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La Revolución Rusa de 1917: Un análisis constructivista de la Revolución de Octubre

Ximena Mía Gómez Cosío Vidaurri • Alumni Negocios Internacionales

 

La Revolución Rusa de 1917 no fue sólo una, sino dos suscitadas con meses de separación y de diferencias notables al analizarlas por separado. Este ensayo analiza los sucesos históricos, sociales y políticos de la Revolución y las partes implicadas; expone un análisis constructivista del cambio de identidad de Rusia, pasando por diferentes etapas político-sociales que cambiaron no sólo el rumbo del país, sino el del mundo y su historia. Al emplear la teoría constructivista, se denota la importancia en el cambio de identidad de Rusia, como estado y como nación; la constitución de los intereses de las partes se puede analizar por su proceso histórico y la transición a través de factores internos, como el sistema social, la forma de gobierno, la estabilidad económica, y de los externos, como la lucha por el poder, las relaciones entre estados, la interdependencia, por nombrar algunos.

Y, recordando que dentro del constructivismo, los factores mencionados se basan en ideas y éstas son las que forjan el comportamiento de los actores, es necesario analizar entonces a los actores para así lograr entender al actor principal, que es el estado. Los intereses de los diferentes grupos que tuvieron su papel en los movimientos revolucionarios del año 1917, nos dan como resultado el porqué de sus interacciones dentro del marco estructural del Estado, y a su vez la identidad en ese momento, y en lo que Rusia es ahora. En Octubre de aquel año se marcó el fin del imperialismo, expresado por Lenin como el capitalismo en su máximo esplendor, y fue el inicio de un nuevo régimen político-social.

 

Partes implicadas

Nicolás II y la Familia Imperial— Nikolai Aleksandrovich Romanov, hijo del zar ruso Alexander Alexandrovich Romanov (Alexander III) y de Maria Fyodorovna Romanova, nació el 6 de Mayo en en actual Pushkin, que se encuentra a las afueras de San Petersburgo. Su madre era Princesa del Reino de Dinamarca y del zar de la Rusia Imperial, quien murió el 1ro de Noviembre de 1894 en Crimea (Florinsky, 2016). Días después de la muerte de su padre, Nicolás II desposó a quien sería su esposa, Alix de Hesse, mejor conocida como Alexandra Fyodorovna, nieta de la Reina Victoria del Reino Unido de Gran Bretaña. Dos años después de su casamiento, la pareja fue coronada el 26 de Mayo de 1896 en el Kremlin (Moscú).

Nicolás II tomó el trono a temprana edad por la repentina muerte de su padre. No estaba completamente preparado para cumplir sus deberes reales, pero su gracia e inteligencia, en conjunto con su fe en Dios, fueron características que contrarrestaron su falta de preparación. Buscó en su familia y allegados fieles consejeros y la dirección de alguien que lo guiara en su nuevo deber, sin embargo al descubrir que estaba rodeado de burócratas con intereses personales, engaños y envidia por parte de su familia, su esposa se convirtió en su amiga, confidente y apoyo principal para reinar Rusia. Unos años después, conoció a Grigory Yefimovich Rasputin, quien supuestamente tenía poderes curativos, siendo muy atractivo para los zares, por la enfermedad de su hijo, el Tsarevich Alexei Nikolaevich. Rasputin, como comúnmente se le conoce, influyó en las decisiones políticas por la cercanía que tenía con la familia Romanov, en especial con la zarina. Su injerencia en los asuntos políticos del imperio causaba inquietudes dentro y fuera de la corte; la oposición tomó provecho de la “dependencia” de la familia hacia Rasputin para difamar y denigrar la imagen de los zares.

El descontento social por la crisis económica que vivía Rusia, entre otros acontecimientos dentro y fuera del territorio gobernado por el zar, llevaron a Nicolás a abdicar del trono en Marzo de 1917 y más tarde el mismo año a “refugiarse” con su familia a las afueras de la capital. En 1918 los bolcheviques movieron a la familia real a la casa de Nikolái Ipátiev, “Casa Ipátiev” en Ekaterinburgo (Nikita, 2015). El 17 de Julio Nicolás II, Alexandra Fyodorvna, y sus hijos Olga, Maria, Tatiana, Anastasia y Alexei murieron en manos de uno de los escuadrones de la Checa (fuerza militar y política soviética), que terminaron con la dinastía Romanov.

Alexander Kerensky— Aleksandr Fiódorovich Kérenski nació en Simbirsk, o Uliánovsk el 22 de Abril de 1881. Comenzó sus estudios en Historia y Filología pero cambió de carrera para estudiar Leyes. Después de egresar y comenzar su vida familiar, fue electo Diputado de la Cuarta Duma Estatal del Partido del Trabajo, en donde se posicionó como líder e inició su labor revolucionaria al unirse a un grupo antimonárquico que deseaba un cambio en el orden político y el rescate de la democracia (Russiapedia,n.d.), siendo ésta la causa-efecto para el cambio deseado, que además de político, atentaba contra el cambio en el sistema social. Kerensky era reconocido por sus discursos críticos al gobierno del zar, lo que lo llevaría a ser parte del Partido Social Revolucionario y participar activamente en el Gobierno provisional, después de que Nicolás II abdicara el mes de Febrero de 1917, y en el Petrogrado Soviético fungiendo como unión o conexión entre ambos. Logró mantener el control hasta el mes de Octubre, y al no poder evitar la toma del poder por parte de los bolcheviques, salió del país. Emigró a Nueva York, en donde impartió clases de Historia Rusa; murió el 11 de Junio de 1970.

Vladimir Lenin— Vladimir Ilyich Ulyanov nació el 22 de Abril de 1870, en el mismo lugar en el que nacería su predecesor, Alexander Kerensky unos años después (Simbirsk). De mente brillante, destacó en sus actividades académicas y en la Facultad de Leyes, en donde sus ideas revolucionarias llamaron la atención de los miembros académicos y de sus compañeros, por lo que tuvo que ser expulsado. Estas ideas en parte, fueron herencia de su hermano mayor, condenado a la horca por conspirar en la muerte de Alexander III, de su interés por las obras de Marx y del nihilista ruso Nikolai Chernyshevsky. Terminó la universidad como alumno externo e inició su vida familiar al desposar a Nadezhda Krupskaya durante su exilio en Siberia, adoptando el pseudónimo de “Lenin” (BBC UK, 2014). Fue fundador del periódico Iskra, de perfil revolucionario en el que Lenin y otros expresaban sus ideas, como el rechazo a la clase burguesa, a la monarquía, criticaba el orden social en el que sólo muy pocos gozaban de grandes lujos mientras que el porcentaje más alto de la población moría de hambre y vivía en condiciones precarias, evidenciando la falta de democracia social. Así, se convirtió en líder del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia del ala bolchevique. A su regreso del exilio el mes de Abril en 1917 comenzó su lucha contra el gobierno provisional de Kerensky, criticando la hambruna, las condiciones económicas y el desorden social, por lo que fue exiliado nuevamente. Desde Finlandia, se puso en contacto con el grupo revolucionario bolchevique para una insurgencia armada. Con Lenin nuevamente en Rusia, el golpe militar hacia el gobierno de Kerensky se llevó a cabo a finales del mes de Octubre, dando fin a su mandato.

Para remediar la situación económica de Rusia, implementó la Nueva Política Económica en 1918, siguiendo el perfil socialista en el cual había ciertas concesiones a empresas privadas para elevar la economía, misma que se siguió utilizando después de su muerte (BBC UK, 2014). Murió el 24 de enero de 1924.

Joseph Stalin— Ioseb Djugashvili nació el 6 de Diciembre de 1897 en Gori, Georgia, anexada a Rusia en 1801. Tercer y único hijo de Yekaterina y Vissarion Djugashvili (Hingley, 2017). Su madre veía en él un gran potencial, por lo que se empeñó en apoyar la educación de su hijo a pesar de los deseos de su padre, de dedicarse a la metalurgia como él. Stalin estudió en la Escuela Seminarista de Tiflis, en donde destacó por su intelecto. Pero tenía otra faceta fuera de la escuela, siendo un joven rebelde con ideas revolucionarias, producto de su ideología tomada de los escritos de Marx.

Joseph abandonó la escuela para unirse a la Revolución, y comenzó los escritos que serían publicados en diferentes diarios, como el diario oficial del Partido bolchevique, Pravda. Uno de esos artículos fue firmado como “Stalin”, que se traduce como hierro, siendo la dureza una característica que compartía con este material, y que seguiría empleando a lo largo de su vida (Hingley, 2017). Poco después conoció a Lenin, líder del movimiento revolucionario e ídolo de Stalin, quien más tarde lo nombraría en el Comité Central del Partido Bolchevique. Fue ascendiendo en la jerarquía institucional del Partido hasta, más tarde ser el sucesor de Lenin en la lucha por el socialismo, apoyado por Lev Kaménev y Zinovyev y al aliarse con Nikolay Bukharin y Aleksey Rykov, líderes la derecha (Hingley, 2017). De la misma manera en que Stalin llegó a ser líder y representante del Partidos Comunista de la Unión Soviética fue como gobernó, sin importarle las consecuencias de sus planes nacionales (exterminios, hambrunas, etc).

Fue un hombre beligerante, que a medida de sus intereses ideológicos y régimen comunista, formó alianzas durante la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, buscando la superioridad de la Unión Soviética, posicionándola como potencia política, económica, militar y científica. Joseph Stalin murió el 5 de Marzo de 1953.

Leon Trotsky— Nacido como Lev Davidovich Bronstein el 7 de Noviembre de 1879 en Yanokva, Ucrania, en una familia judía de granjeros. Era un joven inquieto que se metía en problemas por sus ideas revolucionarias y actos ilegales, por lo que fue arrestado y exiliado a Siberia, en donde se uniría al Partido Socialdemócrata (BBC UK, 2014)*. Se casó con Aleksandra Sokolovskaya y tuvieron dos hijas. Antes de escaparse de su exilio en Siberia adopto el pseudónimo de Trotsky; llegó a Londres, en donde comenzó a trabajar en la gaceta Iskra, junto con Lenin y Social-Demócratas. En 1905 regresó secretamente a Rusia, que se encontraba en estado crítico por la guerra con Japón, convirtiéndose en portavoz principal de la organización revolucionaria de obreros, el Consejo de Diputados de los Trabajadores en San Petersburgo. Nuevamente fue arrestado pero logró escaparse, cambiando de ciudad en ciudad. Después de la Revolución de Febrero en 1917, regresó a San Petersburgo, ahora Petrogrado para unirse al Partido Bolchevique, en donde encabezó el Comité Militar Revolucionario, órgano primordial para que la Revolución de Octubre se llevara a cabo. Después de la Revolución, fue nombrado Secretario de Asuntos Exteriores, desempeñando un papel trascendental en las negociaciones para la salida pacífica de la Primera Guerra Mundial con Alemania y Austria.

Tras la muerte de Lenin, a pesar de ser el sucesor indicado, había ganado muchas enemistades dentro y fuera del Partido, entre ellas la de Stalin, quien lo expulsaría del partido años más tarde. Fue exiliado de Rusia, y finalmente se asentó en Coyoacán, México, en 1936, como refugiado político en la Casa Azul, con los famosos artistas Diego Rivera y Frida Kahlo. Tras varios ataques atentando contra su vida, falleció el 21 de Agosto de 1940 por una herida en la cabeza.

Lev Kaménev— Nació el 18 de Julio en Moscú en 1883, mismo lugar en el que moriría el 25 de Agosto de 1936. Inició siendo redactor en el periódico Iskra, de faceta marxista y publicaciones revolucionarias (New World Encyclopedia, 2014). Fue un 5 revolucionario bolchevique que más tarde se convertiría en presidente del Partido Comunista en Moscú, para posteriormente fungir como vicepresidente durante el mandato de Vladimir Lenin. Para asegurar su postura política tras la muerte de Lenin, colaboró con Stalin para difamar la reputación de Trotsky, quien era el sucesor predilecto por miembros del Partido y el mismo Lenin. Tras su expulsión, las relaciones entre Kaménev, Stalin y Grigory Zinoviev se tensaron, al punto en que fueron ejecutados en las Grandes Purgas de Stalin por “conspirar” en contra del régimen y del Partido en 1936.

Bolcheviques y Mencheviques (Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia) — Con ideología marxista y proclamándose como tal, este grupo que comenzó como uno solo (Partido Obrero Socialdemócrata…) se dividió en el Congreso de 1903 (Reed, 1919). Ambos grupos se basaban en ideas marxistas, pero la diferencia entre ambos era la forma de llegar a ser una sociedad socialista. Los Mencheviques defendían el “proceso natural” o etapas a seguir de un capitalismo emergente a la fase del socialismo; después de estar bajo el régimen imperial zarista, habría que transitar hacia la dictadura de la burguesía para después concluir con la “dictadura del proletariado”, término acuñado por Marx para describir la última fase del orden social, en la cual no hubiera un “Estado” como tal, refiriéndose a la ausencia de una clase superior que gobierne a los obreros, siendo éstos su propio gobierno. Es la eliminación de las clases sociales, fase final de una sociedad, según las ideas marxistas tomadas por estos grupos revolucionarios. Los Bolcheviques querían acelerar el proceso hacia una sociedad socialista, sin necesidad de una dictadura burguesa previa. Mientras el primer grupo era moderado, el segundo apresuraba sin medida el proceso revolucionario.

Duma— Asambleas representativas a las cuales se les designaron competencias específicas a partir de 1905, con el fin de tener cierto “balance de poder” y que éste no radicara únicamente en el zar. Fue el inicio de la transición hacia una monarquía constitucional, aunque el poder principal de emitir leyes residía en el zar, quien también tenía el control militar.

 

Contextualización regional e histórica

A partir de la ruptura de la alianza hecha por Rusia a finales del siglo XIX con las potencias europeas predominantes (Alemania y Austria-Hungría), el acercamiento con Francia se estrechó cada vez más, no sólo en la no-agresión, sino también de las inversiones en el Imperio Ruso, el cual estaba entrando en la etapa de industrialización. La ambición de los Imperios Austro-Húngaro y ruso por extender sus territorios e influencia en Europa, provocó que sobrevinieran una serie de crisis diplomáticas entre ambas partes, entonces afirmándose Alemania como aliado de Austria-Hungría.

La industrialización en las potencias de Europa, y con ello el rápido crecimiento de sus economías, fue el principal factor para la formación de alianzas. Alemania mantenía un crecimiento industrial que superaba a Reino Unido, Rusia y Francia unidas, sobre todo en la producción de acero, siendo determinante para la fabricación de maquinaria industrial y para la producción de armas y naves de guerra. Por ello, a pesar de la rivalidad que se tenían Reino Unido y Rusia, debido al expansionismo ruso sobre las fronteras y territorios en Asia Central, y el recelo británico de sentir amenazado su dominio en la India y Persia –su principal abastecimiento de petróleo-, condujo a un acercamiento mutuo para minimizar el riesgo de invasión y conflictos comerciales que minaran su influencia en las colonias sometidas a su dominio.

Aunque Rusia estaba militarmente debilitada, principalmente debido al desastre de la guerra ruso-japonesa de 1904-1905, su avance en la industrialización e inversiones extranjeras en el país, lograron que para 1914 se tuviera ya una mediana capacidad ofensiva en el caso de un conflicto armado (Ecured, n.d.). La Armada rusa necesitaba tener una ágil capacidad de movilización en caso de un ataque a Francia por parte de Alemania, de ahí la importancia de inversión de capitales en la extensión de redes ferroviarias; así, los rusos se comprometieron con Francia a atacar Alemania a los quince días de iniciada la guerra, movilizando por ferrocarril a sus tropas.

La rápida mejora de la situación militar rusa alertó a Alemania, por la dificultad que representaría mantener la guerra en ambos frentes (Rusia y Francia). Hubiese significado una casi segura derrota. Por ello, algunos mandos alemanes opinaban iniciar la guerra cuanto antes, para evitar que Rusia y Francia continuaran fortaleciéndose con el tiempo.

La inestabilidad de la región de los Balcanes fue un factor detonante de la Primera Guerra Mundial, estando además en constante disputa entre los rusos y el Imperio AustroHúngaro. La anexión a Austria-Hungría de Bosnia en 1908 empeoró la delicada situación política (McDougall, 2017). El fomento ruso en la creación de la Liga Balcánica (Serbia, Montenegro, Bulgaria y Grecia), y la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Balcánica de 1912, cambiaron el mapa político de la región, resultando en una escalada de conflictos e inestabilidad. En este volátil escenario, los Imperios Ruso y austro-húngaro comenzaron a movilizar sus ejércitos como estrategia de preparación para lo que se percibía como inminente, la lucha frontal entre las grandes potencias.

El zar Nicolás II de Rusia, vio la oportunidad para posicionarse estratégicamente, y declaró la guerra a Alemania el 19 de Julio de 1914. Con ello, Nicolás II pretendía, adelantarse a sus rivales, y paralelamente recibir el apoyo del pueblo ruso y de los políticos socialistas en la Duma. La situación interna en Rusia no era para menos delicada que en el resto de la región central europea, ya que a pesar de las manifestaciones de inconformidad de los sectores populares por la creciente pobreza y desigualdad social, no había cambios ni asomos de democracia en el gobierno ruso (“Primera Guerra Mundial”, 2010). La acelerada industrialización en Rusia, obligada por la constante amenaza alemana-austro-húngara, obligó a que millones de habitantes del campo migraran a las ciudades para ocuparse en la industria, lo que generó el descontrolado crecimiento de las grandes ciudades, acrecentando la miseria y escasez.

El apoyo inicial de la Duma y el pueblo que tuvo el zar Nicolás II al declarar la guerra a los alemanes, rápidamente se desvaneció al acrecentarse la crisis económica interna y con la pérdida de cientos de miles vidas humanas rusas en los frentes de batalla, en el conflicto bélico que no tenía un claro final.

 

Planteamiento del problema

Tras el duro golpe de la Revolución de Febrero, una segunda revolución era difícil de pensar para las partes implicadas. La inestabilidad del pueblo ruso era un factor importante a considerar si se atentaba dar un golpe militar al gobierno de Aleksander Kerensky. Sin embargo, por disposición de los bolcheviques fue así como sucedió el 25 de Octubre de 1917.

Los bolcheviques tomaron el control del telégrafo, la central eléctrica, el banco y todos los 8 servicios estatales, tomando el Petrogrado bajo su control (The Editors of Encyclopædia Britannica, 2017). Todo estaba tomado a excepción del Palacio de Invierno, donde se encontraban los cabecillas del Consejo del Gobierno Provisional. A la mañana siguiente se infiltraron en el Palacio. Kerensky logró escapar del destino que le deparaba a sus compañeros. Lenin y el Consejo (Sovnarkom) ahora estaban en control de toda Rusia, poniendo fin a la guerra. Prometió la abolición de la propiedad privada y expresó su intención de crear un sistema para los trabajadores (sindicato) de las fábricas y el campo. El golpe militar fue “pacífico” sin, casi, resistencia alguna.

El nuevo gobierno cambió el calendario utilizado (juliano) al gregoriano, empleado por la mayoría de los países en el mundo. Un mes después se firma la salida de Rusia de la Primera Guerra Mundial con el Tratado de Brest-Litovsk con Alemania (Trotsky, 1932). Cinco días después el partido pasa a ser el “Partido Comunista” y posteriormente, Moscú es nombrada la nueva capital rusa (Trotsky, 1932).

 

Análisis de la cuestión a través de la teoría constructivista

El constructivismo, a diferencia de muchas de las teorías positivistas de las relaciones internacionales, plantea que toda estructura social es primariamente determinada por las ideas más que por los factores materiales. Esta estructura regula cómo se comportan los actores y forma parte de su proceso de construcción.

Los argumentos centrales del constructivismo son:

Es una teoría estructural del Sistema Internacional que hace las siguientes afirmaciones centrales: los Estados son las principales unidades de análisis de la teoría política internacional; las estructuras clave en el Sistema de Estados son intersubjetivas, en lugar de materiales; y, las identidades e intereses de los Estados son construidos en gran parte por estas estructuras sociales, más que exógenamente dadas al Sistema por la naturaleza humana o la política doméstica (Zehfuss, 2004, pág. 39).

Las identidades pueden transformarse a través de procesos internos. Pero, en otras ocasiones, esto puede ser motivado por procesos externos, capaces de encender la chispa del 9 cambio al interior. Un evento así fue la Revolución Rusa de 1917. Si bien ya existían condiciones para que el régimen zarista llegara a su fin, la entrada de Rusia a la Primera Guerra Mundial funcionó como un catalizador para este proceso.

Aunque los levantamientos de 1905 ya habían sentado las bases para que la subsecuente revolución de 1917, las derrotas y el pobre desempeño de Rusia en la Gran Guerra propiciaron que hubiese un descontento generalizado contra la figura del zar Nicolás II.

Con el fin de cambiar el curso de las cosas, Nicolás II decidió tomar la dirección del ejército él mismo, pero eso no cambió mucho el escenario y el clamor popular se dirigió aún con más fuerza hacia su persona. Para complicar el escenario, la zarina Alexandra había tomado el timón de la administración del Estado Ruso, lo que sólo exacerbó el malestar, pues por un lado su sangre alemana levantaba sospechas de una posible colusión y, por el otro, su cercana relación con el monje Rasputín y la influencia que éste proyectaba en la corona llevó a malas decisiones, problemas económicos y una pobre gobernanza. Aunado a todo ello, la entrada del Imperio Otomano al conflicto privó a Rusia del acceso a ciertas rutas comerciales, empeorando el desempeño económico del país.

La gota que derramó el vaso fue cuando el gobierno del zar, con el fin de continuar financiando la guerra, imprimió dinero indiscriminadamente provocando una hiperinflación que golpeó severamente a la población rusa, cuya moral ya estaba bastante decaída con los resultados de la participación en el conflicto. Esto más el rechazo de Nicolás a efectuar reformas internas precipitaron el colapso del régimen.

Así, comenzó la Revolución de Febrero, misma que el zar intentó reprimir violentamente sin mucho éxito, lo que llevó a su abdicación y al establecimiento de un gobierno provisional formado dentro de la Duma. Pero esta nueva administración no fue capaz de atender las demandas de una población abatida, lo que cimentó la posibilidad de la oposición para llegar al poder.

De tal forma, y tras el regreso del exilio de Vladimir Lenin, los bolcheviques iniciaron una nueva revolución contra el gobierno provisional, dando lugar a una guerra civil que terminó el triunfo del Ejército Rojo y la instauración de un nuevo régimen con una ideología política distinta a cualquiera que existiese, es decir, con una nueva identidad.

Así, la interacción de Rusia con otros Estados en la estructura en la Primera Guerra Mundial tuvo profundo efectos al interior de sus fronteras, encendiendo la chispa del cambio. De tal forma, esta intersubjetividad creó un suelo fértil para nuevas ideas capaces de transformar al Estado Ruso por completo.

La lucha entre dos distintos ideales –el Marxismo-Leninismo del Ejército Rojo y las diversas ideologías recogidas por el Ejército Blanco– fue más allá de la distribución de las capacidades materiales, dándole una nueva identidad al país. Rusia ya no sería más esa monarquía autocrática que Nicolás II había dirigido tan inefectivamente, sino un país nuevo que respondería a otros intereses correspondientes a su nueva identidad.

Esta nueva identidad buscaba responder a los intereses de las masas, de la gente común, de los campesinos y obreros que habían sido abusados e ignorados por el régimen zarista que sólo había protegido los intereses de la nobleza y la aristocracia. De esta forma el nuevo Estado, la Unión Soviética, transformó radicalmente la identidad del Estado y con ella no sólo sus intereses, sino también su comportamiento en el escenario internacional.

La Unión Soviética buscó esparcir sus ideas por el mundo y llevar la revolución del proletariado a otras partes, adoptando así un nuevo rol en el Sistema Internacional, muy diferente al que había tenido antes de la Revolución y que tuvo hasta el fin de la Guerra Fría.

 

Conclusión

El periodo que Rusia vivió desde la guerra ruso-japonesa hasta la creación de la Unión Soviética refleja el cambio de identidad político-social y económica que impactó a nivel mundial, no únicamente a la identidad de lo que Rusia es hoy.

Las Revoluciones suscitadas en 1917 culminaron el legado de la dinastía que imperó por más de 300 años, y a su vez fue inicio de una nueva forma de gobierno, con sus aceptables errores y ajustes, pero más que de gobierno, fue un cambio de orden social. Ahora, la sociedad ejercía la democracia y al mismo tiempo, era quien vigilaba el cumplimiento de la misma. Los intentos por parte de los grupos revolucionarios de eliminar la brecha de desigualdad no fueron en vano, a pesar que el comunismo duró poco, generó cambios permanentes en la estructura del sistema estatal.

En resumen, las Revoluciones fueron un proceso que resultó en un cambió de identidad al interior y al exterior de Rusia. Tal y como el constructivismo lo plantea, las interacciones con otros Estados en el sistema internacional que el país vivió en la Primera Guerra Mundial tuvieron sus efectos al interior de sus fronteras, llevando a un cambio que posteriormente se materializó también en el propio rol de Rusia en el escenario internacional, teniendo a su vez un impacto en la estructura intersubjetiva e incluso modificándola, especialmente en el periodo de la Guerra Fría.

 

Opinión personal

Siempre he sentido una inexplicable atracción a la historia de la Familia Imperial, así mismo al periodo histórico de la Primera Guerra Mundial y cómo es que los personajes y consecuencias histórico-sociales rusas influyeron en el resto del mundo.

Al realizar la investigación previa al ensayo no tenía noción de todos los acontecimientos entorno a ambas revoluciones, la de Febrero y la de Octubre, las cuales en el calendario gregoriano serían en los meses de Marzo y de Noviembre, respectivamente. Las partes implicadas si bien se puede decir que se reducen a un número de actores principales, tal como Nicolás II, Lenin, Stalin, Alexander Kerensky… son sólo una fracción de todas las personas que influyeron en la Revolución, y sin las cuales el resultado no hubiera sido tal.

Los sucesos ocurridos durante el reinado de Nicolás II fueron superiores a sus deseos de cumplir con su deber y mejorar las condiciones internas de su amada Rusia; a pesar de sus intentos por controlar la situación interna, los factores externos ajenos al control del zar, incidieron para agravar la situación socio-política del país, como los sentimientos exacerbados nacionalistas separatistas (Imperio Austro-Húngaro y Otomano).

La Revolución de Octubre fue el inicio de la transición de la identidad rusa. Del imperialismo oligárquico liderado por la familia Romanov, pasando por el (semi)capitalismo infundido por los sucesos históricos que giraban en torno a Rusia y sus relaciones con los países europeos, hacia el socialismo de Lenin, continuado por Stalin y su régimen dictatorial comunista. A pesar de que duró poco, por la exposición de Rusia —y su participación— en el nuevo orden mundial, es un periodo que cambió la historia universal.

 

Referencias

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