El evangelio de hoy nos presenta una muy conocida parábola: los obreros de la viña. Aunque estamos de acuerdo que la atención y el nombre de la misma debería centrarse en “el amo generoso”. Es importante entender el contexto donde se da esta parábola para apreciar, aún más, el gran mensaje que contiene.
Los fariseos criticaban al Maestro por acoger a los publicanos y pecadores. Esto ha dado a pensar que la parábola que hoy reflexionamos fue dirigida a ellos con la finalidad de manifestar la inmensa bondad de Dios en su forma de proceder con los hombres. Quiero resaltar tres aspectos sobre este pasaje evangélico que nos hablan de ello.
En Dios existen un mundo de oportunidades. Así lo expresa Jesús a través de aquel hombre que sale en varias ocasiones del día a contratar trabajadores para su viña. Dios no se ha cansado, no se cansa, ni se cansará de salir a tu encuentro. En cualquier etapa de tu historia, bajo cualquier circunstancia, siempre buscará la manera de hacerse presente y sentido por ti: en tu infancia, tu etapa de juventud, o siendo un adulto, ahí a estado Dios contigo. Eso, sin duda, es parte de su inmensa bondad.
Nunca se cansa de salir a buscar. Su generosidad no descansa, al amanecer, a media mañana, a medio día, a media tarde, al caer la tarde, saldrá siempre a encontrarse contigo para llenarte de su gracia. Así como el día está lleno de un mundo de emociones, sentimientos, estados de ánimo, necesidades, … seguro que en tu vida hay un universo de todo esto, pero con toda confianza te digo: tu jornal está asegurado, su gracia está lista para ti, sea cual sea el momento por el que estás pasando nunca se cansa de salir a buscarte.
Siempre será generoso. En la parábola de hoy, la generosidad de Dios alcanza para todos, incluyendo a quienes dieron todo en un corto tiempo. A simple vista, parece que nos encontramos ante un atropello laboral, una injusticia en la remuneración por el trabajo realizado, creo que mucho hemos dado esta interpretación dejando de lado una lectura más grande, más noble, y más divina: Dios es generoso con todos, es bueno con todos, y da de sus bienes a todos. La clave para entender esa generosidad de parte de Dios está en dejar de considerar flojos a los que recibieron el llamado al caer la tarde, porque, aún al caer la tarde, dieron lo que tenían, sirvieron, trabajaron, ofrecieron su esfuerzo con tal empeño que la gracia de Dios los alcanzó.
Recordemos esto, los dones de Dios, su gracia, su llamada a la fe y la entrada al Reino siempre serán efecto de su bondadosa generosidad.