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TUS PECADOS TE SON PERDONADOS… (LC. 5:17-26)

El Señor está en una sala reunido con un gran número de personas y entre ellos se encuentran también algunos fariseos que constantemente le siguen y quieren escucharle, aunque no con recta intención, pues en realidad buscan acusarle, ya que Jesús no tiene miedo de decir que es el Hijo de Dios y que, como tal, tiene poder no solo de curar, sino de perdonar los pecados. Este Evangelio es interesante por diversas situaciones, en primer lugar, la manera en que Jesús habla, con total autoridad, de tal modo que a muchos cautiva y a otros les escandaliza. En segundo lugar, el encuentro que tiene Jesús con el hombre paralítico, al cual cura físicamente, pero también le perdona los pecados. Y en tercera, la manera en como llegó el paralítico ante Jesús. Quizá Jesús se ha dado cuenta de que algo sucede, porque lo han bajado del techo y para esto tuvieron que romper alguna parte, pero al parecer el Señor, ha querido seguir su discurso porque ha visto la necesidad no solo de hacer un bien a este hombre, sino que todos los presentes, incluyendo los fariseos, se den cuenta de que están en la presencia del Hijo de Dios, el Mesías esperado y que tiene deseo de encontrarse con todos.

Este evangelio nos llama a la conversión, el señor Jesús viene a nuestro encuentro, porque quiere liberarnos de la esclavitud del pecado y este tiempo de Adviento es el tiempo propicio de buscar y recibir el perdón sin poner pretextos, pues este mensaje nos enseña que no hay nada que nos impida acercarnos al Señor que nos espera que bajemos de ese techo de nuestra soberbia y le busquemos con un corazón humilde y sincero. Pidamos la gracia de nuestra conversión y como estos amigos dejémonos ayudar por el Señor.