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Los jóvenes, esperanza de la Responsabilidad Social

Mónica Valerio Villa y Miguel Ángel Ortega • Coordinación del Centro de Desarrollo Comunitario CEDEC, UNIVA Guadalajara

 

Los jóvenes, con sus anhelos e inconformidades, con sus sueños y ambiciones, marcan una gran diferencia en el sentido de la fuerza que hace posible la transformación social. El enfoque de la prescripción juvenil tampoco ha faltado, lo que significa que a los mayores les ha preocupado y ocupado el que sus jóvenes se encaucen por los perfiles que se consideran los adecuados. De cualquier manera, entre esa tensión se puede descubrir a un joven que le apasiona la aventura por lo bueno. “En algunos jóvenes reconocemos un deseo de Dios… En otros podemos vislumbrar un sueño de fraternidad… En algunos vemos una sensibilidad artística especial, o una búsqueda de armonía con la naturaleza… En muchos encontramos un profundo deseo de una vida diferente…” (Papa Francisco, C.V.84). Aunque no faltan los jóvenes con sus profundas crisis depresivas, la juventud sigue siendo caracterizada por el entusiasmo, la alegría, la audacia, la búsqueda constante, la gran sensibilidad para socializar, para agruparse, por la nobleza para escuchar y también para contestar. Con razón dijo el poeta: “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!”. Esta dinámica juvenil ha pasado a reconocerse como una constante en la actitud humana. Más allá de una etapa de vida, o de un período en el desarrollo de la persona, la juventud se ha constituido como una manera de ser. Ser joven también significa vivir con proyectos, motivados por algún sueño, “echados pa´delante”, en búsqueda constante para aportar algo al bien de todos, en lucha contra la adversidad, con espíritu de animadores para transformar. “Sabemos que tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor…” (C.V.174), y en ello van también esos jóvenes ya no tan jóvenes.

Independientemente de esos asuntos poéticos y románticos, los jóvenes merecen toda la atención, más aún cuando son los sujetos de un proceso educativo. Es altamente importante escucharles, observar sus maneras de socializar y tratar de comprender su visón respecto del presente y del futuro. Hay que reconocer que los jóvenes tienen ante sí necesidades y problemas que habrá que atender. Más aún aquellos que se están preparando profesionalmente y que son conscientes de estar adquiriendo un poder que tarde o temprano les llevará al punto de tomar grandes decisiones trascendentales, tanto por su sabiduría adquirida como por la importancia de las problemáticas mundiales que implican la necesaria asunción de una responsabilidad social y medioambiental. “Porque el futuro de la humanidad y de nuestro planeta está en nuestras manos, y también en las de la generación más joven…” (Agenda 2030). Para la Agenda 2030, que incluye los llamados objetivos de desarrollo sostenible (ODS), los niños y los jóvenes de ambos sexos son agentes fundamentales del cambio, y se espera que puedan encontrar en estos ODS una plataforma para encauzar su infinita capacidad de activismo hacia un mundo mejor. Sin lugar a dudas, con estas propuestas para la acción, se presenta una grandiosa oportunidad para entendernos en un lenguaje común entra las distintas generaciones, y entonces sí avanzar en el sentido de una genuina responsabilidad social universal. A todos nos hace falta su entusiasmo, sus intuiciones, su fe… “Y cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos” (Papa Francisco, C.V.299)