La sociedad en donde vivimos se ha tornado hostil y compleja, cada día es más difícil lograr que nuestros corazones estén unidos a Dios, que nuestros ojos volteen al cielo con esperanza y amor a quien nos ha creado.
El mundo espiritual existe, de eso no hay duda. Somos seres espirituales que salimos de Dios y regresaremos a Él, nuestros cuerpos son solo el medio de transporte en esta vida terrenal. Así como existe el poder de Dios, existe el poder del mal.
El mundo espiritual de los ángeles caídos del mal espíritu trabajan continuamente para robar almas a Dios, desde la oscuridad, una mundanidad que hiere, que aleja, que contamina. Una separación de Dios que genera tanta amargura y maldad en el mundo. Es impresionante como un ser humano es capaz de quitar la vida a otro ser humano de manera tan cruel e inhumana. Todo esto es el resultado de una vida sin Dios.
Jesús nos alerta en el evangelio del día de hoy que los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz. El mal espíritu engaña, es el padre de la mentira y su objetivo es dividir, alejar del camino del amor, el camino que lleva a Dios.
Dios Hijo nos invita a estar alertas, vigilantes para no caer en la mentira que el mundo nos ofrece, cuántas almas perdidas podemos percibir en el mundo. Muertos en vida, personas secas del corazón que solo responden al mundo, que no les importa nada relacionado con Dios, inclusive que se molestan sobremanera al escuchar algo relacionado con Dios.
Dios siempre triunfa, el amor que es el medio preferido de Dios para actuar a través del Espíritu Santo que purifica y transforma. Solo quien está unido a Dios tendrá la capacidad de percibir los negocios del mundo, la mayoría contaminados por el mal. Dios nos provee de fe que ilumina nuestras vidas para tener la fuerza de rechazar al mal, pero sobre todo para orar, para interceder por los demás. La lucha espiritual es constante, se requiere de tenacidad y amor, mucho amor.
Dios nunca abandona a sus hijos, a quienes lo buscan y a quienes Él ha elegido. ¡Tú fuiste elegido desde tu bautismo, nunca lo dudes!
Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento.
Sabiduría 3, 1-9
