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El cuento más breve del mundo

Mtro. Luis Gonzalo Hernández Camacho • Docente de Ciencias Económico Administrativas y Negocios Internacionales de UNIVA Plantel Guadalajara

 

Era una vez un contador de cuentos. Él quería contar cuentos, pero no podía porque no tenía cuentos para contar. Pero un día llegó una inspiración muy sorprendente. Esta inspiración consistía en que cada vez que pronunciaba una palabra hacía una historia muy interesante y divertida. Pero sucedía que, no podía decir una sola palabra sin que de esta se elaborara un cuento. Para cubrirse de este proceso, no había solución. Por ejemplo, si estaba durmiendo y decía una palabra, elaboraba un cuento de principio a fin. Como en los sueños el tiempo dura más, la mayor parte de las veces sí terminaba los cuentos. Pero a veces ocurría que no los terminaba y cuando volvía a dormir en la noche, debía retomar la historia.

Cuando comenzó a escribir los cuentos tenía muchas historias que contar. Hubo años en los que escribió muchos cuentos, más de 365 cuentos por año, ya que en el día se le venían a la mente muchas palabras y de cada una de ellas, salía una historia. Al día siguiente, casi no le quedaba tiempo para escribir los cuentos. Hubo años en los que escribió millones de cuentos. Por ejemplo, si decía la palabra “Y”, comenzaba a elaborar un cuento con esa palabra y lo tenía que terminar. En ocasiones tardaba tres o cuatro días en terminar de narrar el cuento. Su oficio, evidentemente, fue el de ser un contador de cuentos. Él no pudo jubilarse de ser contador de cuentos y aunque tenía una edad avanzada, seguía elaborando sus cuentos. En una ocasión dijo la palabra “E” y el cuento comenzó así: “E”, su desarrollo fue “e” y su desenlace fue “e.” Este cuento lo tituló: “Las tres es”. Sin embargo, hubo cuentos maravillosos, como cuando pronunció la palabra: “estrella” y habló sobre las estrellas en el cielo, pero como las palabras se repetían, en una ocasión volvió a mencionar la palabra “estrella” y entonces habló de las estrellas en el mar.

Un día se le ocurrió ir al diccionario y pronunciar las palabras más difíciles que halló dentro de él, en este caso la palabra difícil quiere decir que no es tan usual. Entonces, comenzó con “longanimidad”. Bueno, no era tan difícil, sino que había pasado tiempo en que no la utilizaba. Otra fue “parsimonia”. Así, hubo historias para todas las edades, para todas las ocasiones, para cada persona.

Sus cuentos fueron traducidos a todos los idiomas del mundo. Había un poco de dificultad para las traducciones, pero finalmente todo se aclaraba. El contador de historias agradecía que en el mundo hubiera tantas palabras.

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