disparó de 250 mil toneladas por año a 8 millones de toneladas anuales. Fue durante los años 1900 que su consumo se introdujo de manera masiva en el mercado, principalmente en bebidas azucaradas como refrescos y jugos. Diversos estudios han identificado que el azúcar es uno de los alimentos más consumidos en el planeta, y se ha demostrado que puede ser tan adictiva como una droga.

La adicción al azúcar se genera a través de un proceso de tres partes. La primera etapa se identifica por atracones, es decir, un consumo ilimitado de azúcar. Esto nos hace sentir bien debido a la liberación de dopamina, causando una sensación de felicidad, pero conforme pasa el tiempo el cuerpo se acostumbra a tener estos niveles de azúcar en sangre así que la dosis debe ser cada vez mayor para poder lograr el estado de felicidad deseado. La segunda etapa se llama codependencia, y es aquí cuando la persona ya se volvió dependiente a la sustancia, por lo cual, si pasa largos periodos sin su consumo aparecerán síntomas parecidos al síndrome de abstinencia (temblores, debilidad, escalofríos, cefalea y deshidratación). La tercera etapa consiste en el deseo por volver a consumir azúcar y por ende la recaída, la cual casi siempre consiste en consumir la sustancia en cantidades mucho mayores a la última vez, y así es como comienza el círculo vicioso.

Es claro que el azúcar es necesario en pequeñas cantidades para generar energía. Sin embargo, un consumo en exceso puede llegar a desencadenar enfermedades crónicas-degenerativas. Estas pueden tener un factor en común: los malos hábitos de alimentación, que pueden causar el síndrome metabólico. Este síndrome puede afectar a todo el cuerpo y abarca las siguientes enfermedades: cardiopatías, obesidad, diabetes, hipertensión, problemas renales, algunos tipos de cáncer, hígado graso, inflamación, ovario poliquístico, etc.

Debido a su alta incidencia, el síndrome metabólico ha llamado la atención de muchos investigadores y hoy en día se sabe que el consumo excesivo de azúcar actúa como un factor importante en el deterioro de la salud a nivel mundial, por lo cual es importante ser conscientes de la cantidad de azúcar que consumimos, y llevar una alimentación balanceada y lo más natural posible, evitando productos procesados y con azúcares añadidos.

 

Bibliografía

Palma Ramirez, G., Navarro Fernandez, A., Lozada Castillo, I., & Hernandez Valdes , F. (2015). El azúcar, tannociva como cualquier droga. UAEH .

Perez Montaño, R. (2017). Las 5 enfermedades con mayor tasa de mortalidad relacionada con el consumo de azúcar «Azúcar la punta del Iceberg». UnADM, 1-20.

Sierra, A. (2015). Azúcar: Dulces sabores, amargas consecuencias. Wellness Ecoosfera.

Cuando el barco se hunde

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Mtra. Laura O. Robles Sahagún · Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo

 

Ahora sí que como dice el dicho: “si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Es momento de aprender de la experiencia ajena, de ver lo que sucede en este tiempo de crisis mundial con otras empresas, organizaciones o profesionales.

El sector empresarial de Jalisco estima que en el 2020, se perderán 155 mil empleos formales en la entidad. Recordemos que este Estado es el segundo, a nivel nacional, en el número de asegurados en el IMSS, solmente después de la Ciudad de México y antes que Nuevo León y Estado de México. La cifra de pérdida no es menor y eso será el resultado de cierres parciales o totales de centros de trabajo.

Muchas mermas económicas, muchas organizaciones disminuyendo su planta laboral, otras cerrando por completo, y aun así, hay colaboradores que no ven que el barco se hunde y siguen llevando sólo agua para su molino.

Es el momento de sumar, de cuidar el trabajo, de abonar al objetivo de la organización para la cual se trabaja, de darle rumbo al barco y de remar todos en la misma dirección. Pero ¡Ah no! Hay quienes pelean aún el status, les gana el ego. En estos momentos no se vale demostrar quién puede más, sino, cómo puedo sumar con mi fuerza.

En días pasados el subsecretario de Salud, López Gatell, declaró que vamos a mitad de la pandemia, lo cual significa que en términos financieros se avecina la peor parte. ¿Quién asegura a esos “poderosos” de las empresas que saldrán bien librados de esta crisis? Y volvemos a un término muy utilizado últimamente pero no tan practicado como algunos quisiéramos: la empatía. Ser empático con los empleadores y con el resto de los colaboradores, podrá hacer que de manera solidaria, la empresa se fortalezca y pueda salir adelante, lo menos afectada posible.

El trabajo coordinado, el seguimiento puntual de los objetivos y las metas, el uso eficiente de los recursos y el trabajo hombro con hombro, serán el soporte valioso que tendrán las organizaciones para salir adelante. Sin su fuerza de trabajo, sin su talento humano y la voluntad de éste, será muy difícil sobrellevar esta crisis. Además, obvio, de una buena administración financiera.

Así que para quien no quiere que su fuente de trabajo se pierda, pues es momento de analizar honesta, sencilla y objetivamente su actuar en ésta. Ya no es tiempo de intocables, ya es tiempo de resultados, efectividad y trabajo en equipo. Evaluémonos, antes que nos reprueben otros.

 

Publicado en La Crónica de hoy Jalisco del viernes, 17 de julio de 2020.

El abrazo de Zapopan

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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Del abrazo de Acatempan hemos llegado al abrazo de Zapopan. En efecto, en Acatempan se abrazaron Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, inicialmente rivales y finalmente amigos y asociados por la causa común de la independencia nacional.

En Zapopan se abrazaron Manuel López Obrador y Enrique Alfaro, inicialmente rivales, en una polémica que desató y sostuvo con vehemencia el gobernador de Jalisco, y que en cierto modo ya había causado la caída del súper delegado federal morenista, contendiente a la gubernatura de nuestro Estado, designación que, a decir de muchos, había sido muy imprudente y que no podía tener buen fin.

Los acontecimientos inéditos del pasado 4 de junio llevaron esta lucha a situaciones críticas, siendo el clímax del combate luego de año y medio de dimes y diretes cuyo epicentro siempre fue Jalisco.

Al igual que en tiempos pasados, muy pasados, el gobierno de Jalisco, en su diferendo con el gobierno federal, había intentado incluso hacer una coalición, convocando a otros estados vecinos, como aquella que en el siglo XIX se llamó la coalición de los estados del Occidente y que era anticonstitucional, que porque iba en contra de la federación.

Tanto el grave problema de la inseguridad, que sigue sin resolverse, como la actual pandemia, fueron ocasión para ahondar las diferencias y entrar en una especie de competencia entre federación y estado, por lo mismo, la renuencia de Jalisco a participar en las mesas de seguridad, el rechazo a cualquier indicación que viniera del doctor Gatell, y la iniciativa de revisar el pacto federal en materia fiscal.

Hasta la fecha ignoramos las causas reales y profundas de esta guerra, aunque haya muchos opinadores que la interpretan de múltiples formas y maneras, sin que sea posible probar sus dichos, ya que de las intenciones personales resulta imprudente juzgar.

Diversas personalidades en nuestro estado consideraban que tal polémica no era sensata, sino desgastante y perjudicial para Jalisco, que toda la vida el mejor camino ha sido aceptar los hechos consumados y adaptarse en aras de objetivos más altos; que el bienestar y la prosperidad de la sociedad, tan ajena a las motivaciones de semejantes peleas, debería priorizarse, pues resultaba criminal el que la gente quedara entre dos fuegos, el estatal y el federal, pagando las cuentas de una lucha que ni era suya ni le beneficiaba, hasta donde sabemos.

Así las cosas, el presidente Andrés Manuel, de regreso de Estados Unidos, nótese, hizo su gira por los estados actualmente más violentos del país, Guanajuato, donde matan a la gente por cientos, Jalisco, donde la desaparecen por miles, y Colima, que va por el mismo rumbo.

Ignoramos las causas, motivaciones, razones o circunstancias que han llevado a un cambio de actitud, a una conciliación pública que tuvo lugar en Zapopan, en las instalaciones de la zona militar, pero esperamos que dé un resultado positivo en la solución a los problemas graves que aquejan al estado y a la nación.

La psicología y la esperanza

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María Fernanda Alujas Hernández · Pasante de la Licenciatura en Psicología

 

Inició el año 2020 y con este se vinieron planes, propósitos y metas. Unos eran relacionados con nuestra profesión, con la salud, con nuestra economía, relaciones interpersonales o incluso únicamente para nuestro entretenimiento: viajes, eventos… en fin: querer cumplir los sueños y disfrutar nuestra vida al máximo, siempre enfocados en el exterior. Cada uno pensando en su propio crecimiento y bienestar personal. Al parecer “nos sentíamos dueños” de nuestra propia vida. Sentíamos “que sabíamos” realmente quiénes éramos. Sin embargo, jamás pensamos que una partícula microscópica, mejor conocida como COVID-19 se convertiría en el tangible reflejo de cómo estábamos llevando nuestra vida.

Empezamos a escuchar como el coronavirus fue tomando la salud y vidas de personas que estaban a 100, 1,000, 10,000 kilómetros de distancia: nunca dimensionamos que “eso” que se veía y escuchaba en las noticias, terminaría llegando a nuestra vida. El momento de encerrarnos llegó, y no me refiero únicamente encerrarnos en nuestras casas sino encerrarnos en nuestro propio ser. Varios de nosotros tardamos algunos días para asimilar qué era lo que estaba pasando, no lo sabíamos… pero había algo que sí teníamos claro, no querer que el coronavirus llegará a nuestro cuerpo… aunque déjame decirte que sí lo hizo; tú, mi estimado lector: fuiste y eres víctima del coronavirus.

Tal vez no se manifestó a través de los síntomas que engloban el cuadro clínico, pero se manifestó en esa ansiedad que comenzaste a sentir por no poder salir, esa desesperación por tener que cuidar a tus niños 24/7. Esa incomodidad de no saber cómo relacionarte con los miembros de tu familia. Esa tristeza de no poder llevar a cabo tus planes y proyectos. Esa nostalgia de no poder ver a tus amigos. Esa incertidumbre de saber qué era lo que iba a pasar con la economía. Ese enojo e impotencia contra el gobierno. Esa sensación de vacío interior, de darnos cuenta de que todo lo que en algún momento escondimos e intentamos evitar salió a flote gracias al coronavirus.

Es momento de la esperanza, darle un sentido positivo a todo lo que estamos viviendo; principalmente dar gracias a Dios que nos permitió vivir este confinamiento para que nos diéramos cuenta de que estamos llevando nuestra vida por otra dirección, agradecer a nuestra familia o personas cercanas que todavía están con nosotros, agradecer la oportunidad que se nos dio en nuestro trabajo de hacer “home office”, a las plataformas virtuales que nos han permitido continuar con nuestros estudios y por qué no, también ver a nuestros amigos. Cierro con esta frase de Víctor Frankl que me gusta: “Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Es momento de hacer mancuerna desde la psicología y con esperanza, para la construcción del nuevo nosotros.