La lectura del evangelio del día de hoy nos invita a reflexionar sobre el valor de lo vivido y de lo aprendido, sin embargo, la vida es dinámica y no debemos vivir en el pasado, puede ser que nuestras experiencias han sido de gran felicidad o de mucho aprendizaje. Jesús nos dice hoy que todo lo que nos regala es nuevo, con aire fresco y renovado, con una nueva oportunidad para hacer las cosas.
El Espíritu de Dios está en constante movimiento, no es estático, todo lo renueva, todo lo crea. Inclusive en la Iglesia, siempre estamos llamados a caminar, a descubrir caminos de esperanza, eso no quiere decir que la ley de Dios con el paso del tiempo queda obsoleta, no, no significa eso. La palabra de Dios siempre será vigente hoy, mañana y siempre. Sin embargo, la manera de hacer las cosas si cambian y responden a las necesidades propias del tiempo. Y en todos esos cambios está el Espíritu Santo que asiste, impulsa y acompaña.
Jesús el día de hoy utiliza la parábola de los odres viejos, y nos dice claramente que el vino nuevo se debe almacenar en odres nuevos y el vino viejo en odres viejos, nos invita a poner las cosas en su lugar, y en el caso de nuestra vida, no centrar nuestra vida en el pasado, y menos cuando es tormentoso o de dolor, porque así como el vino viejo echa a perder un odre nuevo, de la misma manera el resentimiento, el odio, simplemente un pasado lleno de malos recuerdos echa a perder la vida presente.
Cada día es un vino nuevo que corresponde a un odre nuevo, Dios siempre nos regala nuevas oportunidades, “Jesús hace nuevas todas las cosas”, que Él nos renueve para que nuestros errores, o aquellas cosas de las que no estamos tan orgullosos, sean aprendizaje y agradecimiento, que el nuevo vino que Dios nos quiera regalar sea recibido en un corazón nuevo, limpio y renovado por la misericordia de Dios.
“Mi pasado a tu misericordia, mi presente a tu amor, mi futuro a tu providencia”
Padre Pío de Pietrelcina