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En situación de calle

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Cuando hablamos de personas en situación de calle, estamos hablando de una realidad compleja y diversa. Hay quienes viven en esa situación por voluntad propia, y quienes lo hacen porque no les queda más remedio.

Vivir en situación de calle significa trabajar de otro modo para poder sobrevivir, o bien, mendigar la comida de cada día en especie o en moneda, ya que son raras las personas que dan limosna en billete.

Algunos de los trabajos que hacen muchas de estas personas son de pepenadores de cartón, plásticos o de otros objetos, también apartan lugares, cuidan y lavan coches. Probablemente haya quienes no hacen nada y solamente piden ayuda.

Por lo común se trata de personas normales, si bien, en ocasiones hay personas con alguna perturbación mental que les lleva a desvestirse en la vía pública o a andar con poca ropa, o actuar de manera agresiva o incoherente.

En los tiempos en que la democracia no era tan neurótica existió en Guadalajara un reglamento que prohibía y sancionaba la “vagancia”, y bajo este rubro quedaban consideradas las personas que se dedicaban a vivir en la calle sin oficio ni beneficio. En la actualidad no sería tan fácil ni tan justo denominar simplemente “vago” a la persona que vive en situación de calle, pues como vimos, a muchas de estas personas no les ha quedado más remedio.

Existen albergues para ellos, sobre todo cuando las condiciones climáticas se vuelven más agresivas, y no sabemos si aceptarían trabajos estables, tal vez es de eso de lo que están huyendo, y de todo lo que eso puede significar.

En ocasiones, sabemos bien, hay quienes se dedican a robar haciéndose pasar por personas en situación de calle, y a la mejor eventualmente lo son, pero no se podría generalizar. Lo cierto es que  el Centro Histórico ha sido muy socorrido por vándalos y ladrones de todo tipo y estilo, se roban las protecciones de los medidores de luz y agua, las tapas de los postes del alumbrado público, desprenden las placas de los monumentos y hasta se han llevado, cuando se puede, el monumento mismo, igual sucede con los cableados y partes de las bancas cuando son metálicas, las tapas de los registros del Siapa, las coladeras, y cuanto se ofrezca, pues la unidad de inteligencia no ha dado jamás con los compradores de todo tipo de metales, que los debe haber, si no, para qué los robarían.

Ha sido más frecuente que las personas en situación de calle allanen casas abandonadas, de las cuales persisten en el Centro Histórico más de mil, y a no ser por la vigilancia permanente que los dueños de la casona derrumbada de Pino Suárez y Reforma han puesto, ya sería zona habitada.

Los decires de vecinos al respecto, son variados y muy diversas las maneras de actuar frente a estas personas, o frente al abandono que sufre el Centro en manos de vándalos y delincuentes, las historias se acumulan cada día, lo mismo con hechos que con figuraciones.

Muchas administraciones municipales han pasado sin que se haya podido avanzar significativamente en la solución de estos problemas sociales y urbanísticos, tal vez la actual logre más.

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